HAY FOTOS MALAS PERO HAY QUE PONERLAS IGUAL

GRAL. DANIEL CERRI
Centro de Alfabetización

La localidad de Gral. Cerri vivió un una época memorable para sus
habitantes, como fue el auge del frigorífico CAP Cuatreros. Aunque en la
década del 90 esta fábrica, junto a muchas en todo el país, entró en crisis
y cerró sus puertas dejando a casi toda una comunidad paralizada y sin
empleo.
Entre las muchas consecuencias que esta situación acarreó, tanto
económicas como sociales y políticas, la búsqueda de nuevos rumbos y
fuentes laborales fueron las que más marcaron al habitante de Cerri.
Una de las cientos de historias que se vivieron a partir de esta crisis
en la localidad fue la Silvia Arrúa. Ella fundó el primer centro de
alfabetización que funciona en Cerri hace 5 años, el 17 de mayo “cuando
hubo inconvenientes de trabajo, que cerró un frigorífico de la ciudad.
Realmente necesité trabajar… El día de la mujer, vi por televisión a la
coordinadora de los centros, Estela Caballero, que hablaba de los centros
de alfabetización que funcionan en Bahía Blanca desde hace 15 años. Yo ya
había trabajado en estos centros cuando eran nacionales… Me presenté en la
Municipalidad, les dije que necesitaba trabajar y les pregunté si no podía
formar un grupo para alfabetizar en Cerri donde solamente había uno, el
Centro de Adultos Nº 709 en la Escuela Nº 14. Por eso me incliné hacia la
Escuela Nº 10”.
Silvia tiene una carrera docente de 46 años, fue maestra y directora de
escuela en Gral. Cerri y es conocida y querida por todos.
“Me dijeron que no me prometían nada, pero que hiciera un censo,
entonces hice un diagnóstico del lugar y encontré mucha gente que
necesitaba alfabetizarse, aprender a leer y escribir. Así fue que el 17 de
mayo de 2001 comenzamos con las clases”, contó la alfabetizadora.
En la actualidad hay 15 personas de entre 26 y 71 años recibiendo
educación, los martes y jueves durante dos horas y media: “Es una especie
de taller, es más distendido, no está el apuro de si hoy aprendió o no… al
contrario, se lo respeta al alumno, se lo estimula, se le tiene paciencia y
consideraciones”.
Además de la clase, cada 15 días se propone un aula taller, un espacio
para desarrollar otras actividades. “Probamos varias cosas ya, un año
hicimos el taller de pan, donde amasábamos el pan para el comedor de la
escuela de ese día. Otro año me encontré con Susana Lambrecht, que me contó
que estaba trabajando con el reciclado, enseguida inventamos algo y
apareció en el Centro y hace 2 años que está con nosotros voluntariamente.
A la gente les encanta, porque se utilizan materiales que no hay que gastar
y se hacen unas cosas hermosas”.
Cuando le preguntamos a Silvia por su mayor orgullo, emocionada nos
cuenta que “lo lindo de esto es que uno se da cuenta que todavía hace
falta, y que hacés bien a mucha gente. Todos los días recibo el
agradecimiento de estas personas. Otra cosa que llama poderosamente la
atención es que nunca se quejan… Si yo te dijera que de las 15 personas, 12
o 13 tienen problemas de distintas índoles, y nunca vas a escuchar una
queja en el salón, es muy linda tarea, es un regalito de Dios a esta altura
de mi vida”. Silvia destaca así el buen clima de respeto y el hecho que
nunca hubo una discusión, al contrario, el de 26 años charla y es amigo del
de 70. La mayoría de los alumnos son mujeres.
Una vez que alcanzan el nivel de un sexto grado, el alumno pasa a la
educación formal que brinda el Centro de Adultos: “Hay gente que está casi
en el mismo nivel desde que entró, hay gente que no viene más, o si pasa,
les cuesta venir, porque es lejos y a veces no pueden, no te olvides que el
nivel que manejamos es muy precario, pero muy trabajador”.
Uno de los logros que tuvieron como Centro, fue la publicación en el
2004 de un libro artesanal referido a sus actividades, con textos escritos
por los mismos alumnos.
Para finalizar, Silvia destacó el trabajo que se viene realizando con
la coordinadora Estela Caballero y la colaboración de la escuela Nº 10 de
Cerri que les presta el lugar con todas las comodidades.