Escuchar a Cristian Breitenstein,
intendente de la ciudad, socarronamente referirse sobre los reclamos que se le
hacen acerca de los negocios de su gestión con la agencia Rex no sorprende.
Pero indigna que sea el mismo intendente electo por voto popular el que salga a
defender la persona de Vicente Massot, director del diario fascista La Nueva
Provincia. Ese diario no evitaría el uso del término “sinvergüenzada” para
calificar tamaña actitud.
El mismo día que en la ciudad se iniciaba el Juicio Histórico a los represores,
sólo apareció en televisión por cable en el programa conducido por Quiroga y González,
“Saber Ver”.
Ante la pregunta inicial y repreguntas de Quiroga sobre su vinculación con un reivindicador
de la tortura, el delfín bahiense no desobedeció ni se despeinó al afirmar que
“Yo creo que se ha hecho un etiquetamiento de su persona (refiriéndose a
Massot), que en algún sentido me parece que es exacerbado”, y a pesar de la intervención
oportuna de Quiroga refiriéndole su historia personal y la de su diario, el
intendente democrático dijo que “serán cuestiones que tendrán que dirimir o
considerar aquellos que lo consideren” (¿?).
Faltó que le traigan
una palangana, agua y una toalla. Esa última frase no tuvo el remate que lo
hubiera sacado del fango golpista: que lo dirima la justicia. Porque al menos escuchar
eso reafirmaría lo que ya es vox populi: no morderá jamás la mano del amo; pero
le habría puesto un poco de dignidad a ese momento.