Violencia No. Ni hoy, ni ayer, ni mañana, ni nunca.

Desde siempre la violencia es la manera elegida por aquellos que no responden a la razón ni a la justicia. Aquellos que rechazan las maneras naturales de manifestarse y expresarse y de confrontar ideas.
La reacción irracional más común es el uso de la violencia. Si alguien o un grupo no alcanza todo lo que quiere fácil y rápidamente, entonces acude a imponer su voluntad “por las malas”, valiéndose de la fuerza, ya sea física o psicológica. Así se propaga la imposición por sobre la razón.
La misma ciudad que participó con el silencio y desde la indiferencia de los actos violentos de la época de la dictadura, asiste hoy impávida ante las prácticas violentas y delincuenciales que se extienden hasta esta época de libertad y democracia.
Nos vamos acostumbrando, con la pasividad de los corderos, a la mentira, a la extorsión solapada en las negociaciones, a las amenazas telefónicas, a los incendios de casas, edificios, colectivos e intendencias, a los golpes en la cara en la cabeza en los brazos, a que se quite la vida de una persona, a que nos mutilen la esperanza.
Pero ya basta. Tienen que aprender los violentos que Bahía Blanca no quiere que continúen estas prácticas.
Prácticas que son comunes en mentes arcaicas donde la resolución de conflictos es por la fuerza y quebrando al oponente. Maneras delincuenciales y cuasimafiosas, modos que van desde la extorsión al asesinato, pasando por la violencia ejercida sobre proyectos, bienes y conciencias.
Y acá debemos recordar sucesos anteriores, hacer un repaso de otros incendios, destrozos de bienes y violencias: pérdidas materiales, voluntades dobladas y hasta los muertos que nos han marcado en Bahía Blanca a ritmo cadencioso en los últimos años.
Los hechos absolutamente aterradores y deplorables sufridos por nuestra ciudad en este último atentado en la Municipalidad de Bahía Blanca dan muestra que las viejas prácticas violentas siguen en medio de nuestras instituciones y las degradan.
Con el incendio a nuestro despacho de la intendencia queda reflejado cómo la mano de obra violenta y bruta es usada en momentos oportunos por los autores intelectuales que seguramente ven tocado algún interés propio y mezquino, o vislumbran algún ventajoso rédito electoral o económico.
A la violencia debemos responderle con más democracia. Pero no de manera declamatoria sino profunda y verdadera. Debemos recrear nuestras instituciones desde las prácticas democráticas y cercanas a la promoción de los valores y de la construcción ciudadana. Y para eso es necesario una depuración en nuestras instituciones de viejas prácticas instaladas desde el autoritarismo, la violencia y el miedo.
Debemos decodificar y luego poner negro sobre blanco qué significa democracia en cada una de nuestras organizaciones. Y así aferrarnos a los derechos humanos y a los principios más básicos como son la libertad, la tolerancia y la no violencia. Promoverlos, defenderlos y propalarlos.
Tienen que aprender los violentos que Bahía Blanca no quiere que continúen estas prácticas. Ni hoy, ni ayer, ni mañana, ni nunca. VIOLENCIA NO.