Con
cinco días de actividad sostenida, el Encuentro Nacional de Artesanos de Bahía
Blanca cumplió su entrega número 23. Una convocatoria desbordante de visitantes
y la participación de más de 300 artesanos de todo el país. Balances de un
encuentro que crece.
«Los artesanos se fueron contentos, la comunidad
respondió como lo hace todos los años, visitaron la feria, compraron productos.
El escenario este año tuvo protagonismo porque hubo artistas todos los días,
bandas en vivo, espectáculos para niños. Sinceramente estamos muy conformes, si
bien hay algunos temas sobre los cuales seguir trabajando», cuenta Claudia
González, secretaria de la comisión organizadora. Miles de personas recorrieron
la XXIII del Encuentro Nacional de Artesanos. Al colorido de objetos, ropas,
utensilios y adornos se sumaron este año 17 bandas musicales y espectáculos
deliciosos para niños y familias.
Más y más
«La convocatoria de las bandas la hicimos nosotros, son las que han
colaborado con nosotros en el invierno, tocaron en la Plaza Rivadavia. El
espectáculo de cierre del sábado fue aportado por el Instituto Cultural, quien
también aportó la infraestructura del escenario y el sonido».
Participaron alrededor de 350 artesanos, entre pueblos originarios y visitas.
«Hace 23 años el objetivo era lograr el espacio, con mucho trabajo y
esfuerzo se logró, se respetó a través del compromiso y cuidado del espacio
público, la responsabilidad de los artesanos, de quienes queríamos y queremos
mostrar nuestro trabajo manual. Se fue afianzando. De hecho, el Concejo
Deliberante lo declaró de interés municipal, si a la población le interesa es
bueno». El viernes estuvo dedicado a la música originaria de la Patagonia,
grupos de la universidad, la Banda Andina y la Orquesta de sikus.
«Nuestro lema es cultura al alcance de la mano, y es eso lo que queremos
dar», comenta Norberto González, presidente de la comisión. «Llegar a
la feria junto a los olores de sahumerios, los artistas callejeros, las
exposiciones, se crea magia, la gente ha respondido hasta con lluvia, nos
sentimos respaldados». La Comisión de la Feria local recibió a los
visitantes y trabajadores manuales con un desayuno, y el día jueves, que
representa el de menor venta, también se comparte una merienda. Este año
hubieron dispensers de agua caliente y agua fría, «eso fue un éxito»
definieron los organizadores.
«Se pautó un trajo conjunto con SAPEM, un refuerzo de 12 personas
contratadas por la organización más artesanos voluntarios, fue un conjunto de
acciones que hicieron que los días de exposición estuvieran cuidados, con
limpieza y orden. Fue todo coordinado con anticipación y mediante
comunicaciones rápidas logramos abastecer de bolsas, desocupar los tachos
llenos». También existieron inspecciones municipales respecto a los
decibeles del sonido y «la música se terminó a las 12 de la noche»
para una convivencia pacífica con los vecinos del microcentro.
Además, destacaron que «fue la primera vez que el Instituto Cultural se
hace presente en la inauguración del evento». Los objetivos siguen siendo
metas para la próxima edición, «pretendemos ir puliendo para el año que
viene, el tema del tránsito libre y gratuito para artesanos acreditados, que
este año no conseguimos, solamente logramos un abono de 200 pesos por jueves y
viernes. La principal empresa recaudadora es privada, entonces no pudimos
lograrlo. En cuanto a la hotelería, conseguimos algunos lugares pero no daban
abasto. Nos gustaría trabajar con un menú económico, esto también es difícil,
porque el mismo debe llegar al puesto, a que tener en cuenta la manipulación
del alimento. Pensemos que la feria abre a las 10 de la mañana hasta las 12 de
la noche».
La fija
La feria permanente está compuesta por 42 artesanos y trabaja de jueves a
domingo. A partir del 8 de diciembre habrá expositores todos los días,
«con algún espectáculo». La Feria lleva a cabo un ciclo de
Integración Cultural, logrando la participación de bandas, coros, conjuntos de
bailes, «ofrecemos el espacio y la difusión».
En cuanto a la evolución del objeto artesanal agregan que «empieza siendo
una actividad ancestral, teñir la lana, curtir el cuero, de a poco va
evolucionando y va apareciendo la artesanía urbana. La lana se compra, igual la
creación y la impronta del artesano es la misma. Al comprar un producto
artesanal te llevás un montón de cosas, el tiempo, el alma y el corazón que le
pone el artesano a su producto, todo eso que en el mercado no lo
encontrás». Por eso, es posible ver tanto en la feria local como en la
convocatoria nacional desde «transformaciones en cuero, vidrio, madera,
piedra, se están incorporando objetos reciclados, por ejemplo, carteras hechas
con caucho de ruedas de automóviles, discos compactos que son derretidos para
formar otros objetos de decoración, con los engranajes de los relojes realizan
minis autos antiguos, cosas increíbles, se piensa en el diseño». Sumar
espectáculos a la Feria está relacionado con «regalarle a las personas
algo que de otra forma deberían pagar. La Plaza Rivadavia es un punto de encuentro
donde todas las personas pueden llegar, pueden disfrutar al aire libre».
El
Encuentro Nacional de Artesanos bajó su telón el día lunes. «Hay una
costumbre el último día, quienes se quedaron conforme con la feria cierran con
un aplauso, escuchar un aplauso sostenido fue sinceramente emotivo».
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