El Señor de la Guerra

Título original: Lord of War
Guión y dirección: Andrew Niccol
Fotografía: Amir Mokri
Música: Antonio Pinto, Nathan Whitehead
Origen: USA – 2005
Calificación: Sólo apta para mayores de 16 años
Intérpretes: Nicolas Cage, Jared Leto, Bridget Moynahan, Ian Holm,
Ethan Hawke, Eamonn Walter

El neozelandés Andrew Niccol ya tenía experiencia como guionista cuando
debutó como director con Gattaca (1997) y luego le siguió S1m0ne (2002).
Ambos films de ciencia ficción, de los que el primero fue el más logrado.
El Señor de la Guerra implica un cambio de género y de rumbo para el
realizador, que mezcla acción y drama, inspirado en hechos reales. Con una
crítica al armamentismo que le quitó el apoyo de los grandes estudios -el
conflicto con Irak tuvo que ver con ello- y lo obligó a una producción
independiente con aporte de capitales franceses.
La trama gira alrededor de Yuri Orlov (Nicolas Cage), un inmigrante
ucraniano en Estados Unidos que trabaja en el modesto restaurant familiar
en “la pequeña Odessa”. Hasta que en los ochenta, la violencia del barrio
le descubre que las balas y las armas son tan necesarias como la sopa, pero
infinitamente más lucrativas.
Las estadísticas le muestran que una de cada doce personas está armada,
y su “cruzada” personal será lograr lo mismo con las otras once, aunque a
veces un policía honesto o su propia conciencia se lo compliquen.
Los traficantes de armas suelen aparecer frecuentemente en un plano
secundario en los films de acción, pero pocas veces han sido el centro. En
este caso, la figura ficticia del voluntarioso e inescrupuloso Orlov, se
usa como excusa para mostrar sucesos reales -el contrabando del enorme
arsenal soviético después de la caída del régimen, entre muchos otros- que
han sido hitos en el negocio.
Un seguimiento interesante -muchos traficantes profesionales
colaboraron con la producción y consiguieron las armas reales que se usaron
por ser ¡más baratas que las de utilería!- por la información que aporta y
la ironía del tono. Aunque se abuse un poco de la voz off; sobren unos
quince minutos de metraje; y el retrato de los dictadores africanos -los
mejores clientes del momento- sea demasiado caricaturesca.
En el terreno interpretativo, acapara Cage -casi no hay cuadro en que
no participe- pero afortunadamente sin sobreactuar tanto como puede. Lo
acompañan decorosamente Ethan Hawke como un dedicado agente de Interpol, y
Jared Leto como Vitaly, el hermano menor del protagonista.
Un impactante vistazo al letal tráfico -los títulos de apertura
encierran un pequeño documental sobre el camino que recorre una bala desde
la fábrica a la víctima correspondiente-, que determina buena parte de la
historia presente, y quizás la futura.