La profecía

Título original: The Omen
Dirección: John Moore
Guión: David Seltzer
Fotografía: Johnatan Sela
Música: Marco Beltrami
Origen: USA – 2006
Intérpretes: Liev Schreiber, Julia Stiles, Mia Farrow, David Thewlis,
Nikki Amuka Bird, Reggie Austin
Calificación: Sólo apta para mayores de 16 años

A treinta años del exitoso estreno de la primera llega esta segunda
versión de La profecía, cuya característica distintiva respecto de aquella
es curiosamente no tener casi ninguna.
En ambas un diplomático estadounidense (Liev Schreiber) y su joven
esposa (Julia Stiles), tienen una vida agradable y un bello hijo; hasta que
ciertas desgracias se suceden alrededor. Y un sacerdote trae una
inquietante revelación respecto del infante.
El ignoto director John Moore -anteriormente sólo realizó Detrás de
las líneas enemigas (2001) y la remake de El vuelo del Fénix (2004)- ha
copiado diligentemente la mayor parte de lo hecho por el veterano Richard
Donner, un experto en cine de acción, que logró uno de los films -junto a
El bebé de Rosmary (Roman Polanski; 1968) y El exorcista (William Friedkin;
1973)- que sacaron al género de terror de la clase B, dándole un lugar en
la gran industria.
Repite el guionista David Seltzer, que adaptó algún diálogo sin afilar
demasiado el lápiz.
Después, se trata de una transposición literal -Gus Van Sant hizo algo
similar en 1998 respecto a Psicosis de Hitchcock e insistió en llamarlo
homenaje-, que funciona de a ratos. Porque el tiempo deja huellas, y tras
treinta años de efectos especiales algunos sustos ya no asustan. Además, la
introducción se siente morosa en vez de ominosa, y el desenlace luce
abrupto en comparación.
Respecto de las interpretaciones el balance se equilibra, porque si
bien en la primer versión sobresalía la pareja protagónica de Gregory Peck
y Lee Reemick, en esta lo mejor pasa por los secundarios. Los de los
británicos Pete Postlewhite, como el Padre Brennan, y David Thewlis, como
el reportero. Y el de Mia Farrow -una clara referencia clara a Polansky-
como la malvada niñera.
El resultado final no es malo, pero ciertas mejoras visuales no suplen
la perdida capacidad de sorprender -habría que tener menos de quince años o
no haber visto otro film de terror para ello-, y cabe preguntarse si aun
desde el punto de vista comercial sirve arreglar lo que todavía funciona.