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Luis Pipo Martínez

Luis Pipo Martínez

La Obra Kolpin -a la que pertenezco- es una asociación de laicos de la
Iglesia Católica que trabaja en 6 provincias en Argentina. El objetivo es
la promoción del desarrollo humano desde la misión pastoral social y tiene
su origen en el padre Adolfo Kolpin que fue un sacerdote alemán que vivió
en el siglo XVIII y que trabajó junto a los artesanos que quedaron
excluidos en los inicios de la revolución industrial. Nosotros tomamos esa
inspiración.
Estos últimos 20 años fuimos desarrollando y apoyando distintas
iniciativas productivas en Rosario. Pero empezamos a darnos cuenta a
finales de los 90 -con esa crisis terrible que vivimos- que muchos
emprendimientos productivos estaban parados, con economías regionales
desvastadas, y como emergente de la situación el problema de la
comercialización.
Como metodología de trabajo nos hicimos cargo de esa necesidad, y
empezamos de alguna manera voluntaria, espontánea, a vender productos,
muebles de algarrobo por ejemplo, fabricados en Formosa y comercializados
en Rosario. Empezamos a venderlos entre amigos, y ahí descubrimos que
dentro de la comercialización había experiencia, que en el mundo desde hace
ya 40 años se estaba planteando esa otra cuestión del comercio justo.
Y nos dimos cuenta que lo podíamos hacer, y encontramos gente sensible,
vinculadas a la Iglesia y a organizaciones, que -ante la opción- se
disponía a comprar nuestros productos y descubrimos nuestra idea de consumo
serio y responsable.

Valoraciones
En el 2003 fuimos incorporando nuevos productos alimenticios y
artesanías que fueron llegando de otros grupos. Así logramos, sobre todo
con esas carpinterías que fueron las que habían originado el proyecto, que
tengan una continuidad, que hayan mejorado sus ingresos, que eviten la
famosa intermediación: la situación del pequeño productor no es que no sepa
lo que tiene que hacer, sino que los precios que se pagan son miserables.
Esto vale también para la yerba, que estamos trabajando en articulación con
el Movimiento Agrario Misionero.
La primera conclusión fue saber que se pueden desarrollar mercados
segmentados, un mercado basado en posibilidades responsables solidarias.
Pero esto no se genera espontáneamente, sino que hay que trabajarlo y
organizarlo, no es automático que los miembros de organizaciones compren
los productos de la comunidad. Lo que pasa es todo lo contrario: el día a
día hace que terminemos comprando en los locales comerciales de las cadenas
de supermercados.
Como productores, nosotros a los consumidores que no están sólo
dispuestos a comprar por solidaridad, les tenemos que dar lo mejor, porque
sino estamos trabajando con una cierta visión de limosna, que es lo que no
queremos.

El mercado y el hombre
Un objetivo planteado es recuperar el mercado con una visión humana,
con una visión de relaciones entre las personas, recuperar el mercado como
una institución humana que ha precedido al capitalismo y -como dicen
algunos- lo va a exceder. El mercado en la antigüedad era un espacio de
intercambio de mercadería pero también un espacio de ciudadanía.
Hoy hemos demonizado al mercado capitalista, con justa razón, pero la
institución del mercado la tenemos que recuperar y resignificar, le tenemos
que dar el sentido que nosotros queremos: un espacio de diálogo, de
intercambio y encuentro entre productores y consumidores, una nueva forma
de comercializar; no tiene que ser una cosa automática donde tenemos que ir
detrás de la publicidad, de la mercadería, tenemos que reflexionar, y la
feria y el trueque son los grandes maestros.
En esa línea de trabajo, de recuperar mercado, de crear mercados
solidarios y democráticos, participamos en ferias y trabajamos con todas
las organizaciones de la economía social tradicional que han quedado
eximidas con la economía capitalista, a veces por desinterés, a veces
porque no han tenido propuestas superadoras. Mutuales de sindicatos,
cooperativas de consumo, y otras entidades organizadas por trabajadores, a
quienes tenemos que comentarles la importancia que tiene ese consumo
organizado para los emprendimientos productivos.
Por otro lado, estamos trabajando en una red de promotores del comercio
justo y solidario en organizaciones sociales. Porque tenemos que
transformar esta red social y darle valor económico: lo que pasa es que hay
una comunicación entre organizaciones sin correlato económico, la gente
después va a comprar a cualquier lado. Estamos trabajando en una
organización de promotores que son militantes del comercio justo y
solidario: van llevando la idea y trabajando en el plano cultural.
Además, estamos trabajando en recuperar parte de lo que es el mercado
capitalista donde hay trabajadores con cierta mala prensa: los almacenes.
Tenemos la imagen del almacenero que un poco se aprovecha de los precios
porque nos fía con la libreta, pero en nuestra visión muchos almacenes son
emprendimientos familiares, que sufren la concentración económica de los
grandes supermercados, y ese puede ser un buen espacio para la
comercialización de nuestros productos.

El mercado y la política
El mercado no es un hecho que se genera espontáneamente sino que es un
hecho político, el mercado que tenemos es una correlación de fuerzas donde
evidentemente los más grandes van ganando y van imponiendo sus reglas.
Esto tiene que ver con reflexionar la cuestión del mercado. Vivimos en
una sociedad donde el consumo ocupa una parte importante de nuestras vidas,
con mucha presión mediática, donde los destinatarios principales son los
chicos, los jóvenes, y tenemos que competir con eso que va generando una
idea de consumo muy particular.
En ese sentido nosotros nos podemos resignar a la crítica al consumo o
plantearnos una batalla cultural, trabajando en campañas y eventos
públicos.
Esta propuesta de comercio justo, en el marco de creación de otra
economía, no trata únicamente de encontrar nichos de mercado, ni
oportunidades de negocios: eso es insuficiente. Si nosotros no nos
planteamos la construcción de otra economía, corremos el riesgo de lo que
le pasó a la economía social tradicional de quedar eximidos de la economía
capitalista y que los valores de la economía capitalista se nos vayan
impregnando y que seamos apenas un subsistema dentro de la economía
capitalista. Nosotros debemos demostrar que podemos tener una economía que
se inspira en la calidad de vida de los trabajadores, en el cuidado del
medio ambiente, en el cuidado de las generaciones futuras: debemos
demostrar que esa economía funciona, que es práctica y eficiente.

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2011-10-25 10:11:13
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