Motivos para no enamorarse

Director: Mariano Mucci
Guión: María Laura Gargarella
Fotografía: Andrés Mazzon
Música: Federico Marrale
Intérpretes: Jorge Marrale, Celeste Cid, Laura Azcurra, Irene Sexer,
Esteban Meloni, Mónica Gonzaga, Mariana Brisky
Origen: Argentina – 2004
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años

Después de un bajón enorme en el apoyo de los espectadores a las
producciones nacionales, este puede ser el año que se salvó gracias a las
comedias románticas. Un novio para mi mujer, de Juan Taratuto, llegó al
millón de espectadores y sigue sumando, y con un numerito menos aparatoso
Motivos para no enamorarse ha conseguido su público con la misma
combinación: un guión no demasiado original pero sólido y buenas
actuaciones.
Este es el segundo largometraje de Mariano Mucci -debutó con El boquete
(2007), una comedia inclinada al grotesco- en el que cambia de registro
para contar cómo Clara (Celeste Cid), una chica de 26 años que trabaja a
desgano en una empresa de telemarketing, de pronto se queda sin
departamento. Pero casualmente conoce a Teo, un sesentón solitario y casi
depresivo que le subalquila una habitación vacía en el suyo. Así surge una
convivencia ríspida por las diferencias de edad y de estilos de vida, que
va convirtiéndose en una amistad. Y como sucede en otras mil tramas que
proponen este tipo de encuentro entre “primavera y otoño”, despunta un
romance alejado de la “paridad” que declara necesitar el protagonista
masculino.
La narración se desarrolla a buen ritmo, salpicada con toques de humor
que ayudan a soportar algunos lugares comunes: la tortuga como símil del
carácter de Teo, los deseos bajo el tren elevado, la lluvia como epítome de
la atmósfera romántica, y la escenita tanguera con su tufillo for export.
Se destacan las actuaciones de los protagonistas. Jorge Marrale, que ha
sabido darle a Teo su grado de dramatismo y ridículo con la solvencia que
le es propia. Y la sorpresa absoluta que causa la debutante -en la pantalla
grande- Celeste Cid, que se desenvuelve con mucha soltura y logra lo que
Hollywood ha definido como “enamorar a la cámara” con su imagen entre
aniñada y misteriosa. Los secundan correctamente una comediante consumada
como Mariana Brisky y el bahiense Esteban Meloni, entre otros.
Una comedia romántica, que da motivos para disfrutarla.