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El otro campo argentino

El Centro Ecuménico de Educación Popular (CEDEPO) es una organización que trabaja con productores familiares de la provincia de Buenos Aires en la promoción de la agroecología.
Realidad y objetivos de quienes trabajan realmente en y por la tierra, y no son mencionados por aquellos que ostentan, en los medios de comunicación, la potestad del campo.

Es sabido que desde hace más de un año las patronales de los productores agropecuarios vienen manteniendo un conflicto con el gobierno nacional. En casi todos los canales de televisión se puede ver a las autoridades de federaciones y sociedades que dicen representar al campo argentino. Sin embargo, existe otro campo argentino, un sector rural diferente que es aquel que nunca es mencionado en los medios masivos de comunicación: los productores familiares.
El CEDEPO trabaja desde hace 15 años en diferentes sectores de la provincia de Buenos Aires con productores familiares en lo que refiere a la promoción de la agroecología. El CEDEPO realiza un acompañamiento de los procesos organizativos y productivos con el objetivo de mejorar la calidad de las producciones, generando así los mercados para que los productores puedan exponer sus producciones.
La idea de la agricultura familiar se diferencia de los agronegocios que suelen defender aquellos que representan al campo en el actual conflicto, y aspira a una sociedad más justa e igualitaria, a una agricultura con agricultores y con una manera de producir que sea respetuosa de la herencia recibida. Dicha herencia se entiende en algo tan importante como la tierra.

Productores
EcoDias dialogó con Martín Goizueta, integrante del CEDEPO y de Madre Tierra de Tres Arroyos, que junto con otras 18 organizaciones forman parte de la Mesa Provincial de Organizaciones de Productores Familiares de la Provincia de Buenos Aires: “El proyecto Madre Tierra es un mercado del productor al consumidor. Hemos recuperado un viejo galpón del ferrocarril y ahí todos los fines de semana, sábados y domingos, abrimos las puertas del mercado donde alrededor de treinta familias exponen sus productos a la venta del público tresarroyense. A la vez, venimos conformando y construyendo una representación gremial del sector que es la Mesa Provincial y allí vamos charlando las problemáticas, los desafíos, los sueños y los proyectos que tenemos como sector de la producción familiar”.
Goizueta explicó el concepto de productores familiares a los que se los puede definir de una manera simple como aquellos que viven y trabajan en el campo, “que todos los días se levantan en su terruño y tienen crianza diversificada en general de distintos productos, criaderos de animales, de pollos, de cerdos, algunos pequeños tambos, sectores ligados a la agricultura y en especial a la horticultura”. En general, aclara Goizueta, se trata de pequeñas escalas productivas pero con una gran diversidad y haciendo especial énfasis en la sanidad de los alimentos: “Impulsamos fuertemente el tema de la agroecología y de la producción de los alimentos sanos. Otra característica es que el trabajo es muy intensivo y requiere de mucha mano de obra, y a la vez lo que producimos, en general se consume en los mercados locales, en los pueblos donde vivimos. Más del 80% de lo que producimos lo vendemos en nuestra ciudad, esta es una de las características de casi todos los productores familiares”.

Amar la tierra
El hecho de vender un gran porcentaje de la producción en los propios pueblos hace que los productores familiares tengan una gran responsabilidad para con su trabajo y para con sus vecinos: “Nos parece clave esa relación de contarle al consumidor cómo producimos, qué insumos utilizamos, cómo cuidamos nuestros suelos, nuestros recursos naturales, cómo cuidamos y atendemos a nuestros animales. Hay una serie de condiciones productivas que le dan un valor diferenciado a nuestro producto y que lo defendemos porque en definitiva tienen que ver con la salud de los consumidores”.
Alrededor de 350.000 familias de todo el país son las que optan por este tipo de agricultura, produciendo y viviendo en el campo y que Goizueta define como un sector oculto que no se ve o no se quiere ver: “Nuestras organizaciones no son las organizaciones que desde hace un tiempo están en todos los medios y se autodenominan ‘el campo’. Nosotros también vivimos en el campo, somos parte y amamos la tierra, amamos el campo y amamos lo que producimos”.
Por esta razón, es que hace falta repensar el modelo agropecuario acerca del uso de la tierra, lo que se produce, cómo se produce y para quién: “En general, en el campo los que producen son empresas. Nosotros planteamos un campo con gente, que los productores debemos tener condiciones dignas para vivir en el campo y nuestra manera de producir genera mucha mano de obra, mucho trabajo y por ende dignidad”. Para Goizueta es prioridad proyectar la producción de alimentos para consumo de la Nación, en contrapartida con el actual modelo agroexportador y la protección de los recursos naturales: “Hoy estamos en una situación muy crítica de suelos desgastados por el mal uso y abuso de agrotóxicos y agroquímicos. Sin duda también la contaminación del recurso tan importante para la vida que es el agua por el mismo modelo que no cuida y contamina tanto. Todas estas preguntas están ligadas, tienen aspectos culturales, políticos y económicos y nos gustaría participar del debate por un nuevo modelo agropecuario desde nuestra mirada, nuestra historia y nuestra posición”.

Soberanía alimentaria familiar
Decíamos que el productor familiar trabaja de forma muy diversificada a través de producciones a pequeña escala. Esto tiene que ver con el primer objetivo, cuenta Goizueta, y que refiere a la soberanía alimentaria de las familias del productor: “Esto quiere decir que el primer objetivo del productor familiar es diversificar su producción para poder alimentar a los suyos en forma sana y con la mayor cantidad de productos. Los excedentes de estas producciones los comercializamos. Como en general el productor familiar no tiene mucha cantidad de excedente, nos asociamos en cooperativas y en distintas asociaciones de productores familiares, y juntos vamos construyendo mercados donde vamos entregando y asociándonos distintos productores para llegar a la cantidad que el mercado requiere”.
Lo producido por este tipo de organizaciones se está convirtiendo en un alimento que tiene cada vez más demanda por los consumidores de los pueblos y también de grandes centros urbanos. Pareciera ser que, poco a poco, desde algunos sectores se está optando por alimentos sanos y sin agroquímicos en su producción. Es decir, un producto de campo limpio, confiable y bien hecho: “Día a día se va requiriendo más este tipo de productos lo cual nos entusiasma mucho porque nos vamos dando cuenta que nuestras producciones son estratégicas porque hacen a la soberanía de los argentinos como Nación. Este es uno de los temas que no está en el debate y en el conflicto de las patronales del campo, y que nosotros sí lo plantemos y que tiene que ver con la soberanía alimentaria”.

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2009-08-15 00:00:00
Etiquetas: Bahía Blanca.
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