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Reformulación de programas

Con la crisis de 2001 se había instrumentado un plan de complementación alimentaria para chicos con bajo peso. Ahora, con las aguas más calmas se decidió redefinir ese programa, relevando qué es lo que necesita cada familia para que reciban una atención adecuada.

Cuando estalló la crisis que afectó nuestro país durante los años 2001 y 2002, muchas personas en nuestra ciudad y en el país quedaron excluidos del sistema. En esos años duros, el hambre y la desnutrición pasaron a tomar protagonismo. Bahía Blanca no estuvo exenta de esa situación y fue así como se implementó a nivel municipal un programa de complementación alimentaria para niños con bajo peso. Este plan establecía criterios de ingreso de acuerdo al peso, la talla y edad, y también pautas de control, de asistencia social y un bono para adquirir alimentos.
Todo esto dada la importancia que tiene que un niño esté bien alimentado desde su más temprana edad para que impacte de forma positiva en su futuro: “Nosotros veíamos en ese momento -recuerda la ahora secretaria de Salud Susana Eliker- qué podíamos hacer para que estos chicos coman carne o pollo o pescado. Surgió este programa en el cual, a través de las Cooperativas que están en todos los barrios, se puntualizaba un chico, se lo medía, se lo pesaba, se le realizaban controles pediátricos, y a la mamá se le entregaba un bono que equivalía a carne, pollo, huevos, frutas, verduras y demás. Todo a través de una nutricionista para garantizarle alimentos frescos a un chico que estaba desnutrido o en un porcentaje, que nosotros llamamos percentilos de peso en relación para la media, que podía desnutrirse”.
Con el paso del tiempo y con urgencias “semisuperadas”, el programa municipal comenzó a hacer la plancha. Actualmente, está siendo reformulado para seguir brindando asistencia. El proyecto alcanzaría a otras secretarías municipales y con el trabajo de los equipos de salud de las unidades sanitarias: “Nosotros le damos el soporte, este sistema de bonos semanales lo sostenemos pero empezamos a ver todos los otros programas porque a veces no es solo un problema económico sino que puede que necesite alguna persona que oriente sobre cómo organizar la comida. Hemos visto casos de clase media donde el menor come cosas que no son las que corresponde y le falta hierro. Entonces, se trabaja con esa familia completa. Y focalizando mucho en el chico de 0 a 3 años, es centrar en el desarrollo cognitivo para luego evitar el fracaso escolar”.

Poner orden
Muchos chicos que en aquel tiempo presentaban bajo peso siguieron incorporados al programa incluso cuando ya se encontraban mejor. Eso no quiere decir que ese chico no reciba más ayuda sino que se le buscará el lugar donde mejor esté cubierto dentro de los planes asistenciales. La doctora Giselle Ghigliani, subsecretaria de Salud, explica: “Ese ingreso estaba en el percentilo 3, y pensamos si podíamos establecerlo en el percentilo 10, no esperar llegar a ese valor (se refiere al grave percentilo 3). Estuvimos analizando y de la cantidad de chicos que había, a un gran porcentaje se los podía reubicar en otros programas. Ahora está la asignación universal por hijo y nos fijamos que todo chico que contacte el sistema de salud en el primer nivel de atención, el equipo tiene que asegurarse que ese chico califica para la asignación universal”.
Las cuestiones de bajo peso, explica la doctora Ghigliani, pueden ser multicausales. Maltrato, abuso, analfabetismo, negligencia, desinterés, desconocimiento en preparar alimentos, son algunas de las que pueden derivar en esa problemática. Por esa razón, los ingresos son controlados por los pediatras pero luego entraría todo el equipo médico a trabajar con cada familia: “Si es realmente un problema económico podemos pensar en sostenerlo acá y gestionar otras cosas como tarjetas, tarjeta sociales, hay chicos que califican para algunas pensiones. Hay que orientarlos para un trámite en obtener esa pensión porque es un recurso que lo va a tener de por vida, que le va a dar otra cobertura. La mirada apunta a que a estos chicos muy puntuales en Bahía los aborde todo el equipo en conjunto”. Una mirada muy optimista si se juzgan algunos mecanismos burocráticos del municipio bahiense sumado a las opciones presupuestarias que a veces toman los funcionarios.
Pediatras, asistentes sociales, psicólogos, equipos de estimulación temprana, enfermeras y demás profesionales son los que brindan una mirada hacia la familia que atraviesa esas circunstancias.

Trabajar sobre el factor de riesgo
Cuando las funcionarias hablan de trabajar en percentilo 10 para no llegar al percentilo 3, hablan, básicamente, de empezar a trabajar con un chico que se encuentra en determinado estado y no dejar que termine en uno más grave. Para ello, la buena nutrición es fundamental: “En la primera etapa siempre la lactancia materna con la complementación de hierro y vitaminas”. Se trabaja sobre el factor de riesgo, destaca Ghigliani, y no cuando la patología ya se encuentra presente.
 De todas manera, aclara Eliker, el nivel de desnutrición en Bahía es muy bajo y para saber sus causas hay que estudiar el contexto: “Tal vez el papá y la mamá pesan 45 kilos cada uno, entonces ese chico se va a manejar en esa línea. O a lo mejor es un chico prematuro con un handicap menor y va a seguir siempre en una misma línea y está perfecto”.
La razón más sobresaliente en el bajo peso de un niño es la pobreza y a eso se deben sumar otros factores: “Madres de baja y corta edad, o que no han tenido un nivel de educación, con analfabetismo o con escuela primaria incompleta… Es muy frecuente, cuando se cruzan los datos, la relación entre el nivel de educación que tiene la madre con la desnutrición, es a lo que uno tiene que apuntar y trabajar muchísimo, es fundamental cuando nos encontramos con una madre así, trabajar sobre la alimentación de ese chico”.
Esa labor asistencial tiene muchas aristas y se divide en diferentes programas de otras secretarías. Por lo tanto, señala Eliker, “hoy en día todos tienen la asignación familiar, cualquier familia con tres chicos menores de 18 en donde el padre no tiene trabajo ni un salario familiar, cobra 180 pesos por hijo más la tarjeta social que no se la saca nadie. Hay programas que permiten sostener esto. Es muy difícil que en Bahía quede una familia que padezca hambre porque los programas están”.

Rompiendo mitos
El entrecruzamiento de información y el trabajo en conjunto entre secretarías forman parte del programa para su mejor funcionamiento: “Esta reformulación ya la estamos trabajando -asegura Ghigliani. Las nuevas incorporaciones, si es que hubiera, ya son con estos parámetros. Lo que sí hicimos con chicos que estaban en el programa viejo fue ver si es eso lo que necesitan o quizás otro programa que les repercuta positivamente, se ayuda a orientarlos hacia otro tipo de recursos. Vamos a tener unos seis meses hasta mitad de año de transición de lo que nosotros llamamos depurar el padrón con una orientación específica, traspasos más organizados”.
Por otro lado, y volviendo a lo que tiene que ver con el tipo de sugerencias y consejos que se dan a las familias desde los equipos de salud, hay una que tiene que ver con la alimentación de los chicos de más temprana edad: “Hay que hacer la alimentación complementaria cuando hay que hacerla, porque tal vez existen mitos populares de que el chico a los tres meses quiere comer o se queda con hambre. Todo eso hay que controlarlo porque por ahí empiezan con alimentos con poco valor calórico y les parece que darle zapallo a los tres meses está bien para el chico, cuando en realidad lo que tiene que tomar hasta los seis meses es leche materna. De no haber leche materna se suplementa con leche entera con dilución especial, con hierro y vitaminas, con eso alcanza”.
Luego se incorpora la alimentación complementaria a partir de los seis meses. Allí es donde ponen el acento desde los equipos que trabajan con el programa: “En esto hay que trabajar mucho porque parece una cosa sencilla, pero por ahí llegás a un chico de 10 meses y parece gordito pero tal vez es un chico que se lo pasó a maicena con leche. En realidad, no tiene hierro y alimentos que son indispensables. Hay que trabajar mucho en todo lo que es embarazo y madres jóvenes con bajo nivel de educación”.
Dar alimentos que no son los que corresponden pueden traer múltiples problemas e incluso derivar en enfermedades que en Bahía Blanca tienen más presencia que la desnutrición: la obesidad. “Es una gran problemática hoy en día la obesidad, acá es más que la desnutrición, es más problemática y se debe a una mala elaboración de alimentos, comer una excesiva cantidad de hidratos de carbono, y no frutas y verduras. Es pilar principal trabajar con lácteos, frutas, carne, que tampoco tiene que ser mucha, o pollo y pescado, y en última instancia los hidratos de carbono”.

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2010-03-23 00:00:00
Etiquetas: Bahía Blanca.
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