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INSEGURIDAD I

INSEGURIDAD I
No murieron de frío

Pudimos soñar un planeta de amor pero preferimos diseñar un mundo
brutal y miserable, donde la mayoría piensa que los niños descalzos caminan
con los pies desnudos porque poseen cierta sabiduría genética. Como si
estuviésemos enamorados de nuestra propia estupidez, inventamos una
sociedad, nos sometimos a sus normas. Una pesadilla perfecta.
No haber nacido nunca quizás sea la mayor dádiva para esos niños que
estaban allí hace un año, dando cotidianamente señales de muerte en la
vieja estación de ferrocarril de Villa Valeria -en la provincia de Córdoba-
viviendo en dos vagones destartalados bajo lunas de sangre. Pero el corazón
sufre según su tamaño.
Jésica Talía Abregó (3 meses), Marilyn Maribel Abregó (10 meses),
Vanesa Alejandra Sitjas (2 años), Susana Camila Beatriz Arrieta (6 años),
Marcela Celeste Arrieta (8 años), Marisol del Valle Abregó (13 años),
Analía Celestina Abregó (14 años) y Ceferino Ángel Tuama (22 años) murieron
el 29 de mayo devorados por el fuego que encendieron manos de escarcha,
mientras en los riquísimos campos de soja danzan -inocentes invictos-
estancieros de buena próstata. El derecho se aquieta: no le es posible ir
más allá.
Cómo hallar entre tumbas blancas la esperanza, si nadie descubrió la
delicia de vos.

Fuente más chica Alberto Morlachetti, para Agencia Pelota de Trapo

[pic]

INSEGURIDAD II
Ricos, asesinos y famosos

(APE).- La televisión argentina mantiene un ritmo sostenido de
linchamientos y ejecuciones. A quién matamos hoy. A quién desnudamos hoy.
Con qué hacemos llorar (o reír) esta noche.
El mito del periodismo “vigía de la república” les sirve a ciertos
empresarios como coartada para justificar lo injustificable.
Así, los noticieros de televisión, cada vez más, se solazan en el
relato de las miserias humanas y lejos de denunciar al poder o de
investigar al victimario, escarban sin piedad en las heridas de las
víctimas.
En la administración de contenidos que hacen los medios, siguiendo
recetas de la industria del espectáculo, las áridas estadísticas del hambre
y la conflictividad social son reemplazadas, cada día, por crónicas o
historias sensacionales.
“La gente quiere conocer las intimidades de los ricos y famosos”,
suelen decir, excusándose, los editores.
Cuando el crimen, la felonía o la traición llaman a las puertas de un
country o un barrio privado -piensan- eso aportará un atractivo adicional a
las historias.
A falta de Justicia con mayúsculas (y de justicia, a secas) los
noticieros televisivos le proponen al público que se consuele o se evada
mirando un folletín que se alimenta de las desgracias y calamidades
“ajenas”.
Eso es también una forma del control social. Eso es también una forma
de dominación.

Crímenes invisibles
En el último boletín de la CORREPI se denuncia el caso de la violación
y ataque con arma de fuego a una chica de 17 años en Necochea, delito
cometido, presuntamente, por un agente policial, así como el asalto y
brutal agresión a dos ancianos -uno de ellos ya falleció- ocurrido en City
Bell, en donde el responsable habría sido, según surge de la investigación,
otro agente de policía.
¿Podían competir estos crímenes de la semana que pasó con el
espectacular giro producido en el caso Dalmasso, que investiga la violación
y muerte de una empresaria de Río Cuarto? De ningún modo.
Luego de lanzarse la presunción de que el mismo hijo de la víctima
habría sido el asesino y de ventilar intimidades del presunto culpable, la
televisión y algunos medios gráficos se dieron a la tarea de
“psicoanalizar” el caso Dalmasso, hacer la autopsia psicológica del cadáver
(sic) y mostrar, a toda hora -incluso en horarios de protección al menor-
los ribetes más escandalosos de esa historia.
Frente a eso, las “modestas” denuncias de la CORREPI sobre dos delitos
que, por sugestiva coincidencia, involucran a policías, no tenían la menor
chance de competir, en el mercado de los medios masivos.
Según los informes de la citada organización, ya son más de 2.000 los
menores muertos desde 1983, en hechos que casi siempre involucran a
policías, a vigiladores o a miembros de las fuerzas de seguridad.
Más de 600 de esos casos habrían ocurrido en los últimos cuatro años,
es decir, durante un gobierno que dice tener como prioridad, en su agenda,
los Derechos Humanos.
Pero los hechos que han merecido la permanente atención de los medios,
en estos últimos años, son muy pocos: María Marta García Belsunce, Natalia
Fraticelli, Nora Dalmasso, algún otro.
Hay casos en donde la connotación política es dominante, como la
desaparición de Julio López en el barrio Los Hornos de La Plata; o como los
asesinatos de Leyla Nazar y Patricia Villalba en La Dársena, Santiago del
Estero.
También hay campañas mediáticas que llegan desde el extranjero, como la
que se ha montado para buscar a la niña Madeleine McCann, secuestrada hace
algunas semanas en Portugal.
Para el resto de los crímenes no hay nombres, ni apellidos, ni
noticias. Y cuando son mencionados, fugazmente, por algún noticiero,
rápidamente pasan al olvido.

Fuente más chica Oscar Taffetani, para Agencia Pelota de Trapo

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2011-10-25 10:11:13
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