Título en 24 a dos líneas

Carlos Fuentealba
¡Presente hoy y siempre!

Eduardo A. Hidalgo

¡Cuánta gente en la calle en Bahía el día 9 de abril! Mucha, es cierto.
Sin embargo, esa presencia ¿fue suficiente frente a tamaño crimen y dolor?
Los dirigentes, ¿no deberían haber estado todos sin excepción, aunque se
tuvieran que bancar algún canto, discurso o silbido no sin razón, que les
molestara? ¿No valía la pena compartir el repudio y la condena sincera por
el asesinato de un compatriota y pagar ese costo inevitable? No estaban
todos los que debían estar frente a la expresión ominosa de un terrorismo
de estado propuesto por este Sobisch, candidato a presidente, al que la
derecha ahora le suelta su mano.
Frente a esto, sólo cabe seguir resistiendo. Seguir exigiendo justicia
al mango. Porque hace apenas días se cumplieron 31 años del golpe cívico
militar genocida. Porque apenas un puñadito de esos genocidas está preso.
Porque hay tantos jóvenes sin identidad por su apropiación durante esa
dictadura. Porque en esta Bahía del Silencio, hay un juez cuestionado por
su dudosa relación con el pasado represivo. Juez que además genera medidas
para obstaculizar a la justicia en una Cámara que debe ampliar el espacio
de justicia. Que es acompañado en esa instancia superior por otros jueces,
que se olvidan y tiran a la cloaca las razones por las que los hemos
reivindicado siempre. Abandonan al único colega -el dr. Cotter-, que sigue
en solitario sosteniendo una férrea y sólida dignidad. Ese acompañamiento
de los mismos, avala por acción u omisión la persecución por parte de ese
juez cuestionado, a personal idóneo y digno como la dra. Hernández por
comprometerse y entender que la justicia es otra cosa. Porque está más
claro cada día, el embate contra la prosecución de los juicios a los
genocidas. Porque la impunidad se sigue manifestando en Jorge López, Luis
Gerez, Teresa Rodríguez, Víctor Choque, Aníbal Verón, Santillán y Kosteki,
y muchos otros más.
¿Este es el país en el que queremos vivir? Esta represión y la de los
ladrones de gallinas, ¿es la seguridad que pide esa sociedad irresponsable
en lugar de solucionar los problemas sociales? Sociedad indiferente que
sigue sin hacerse cargo de la parte que le corresponde, y que nos
compromete a todos como comunidad.
El rostro de Carlos Fuentealba, joven, docente en su definición más
contundente, padre, luchador, muestra una enorme paz en las fotos. La paz
que se refleja, es la de los que saben que cumplen con un mandato que nadie
les otorgó. En la búsqueda de esa sociedad soñada por los 30.000. Paz que
da la certeza del compromiso con la humanidad. Donde los cargos valen si se
sostienen con verdad y justicia para todos. De los que no se montaron nunca
a un discurso sectario, crispado o manipulador. De un defensor a ultranza
de sus derechos y de los derechos de los demás. De un verdadero, auténtico
y tangible militante por la Vida. De una Vida que le arrancaron los
sicarios que gobiernan en Neuquén y los que apretaron el gatillo por su
orden. De una Vida que no podrán arrancarnos nunca porque él estará siempre
en nosotros. Y como dice nuestro poema en uno de sus versos:
“…Porque mil veces apostaremos a la vida,/ aunque vengan revoleando
la muerte./ ¡Porque nunca podrán acribillarnos la esperanza!”.

Eduardo A. Hidalgo es secretario general de la Asamblea Permanente por
los Derechos Humanos de Bahía Blanca.