La Cooperativa
de Trabajo La Molinera de Saladillo Ltda. se encarga de la elaboración de
harinas y derivados. Funciona desde 2002 luego de la quiebra de la empresa
Sicsa, fundada en 1947. Comenzó prestando servicios a terceros.

Es muy distinto estar trabajando como empleado a tener un sistema cooperativo,
con una mentalidad y una forma de manejarse totalmente diferente”, sostiene
Daniel Juan, secretario de la Cooperativa de Trabajo La Molinera de Saladillo
Ltda. “Una de las cosas más difíciles en las empresas recuperadas es pasar de
ser empleado a tomar las decisiones de la empresa. Nosotros tuvimos la suerte
de encarar un emprendimiento rentable”, remarcó.
La empresa Sicsa era una empresa de larga tradición en la localidad de
Saladillo en la elaboración de harinas, reconocida por la calidad de sus
productos. “En 1997 la empresa quebró y nos quedamos sin trabajo -relató Juan-,
cada uno se arregló en la ciudad como pudo, y en el año 2002, el concejal
Ricardo Elizalde nos trajo la idea de conformar una cooperativa.”
Fue en ese año que un grupo de trabajadores de la ex Sicsa SA comenzó los
trámites necesarios para organizarse en cooperativa. “En esos momentos fue muy
difícil porque no teníamos conocimientos del movimiento cooperativo, pero
iniciamos los trámites que nos llevaron un año.”
El secretario recordó que la cooperativa comenzó produciendo a fasón, es decir,
prestando servicios a terceros que pedían la molienda de su trigo, “porque no
teníamos posibilidades económicas de hacer nada más. Nos encontramos con
grandes problemas financieros, pero se solucionó en poco tiempo porque era una
industria que estaba muy deprimida, ya que faltaba harina en el mercado”.
Durante los años que siguieron, la entidad se desarrolló rápidamente y en 2005
logró comprar todos los bienes de la empresa Sicsa, incluyendo el inmueble y la
marca. “Al día de hoy tenemos todos los bienes a nombre nuestro y tenemos
saneada nuestra economía, incluso con algunos proyectos de inversión”, subrayó
Juan.
En la actualidad, La Molinera de Saladillo cuenta con 25 socios, de los 30 que
había originalmente en la empresa al momento del cierre. “Si bien hoy somos
aproximadamente la misma cantidad de trabajadores que antes del cierre de la
empresa, tampoco podría funcionar un molino de esta envergadura con menos gente”.

Necesidad de avanzar
Daniel Juan es integrante del Consejo de Administración de la Federación de
Cooperativas de Trabajo (Fecootra) y desde ese lugar planteó que “tendríamos
que tener una interrelación más activa en cuanto a la comercialización de
nuestros productos. Somos muchísimas cooperativas que hacemos diversos
productos y no hay una comunicación adecuada entre ellas”, advirtió.
Además, señaló, “la empresa cooperativa se tiene que desarrollar como empresa,
porque si no llega un momento que no tenemos sustentabilidad en el tiempo”.
Destacó que desde el Estado “se le está dando una gran mano a las cooperativas,
ya desde hace unos años a esta parte. Cuando nosotros empezamos en la
federación, no había plata para nada, y en estos momentos hay un aire de ayuda en
todo sentido, a través del Inaes, y de la misma federación que ahora tiene
posibilidades de dar ayuda a los más pequeños”, concluyó.