Residuos domésticos
Bajo la alfombra
Los residuos domésticos son una problemática ambiental cada vez más
preocupante. El incremento de la población en las ciudades y los cambios de
consumos son fundamentales en la producción de basura. Las técnicas de
eliminación ya sea por vertido o por incineración siempre conllevan una
contaminación al medio ambiente, por eso es fundamental tener una política
derivada a cambiar los hábitos de consumo.
A lo largo de la historia, el problema principal de los residuos orgánicos
e inorgánicos ha sido su eliminación. La disposición final de la basura
doméstica de las grandes ciudades, encontró su solución arrojando los
residuos a las periferias, ocultándolos bajo la tierra en rellenos
sanitarios, lanzándolos a los ríos o simplemente con la quema de los
mismos.
Actualmente, el cambio en la forma de vida y el crecimiento económico de
los países de América Latina ha provocado un incremento en la generación de
desechos domésticos y comerciales. La problemática se completa con el
cambio en los hábitos de consumo y la composición diversificada de los
residuos modernos (envases plásticos, latas, computadoras, entre otros).
Grandes ciudades, mayores problemas
Los electrodomésticos y las computadoras han creado nuevos y verdaderos
cementerios de tecnología, compuestas de plásticos y materiales que no se
degradan. Su eliminación es una preocupación del nuevo siglo, de manera que
no es fácil encontrar un tratamiento de supresión eficaz y no contaminante,
a no ser que se reciclen.
Asimismo, el crecimiento de la población en las grandes ciudades acompaña
el incremento de los desechos. A raíz de ello, se ha convertido en una
preocupación fundamental la problemática de la disposición final de los
residuos que pueden llegar a ser contaminantes para el suelo, el agua y el
aire dependiendo de la forma de su “eliminación”.
Según la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo
Sostenible (ILAC) “la población citadina de América Latina y el Caribe
representa ya el 78% del total, el mayor índice de urbanización por
continente, y la tendencia sigue siendo a una mayor concentración en las
ciudades, cuyos habitantes están creciendo en el quinquenio 2005-2010 a una
tasa de 1,7% cada año”. El desafío actual es contener la basura que generan
las grandes urbes.
Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se denomina residuo
doméstico a “todo material que no tiene un valor de uso directo y que es
descartado por sus propietarios”. Estos se generan en las viviendas,
oficinas, establecimientos educacionales, así como también en locales
comerciales y restaurantes, incluidos aquellos que se generan en los
hospitales, que presentan composiciones similares a los concebidos dentro
de los hogares.
A su vez, dependiendo de su origen se encuentran subdivididos en residuos
orgánicos e inorgánicos. Los primeros son aquellos que son biodegradables,
es decir, que tienen la capacidad de fomentar y ocasionan procesos de
descomposición. Si bien la naturaleza los puede aprovechar como parte de la
vida, cuando se acumulan posibilitan la multiplicación de microbios y
plagas, convirtiéndose en potenciales fuentes de contaminación.
Los inorgánicos se componen de desechos como latas, botellas, metales,
plásticos y otros productos de usos cotidianos de origen industrial. Estos
tienen la particularidad de que tardan mucho tiempo en desintegrarse o no
se descomponen, y por ello se los denomina no biodegradables.
Además, existen productos de uso cotidiano en el hogar que contienen
componentes peligrosos. Estos pueden ser pinturas, limpiadores, aerosoles,
batería de automóviles, entre otros.
Cada vez más
La problemática que enfrentan los países latinoamericanos según un estudio
de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) es que “es
notable el cambio de composición en los residuos donde se encuentra un
descenso en materiales biodegradables y por ello plantea desafíos para el
tratamiento, recuperación y disposición de los RSU (Residuos Sólidos
Urbanos)”.
Es decir, hay una mayor preponderancia de desechos inorgánicos, que no se
descomponen y de elementos con características tóxicas. Sin embargo, en los
últimos años en América Latina se han elaborado proyectos tendientes a
mitigar esta situación, donde se procura la minimización de los residuos a
partir de reducir, reutilizar y reciclar dichos elementos.
No obstante, muchos países del la región continúan teniendo problemas con
la disposición de la basura y en los rellenos sanitarios, así como también
los basurales a cielo abierto.
Chile también lo sufre
En el caso de Chile, con casi seis millones de habitantes su capital
produce 210.000 toneladas de desechos por mes. Alrededor de 7 millones de
toneladas de residuos sólidos al año. Aproximadamente, el 50% de los esos
residuos son de origen domiciliario.
La mayor parte de la producción de basura se concentra en la capital
chilena, diversificada por distintos sectores de la población. Donde se
concentra los mayores ingresos, se produce el 20% de los residuos; los
sectores medios altos, el 35%; y los medios bajos, el 32%. Los sectores más
bajos son responsables de un 13%.
Estos residuos son derivados a vertederos o rellenos sanitarios, mecanismo
por el cual los residuos son enterrados bajo la tierra y a la vista son
simples montañas rodeadas de pájaros y algunos otros animales. Pero el
olfato no engaña, el olor es penetrante, la descomposición lenta y
progresiva se siente en el aire.
Uno de los principales rellenos sanitarios de la Región Metropolitana
chilena es “Lomas Los Colorados” que cuenta con 600 hectáreas, de las
cuales 210 corresponden a la zona de disposición final de los residuos.
Actualmente, está diseñado para recibir mensualmente alrededor de 150.000
toneladas de residuos.
Los problemas ambientales que pueden generar en los de vertederos de basura
a cielo abierto, o en los rellenos sanitarios que no cuentan con los
controles correspondientes son: contaminación del agua superficial y
subterránea (si no se ha impermeabilizado los pozos), contaminación de los
suelos y la atmósfera (este inconveniente se intensifica cuando los
residuos no son discriminados por su origen, como la acumulación diversa de
materia orgánica, pilas, latas y otros, sin tener en cuenta la
descomposición de cada elemento o la toxicidad de los mismos).
La proliferación de roedores, y potenciales vectores de transmisión de
enfermedades y el envenenamiento de especies vegetales y animales, son
riesgos a considerar. Para la salud humana la contaminación que liberan los
vertederos son una importante cantidad de gases como metano, CO2 y gases
tóxicos como el baceno.
En los casos donde los desechos son incendiados, el impacto es mucho mayor
porque se liberan a la atmósfera productos clorados, algunos altamente
peligrosos como las dioxinas, una de las sustancias más tóxicas declaradas
cancerígena por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Nuestro país
En Argentina, la situación de la disposición final de los residuos es
similar. En la Provincia de Buenos Aires se halla el Cordón Ecológico con
cinco rellenos sanitarios, de los cuales dos ya han sido cerrados y los
otros tres cuentan con una vida útil de aproximadamente cinco años.
En el país, en los últimos tiempos se han ido cerrando basurales que se
encontraban a cielo abierto. Se han ido generando programas de recuperación
de los residuos mediante el reciclado o la reutilización de dichos
elementos, con el objetivo de minimizar su impacto en el medio ambiente.
Pero esta política ambiental es producto de una conciencia más amplia, que
abarca a toda la región y al mundo. Es una problemática ha resolver con
vistas hacia el futuro de la vida y del planeta. Actualmente, la política
ambiental ha tomado un papel importante en la agenda, así como también ha
generado en los organismos internacionales una preocupación por la
temática.
En este sentido, es importante destacar que se han ido generando políticas
ambientales con dispositivos para la separación de los residuos, teniendo
en cuenta su composición (orgánicos, inorgánicos y, algunos casos, los que
son tóxicos). Es así como se seleccionan los elementos para ser reciclados
(componentes que pueden volver a ser reutilizado industrialmente para la
generación de productos) como por ejemplo el cartón, el papel, las latas,
entre otras.
De esta manera, lo que anteriormente se desperdiciaba como basura, puede
volver a ser reutilizado evitando la contaminación que podrían generar,
fundamentalmente en aquellos productos inorgánicos. Todos aquellos
productos que no puedan ser reciclados o reutilizados deberán
necesariamente ser tratada con una técnica de eliminación.
Sin embargo, las técnicas de eliminación ya sea por vertido o por
incineración siempre conllevan una contaminación al medio ambiente.
Es necesario que cada habitante del planeta tenga conciencia de lo que
arroja a la basura, de que todo aquello que se desperdicia puede dañar al
medio ambiente. También es importante que los mecanismos de eliminación
procuren ser lo menos contaminante posible para evitar su impacto en la
vida natural del planeta y de las personas.
Los estados deberán comprometerse con el medio ambiente en todos sus
aspectos, tanto a nivel técnico- procedimental en cuanto a la eliminación,
como ambiental procurando el menor daño posible.
Para ello se deberán fomentar una iniciativa referida a concientizar sobre
la selección y separación de los residuos, sobre aquellos productos que son
altamente contaminantes para el medio ambiente y fundamentalmente tener una
política derivada a cambiar los hábitos de consumo (aquellos que son más
perjudiciales como residuos). El objetivo apunta a fomentar una educación
fuertemente orientada a la temática ambiental.
Fuente: ecoportal.net
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