Noches de tormenta

Dirección: George C. Wolfe
Guión: Ann Peacock, John Romano
Música: Jeanine Tesoro
Fotografía: Affonso Beato
Origen: Australia, USA – 2008
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años
Intérpretes: Richard Gere, Diane Lane, Scott Glenn, Christopher Meloni,
Viola Davis

Melodrama romántico basado en una novela del best seller Nicholas
Sparks -no es un error sintáctico, el que está resultando “más vendedor” es
el escritor y por eso le filman cualquier cosa-, protagonizado por una
pareja de “química probada” como Richard Gere y Diane Lane.
Una formula ganadora que habrá puesto a funcionar las calculadoras de
los productores de esta “historia de amor de adultos” desde la misma
preproducción. Aunque al hacer cine, dos más dos no da cuatro todas las
veces y en verdad, estas Noches de tormenta terminaron sumando bastante
menos.
El argumento es llanito, llanito. Adrienne (Diane Lane) está
recientemente separada y apenas se está amoldando a su nueva vida junto a
sus dos hijos adolescentes. Su amiga Jean le pide un favor: reemplazarla al
frente de su pequeño hotel en la costa de Carolina del Norte por un fin de
semana.
Es temporada baja y llega un solo huésped. Un médico (Richard Gere) que
viene a solucionar un problema surgido con un paciente del pueblo. Pero un
huracán cambia los planes de ambos, obligándolos a permanecer encerrados y
conocerse, lo que cambiará el rumbo de sus vidas para siempre.
La dirección es de George C. Wolfe -reconocido en el campo teatral, con
algunas incursiones en el televisivo pero debutante en el cinematográfico-
que no lo hace tan mal, ya que todo se ve bello cuando debe verse bello y
tormentoso cuando debe verse tormentoso.
Sin embargo, el guión no sostiene ni eso ni los pobres esfuerzos de
Gere y Lane, que lucen casi tan bien juntos como en su primera y más feliz
colaboración en Cotton Club (Francis Ford Coppola, 1984), o en la segunda y
olvidable en Infidelidad (Adrian Lyne, 2002).
Suspiros y lagrimitas para los aficionados -los declarados son de sexo
femenino pero hay mucho tapado- a tales efusiones aéreas y líquidas. Y
abundantes bostezos para todos los demás.