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La crisis económica y América Latina

La crisis económica y América Latina

Nuestra mirada se vuelve hoy global, para tratar de medir los alcances
que el impresionante derrumbe de los centros financieros en EEUU, Europa y
Asia tendrá en los países del sur. Constatamos que las materias primas de
la región, que alcanzaron a comienzos de año sus topes históricos, están
fuertemente a la baja. También caen las remesas de los inmigrantes, muchos
de los cuales han perdido sus trabajos en los países “desarrollados”. Esos
son los principales síntomas iniciales. Pero repasemos primero lo poco que
sabemos sobre el sismo planetario de la economía, y recordemos algunos
datos que pueden ayudar a ver más claro.

Más por menos
Cuanto más nos informan los medios sobre la crisis capitalista, menos
se entiende. Hemos pasado de unos años en los que los titulares de la
prensa económica pregonaban cada semestre que el Banco Tal o el Banco Cual
habían obtenido beneficios superiores al 40, 60 u 80% del mismo periodo del
año anterior.
Miles de millones de dólares. Fue una constante. Ahora, en pocos meses,
esa bonanza parece haberse evaporado y son los gobiernos los que dejan de
lado su culto neoliberal y su respeto por la “autorregulación del mercado”
para “inyectar” dinero público para salvar las estructuras financieras.
Como dijo uno de los “capos” del empresariado español: “Por un tiempo
pongamos entre paréntesis la economía de mercado”. En esos, o similares
términos, la idea predominaba entre los ejecutivos de las grandes
corporaciones bancarias, de seguros o financieras. O sea que a un período
de ganancias fabulosas y especulación salvaje, debe seguir un “ajuste” en
el que el Estado debe destinar importantes sumas del dinero público para
“tapar los agujeros”. Esas son las reglas tramposas de los fulleros de
guante blanco, los atildados personajes del Banco Mundial, del Fondo
Monetario Internacional, los “croupiers” de las financieras que ahora se
han derrumbado.

Estafadores “blindados”
Si Ud. intenta salir adelante con un kiosco, o “polirrubro” y la cosa
le va mal, tendrá que cerrar y afrontar como pueda las deudas pendientes
con sus proveedores. Curiosamente estos personajes que han llevado a la
ruina a “gigantes” como Merrill Lynch, a Freddie Mac, a Lehman Brothers, a
Washington Mutual, se han marchado cobrando sus blindadas indemnizaciones
de varias decenas de millones de euros. Han dejado detrás, pérdidas de
miles de millones, la ruina de muchos ahorristas y la desaparición de miles
de puestos de trabajo.
James Cayne, el máximo responsable de Bear Stearns se marchó a un
torneo de bridge mientras colapsaban dos fondos de inversión que finalmente
provocaron el hundimiento de la quinta entidad financiera de los Estados
Unidos. Cayne ni siquiera encendió su móvil. Tenía razón para no
preocuparse: él se llevó una indemnización de más de 38 millones de
dólares. En una lista interminable, los ejecutivos se fueron por la puerta
de atrás, pero con las carteras llenas.
Otro dato: en 1976 la retribución media de los máximos ejecutivos en
las corporaciones norteamericanas era 36 veces superior al sueldo medio de
un trabajador de la misma empresa. En el 2007, cada directivo recibió 257
veces más que la retribución de sus trabajadores. “Culpables, millonarios e
impunes”, tituló un diario español. Pero sería un error pensar que lo que
ha fallado es una generación de directivos. La crisis está en el sistema,
no en los que lo gestionan conforme las “leyes del mercado”.

Lo que vendrá
Es difícil aventurar pronósticos en medio de estas turbulencias, y más
aún vaticinar que ocurrirá con la virtual nacionalización de los más
importantes bancos o financieras del planeta. De hecho, está en marcha un
proceso de concentración donde las empresas que sobrevivieron, se “comen” a
las que se hundieron. Si los estados no cambian las reglas del sistema, y
los millones aportados son simplemente un “salvataje” coyuntural, no pueden
esperarse tiempos mejores. Históricamente, estas crisis han tenido graves
consecuencias, especialmente para los sectores más débiles e indefensos de
la sociedad, como lo son los asalariados. Y hoy, en un mundo tan
interrelacionado, la propagación de estas malas consecuencias será más
rápida y más extensa.

En estas tierras
En nuestra América Latina, este desbarajuste de la economía ocasionará
una caída de los pedidos de materias primas, particularmente en el área
centroamericana y una merma importante de las remesas que envían sus
inmigrantes. Algunas de las principales materias primas han perdido valor
en el mercado internacional. Es el caso del crudo venezolano, la soja
brasileña y argentina, o el cobre chileno, que han constituido la base del
crecimiento económico en la región. Pero lo mismo sucede con el café, el
maíz, el azúcar, textiles o maderas. México cuyas exportaciones en un 80%
están dirigidas a Estados Unidos, estará en primera línea para recibir los
efectos de la crisis. También se resentirán los demás países del área que
tienen firmados tratados de libre comercio (TLC) con el gobierno
norteamericano.
Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial, consideró
injusto el efecto que tendrá la crisis en los países del sur. “La crisis
viene a América Latina desde afuera, y en un momento en el que los países
del área están comenzando a desarrollar un crecimiento más robusto”.
Algunos gobiernos de la región, por ejemplo los miembros del Mercosur, ya
expresaron su intención de reunirse para analizar el impacto de la crisis y
adoptar medidas conjuntas.
Los efectos de la debacle económica originada en los centros
financieros de los Estados Unidos, sin embargo, pueden también significar
una oportunidad para los países latinoamericanos de acelerar sus procesos
internos de desarrollo, de complementariedad regional, y de procurar
decisiones colectivas. Las circunstancias favorecen los objetivos de los
movimientos sociales más activos en el continente que exigen romper la
dependencia que ha existido con los grandes centros de poder económico.
Pero todo se hará más difícil porque los países del sur deberán afrontar la
conjunción de la crisis energética, la alimentaria, la financiera y la
causada por el cambio climático. Esta última ha provocado pérdidas enormes
en países del Caribe. Cinco mil millones de dólares en Cuba, con la
destrucción de importantes infraestructuras. O el caso de Haití, donde los
niveles de miseria y carencia superan los de muchas regiones pobres del
planeta.
El transcurso de las próximas semanas podrán verse más claramente las
consecuencias del estallido del modelo especulativo e irresponsable de la
economía mundial, otra de las herencias funestas y perversas que nos
dejarán los neoliberales que gobernaron junto al presidente George W. Bush,
afortunadamente ya en la fase terminal de su segundo mandato.

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2011-10-25 10:11:13
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