Desde distintos sectores se comenzó a instalar en la agenda pública un posible aumento en la tarifa de colectivos. Desde la posición del aumento inmediato hasta la de esperar a que mejore el servicio, hay un consenso que no contempla la situación económica de los usuarios.
Semanas atrás hubo una nueva reunión para discutir la situación del servicio de transporte público de Bahía Blanca. A la mesa se sentaron empresas, concejales y vecinos en representación de los usuarios.
Como queda reflejado diariamente, la propuesta privada llevada adelante por las empresas Plaza, Mayo y Fournier está lejos de ser la mejor del país, tal como presagiara en su momento el intendente Cristian Breitenstein. Quienes recorren las calles se encuentran con unidades rotas, sucias, no tan nuevas como en los tiempos inaugurales, con rampas que no funcionan, todas cuestiones a las que los usuarios se acostumbran mansamente. Ya no tanto a uno de los mayores problemas que plantea este sistema: las frecuencias ampliamente incumplidas, que generan largas esperas y enojos de los pasajeros, colectivos llenísimos, con la consiguiente pasada sin detenerse en no pocas ocasiones.
Estas falencias no estaban en el horizonte cuando se decidió la convocatoria a empresas cuyos dueños no eran de la ciudad. Las promesas pertenecían al mejor sistema del país con un costo aumentado a $ 1,80.
Hoy aparece en el discurso de algunos ediles la necesidad que tienen las empresas de mejorar su rentabilidad económica, y se vuelve a hablar de un nuevo aumento del boleto. Marcelo Ciccola, presidente del Concejo Deliberante, declaró a un medio local la posibilidad de aumentar la tarifa tal como piden las empresas: Lo que tiene que entender el vecino es que el aumento es parte de un acuerdo que está en el pliego licitatorio y que va a tener un mejor servicio, había dicho Ciccola.
Parte del acuerdo -quizás no le recordaron al funcionario- era que ese mejor servicio tuviera el costo que actualmente tiene.
La voz opositora de otros sectores habla de incrementarlo sólo en caso de que se mejore el servicio. Pasado en limpio, si se cumple con el servicio, se aumenta. Sin importar los meses de incumplimiento. Sin discutir las características de un servicio público. Ya aceptamos el aumento.
Cumplí y te aumento
EcoDias consultó a algunos ediles, quienes si bien discreparon con la posición oficialista, tampoco se diferenciaron en cuanto a que tarde o temprano, de cumplirse algunas condiciones, el aumento va a ser realidad. Alejandro Curino, del Frente Para la Victoria Independiente, estuvo en la reunión mencionada al principio de esta nota, y señaló: Todos estamos de acuerdo en que puede haber una readecuación de la tarifa, lo que no estamos de acuerdo es en el monto, que todavía no hemos hablado, ni en el momento. Yo dije en la reunión y le dije a la gente de Plaza y de Fournier, que dado el estado de desconfianza mutua que hay entre concejales y ciudadanos por un lado y las empresas por el otro, no íbamos a acompañar con nuestro voto por lo menos un aumento de colectivo hasta que no viéramos una demostración de buena voluntad por parte de las empresas.
Esa buena voluntad debe manifestarse en el cumplimiento de las frecuencias y en un mejoramiento concreto para con el servicio prestado al vecino: Cuando nosotros veamos eso y veamos que los vecinos dejan de llamar a las radios, y dejemos de ver las colas de gente esperando en las paradas, entonces vamos a tener la voluntad de sentarnos a discutir un aumento de boleto, en qué cantidad y no descartar otro tipo de impuesto para que no le cargue todo el incremento del boleto al vecino.
Respecto a los usuarios presentes en el encuentro, el concejal vio dos grupos diferenciados: Un grupo que es el que conforma
Memoria
El concejal Curino recordó otros tiempos en los que las empresas decían que recorriendo una cantidad de kilómetros igual o superior a la actual, cuando por primera vez llegaron a Bahía Blanca, el boleto a $ 1,35 les alcanzaba: Ahora lo tienen a 1,80. Está bien que algo de inflación debe haber habido en el medio pero fuimos de
El edil manifestó que se debe exigir tanto a las empresas como se les viene exigiendo a los usuarios. Sin embargo, señaló que si cumplen con el servicio después se discutirá el incremento.
A su vez, el concejal radical Carlos Ocaña no se diferenció de su colega: Creemos que el sistema primero tiene que ajustarse a lo que fue licitado, ese sistema que se pretendía imponer en Bahía Blanca, y luego se podrá analizar si la tarifa está desfasada o no. Hoy la realidad es que el servicio es malo y por eso a lo mejor la tarifa es baja. No le podemos decir al usuario que pague un valor alto por un servicio malo, primero tendrá que mejorarse el servicio y ponerse a la altura de lo que se pretende cobrar, esa ha sido nuestra posición y así lo entendemos.
Además, Ocaña tuvo críticas para con el secretario de Gobierno, Hugo Borelli, tras la posibilidad anunciada de subsidiar la tarifa: Me llama completamente la atención ya que el presupuesto de gastos previsto para este año no contempla absolutamente un solo peso para subsidio del transporte de colectivo. El secretario, como siempre tratando de tirar culpas hacia otro lado, ha dicho que esto todavía no podría implementarse porque el presupuesto no está aprobado.
Quiero aclarar ese punto porque después -cuando esté aprobado- tampoco se va a poder implementar porque no está prevista la partida para subsidios al transporte público.
Para Ocaña, las mejoras no las debe prestar ni el municipio ni los usuarios sino las empresas. Más allá de que asuma que la tarifa hoy es baja por la precariedad del sistema y los usuarios que desisten de utilizar el transporte público, las empresas tienen que mostrar la buena voluntad de mejorar el servicio, de hacer un servicio de acuerdo a la tarifa que reclaman. Si eso sucede no vamos a dudar un instante en autorizar el aumento que corresponda. Pero ese aumento tiene que ser para el servicio que se brinda, no para uno menor.
Hay algo que es cierto, el aumento está instalado en la mente y el discurso de la dirigencia política. Los usuarios saben que su destino próximo es hacer la concurrida cola de siempre para subir al colectivo y pagar por ahora el peso con ochenta, que no es poco para un trabajador asalariado. Veremos qué capítulos se siguen escribiendo por estos días.
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