Marilyn

Arquetipo de la estrella glamorosa y mito de Hollywood

El primer día de junio Norman Jean Baker -o Mortensen según otras
fuentes- hubiera cumplido ochenta años, pero su prematura muerte la fijó en
la juventud: rubia platino, curvilínea, dicen que frágil.
Nació en Los Ángeles, California. Cerca de los grandes estudios, donde
su madre trabajaba como montajista antes de que fuera internada por una
enfermedad mental, y la pequeña Norma Jean comenzara a peregrinar por
hogares sustitutos.
A los 16 se casa buscando una familia propia, pero su marido fue a
pelear en la Segunda Guerra Mundial y debió trabajar en lo que pudo. Hasta
que una producción fotográfica captó la atención de quienes le dieron los
primeros papelitos en cine.
Ya como Marilyn, participó en más de treinta films, tuvo dos
matrimonios fallidos -con el beisbolista Joe Di Maggio y el dramaturgo
Arthur Miller-, se convirtió en icono de Hollywood y de la cultura pop.
Pero sus inseguridades, y la depresión -dicen que causada por su romance
con el presidente Kennedy- la habrían impulsado a tomar demasiados
somníferos.
Hoy su mito sigue intacto, y muchos de sus films resistieron al tiempo:
Una Eva y dos adanes (1959) de Billy Wilder, considerada una de las mejores
comedias de la historia del cine. El western Almas perdidas (Otto
Premingger, 1954), y especialmente aquellas donde susurra alguna canción,
como en Los caballeros las prefieren rubias (Howard Hawkes, 1953).