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G-20

G-20
“Un pequeño retoque de pintura en un planeta en ruinas”

Los mandatarios de los países que concentran casi el 80% de la economía
mundial decidieron en la cumbre de Londres una serie de medidas que
consideran serán eficaces para superar la crisis capitalista que -con
distinta intensidad- afecta a todas las naciones del planeta.
Para los portavoces de los países ricos, de las grandes finanzas,
directivos de las transnacionales y gobernantes, parece que acaba de
consumarse una especie de milagro. De la reunión en Londres se destaca la
coincidencia básica de que el mundo necesita recuperar confianza en el
sistema financiero. Y en eso, los principales personajes llevaban bien
aprendido su papel. Se prodigaron en sonrisas y algunos parecían traviesos
compinches de colegio en sus gestos y sus bromas. Los grandes medios de
comunicación se sumaron al optimismo rampante que acompañó el acuerdo de la
cumbre del G-20.
Las diferencias que se percibían antes de la reunión se diluyeron en el
consenso para el documento final, donde la retórica reluce más que las
decisiones concretas. Las palabras expresan preocupación no sólo por las
economías de los países ricos, sino por la recuperación de las economías
como las de América Latina y el sudeste asiático, que avanzaban a buen
ritmo hasta fines del año pasado. Afirman que el colapso que padece el
crédito, será superado por la inyección de un billón de dólares.

Esta película ya la vimos…
El Fondo Monetario Internacional, ese viejo conocido de los pueblos
latinomericanos, recibirá unos 500 mil millones de dólares, además de otros
recursos que dispondrá el Banco Mundial para eventuales ayudas a los países
que en su jerga denominan “emergentes” aunque es más exacto el término
“empobrecidos”. Entre loas y alabanzas intentan colocar nuevamente en la
escena internacional a un organismo desacreditado y rechazado, sin promover
cambio alguno en su estructura y sus normas.
Es inevitable pensar en lo que fue el proceso de los años ‘70-80,
cuando muchos países -Argentina incluida – se endeudaron en muchos casos en
forma innecesaria y finalmente sus economías quedaron sujetas al perverso
dictado de las normas del F.M.I., o sea los planes de ajuste estructural,
la paralización del desarrollo interno, privatizaciones y todo lo que ya
conocemos por haberlo vivido en carne propia. Porque nada se dijo de hacer
modificaciones drásticas en ese organismo internacional que ha sido en
realidad el propagador de la crisis y cuyos dictados responden a quienes
controlan el comercio mundial. Por tanto, no es especulación pensar que lo
que se intenta revitalizar es el mecanismo de la deuda y la dependencia que
ahoga la soberanía y la autodeterminación de los países. Y con ello frenar
y revertir el proceso de desarrollo independiente que a distintos ritmos e
intensidades llevan adelante varios países del continente americano.

Los “paraísos” de ladrones y criminales
Francia y Alemania exigían previamente, o al menos de forma paralela,
reformas profundas en el sistema financiero, fuertes controles y la
desaparición de los paraísos fiscales, esos donde se permiten depósitos
ilimitados a personas no residentes y con la protección del secreto
bancario. Esos grandes agujeros donde suele desaparecer el dinero negro, no
solo del narcotráfico o de la delincuencia, sino también de múltiples
operaciones ilícitas de todo tipo, e inclusive depósitos de grandes
empresas internacionales. 
Pero en realidad no hay indicios concretos de medidas que fijen forma y
tiempo de cómo acabar con esos «paraísos» que terminan siendo el buen
recaudo de dineros mal habidos, como puede haber ocurrido con el
supermillonario botín del Sr. Maldoff, el financiero estafador
norteamericano. Por eso hay quienes califican las decisiones de la reunión
en Londres como una puesta en escena para encubrir básicamente la
continuidad del mismo esquema económico-financiero planetario.
Para el economista crítico Eric Toussaint, doctor en ciencias políticas
y presidente del Comité Internacional para la anulación de la deuda externa
del Tercer Mundo, las decisiones del G-20 son “un pequeño retoque de
pintura en un planeta en ruinas”. Cree que los anuncios del fin de los
paraísos fiscales y el freno a las fabulosas remuneraciones de los
directivos de las más grandes empresas, no pasarán de ser una maniobra
distractiva. Afirma que posiblemente se sancionarán algunos casos
escandalosos, pero el control no irá mucho más lejos que el existente, que
en definitiva permitió llegar al punto de estallido y de crisis que hoy ya
están pagando los sectores más empobrecidos del planeta.
Para muchos movimientos sociales, se trata de vender el mismo
capitalismo depredador en nuevo envase. El argentino Claudio Lozano
escribió que “el fracaso del G-20 vuelve a plantear la imprescindible
necesidad de fortalecer la integración regional para transformar a América
Latina en un jugador central de un nuevo proyecto global”.
 

PERÚ
Fujimori culpable de asesinatos

Con un fallo histórico, la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de
Justicia peruana condenó al ex presidente Alberto Fujimori a 25 años de
prisión por las matanzas de Barrios Altos (1991), y La Cantuta (1992) y
también por los secuestros de un periodista y un empresario. Así finalizó
el proceso que presidió el juez César San Martín, quien precisó que el
grupo militar denominado Colina, actuó de forma encubierta en las
operaciones represivas que incluyeron al menos 50 asesinatos en 15 meses.
También precisó la responsabilidad del gobierno de Fujimori no solo en las
matanzas sino también en las actividades desplegadas para ocultar los
hechos criminales.
El ex presidente gobernó Perú de modo autoritario durante una década
(entre los años 1990 y el 2000). Durante su gobierno reprimió a la
guerrilla maoísta de Sendero Luminoso, también responsable de haber
ejercido una cruel violencia en áreas campesinas peruanas. Pero el carácter
represivo del gobierno – cuyo aparato de inteligencia dirigía el coronel
Vladimiro Montesinos – se extendió también a sectores opositores, a
estudiantes, trabajadores y en especial a militantes de grupos de
izquierda, utilizando para ello fuerzas para-policiales como el Grupo
Colina.
Otro macabro episodio de su mandato, fue la recuperación a sangre y
fuego de la embajada japonesa en Tokio por el grupo MRTA (Tupac Amaru), que
culminó con el asesinato de todos los ocupantes del edificio. Pero a pesar
de resistencia interna y a las denuncias internacionales por sus acciones
violentas, fue un escándalo de corrupción el que provocó la caída de su
gobierno en el 2000. Fujimori huyó entonces a Japón. Allí vivió cinco años
eludiendo los pedidos de extradición amparado en su nacionalidad japonesa
por origen familiar. En el 2005 tentado por la posible influencia política
que mantenía en Perú, Fujimori viajó a Chile y estableció en ese país su
residencia temporal. Allí las demandas de la justicia peruana motivaron su
detención y posterior traslado a Lima en el 2007. La condena es en realidad
la segunda que recibe Fujimori, que ya cumple una sentencia de seis años de
cárcel por usurpación de funciones y afronta otros dos procesos penales por
delitos de corrupción.
El ex presidente anunció que apelará el fallo judicial. Observadores de
organismos internacionales como Amnistía Internacional, saludaron la
decisión del Tribunal Supremo de Perú de condenar a Fujimori. Afirman
que constituye un importante avance para promover la justicia en los casos
de violación de los Derechos Humanos por los Estados y demuestra que ni
siquiera los ex presidentes pueden lograr que sus delitos queden impunes.

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2011-10-25 10:11:13
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