El Cantante

Título original: Quand J’étais chanteur
Guión y dirección: Xavier Giannoli
Fotografía: Yorick Le Saux
Música: Alexandre Deplat
Origen: Francia – 2006
Intérpretes: Gérard Depardieu, Cécile De France, Mathieu Amalric, Christine
Citti, Patrick Pineau
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años

El cantante -en el original “Cuando era cantante”- difícilmente va a pasar
a la historia del cine como un gran film, pero para los seguidores de
Gérard Depardieu se trata de un verdadero festival.
Un protagónico absoluto, hecho a su medida y hasta especulando con el
interés y los premios -fueron pocos- que acarrearía verlo interpretar a un
cantante de segunda línea, Alain Moreau, que vive en una ciudad pequeña y
con su resto de voz canta temas populares en bailes para gente de cierta
edad, en fiestas patronales o en cualquier local, donde su ex mujer y
eterna representante le consiga un contrato.
Rutina poco glamorosa y solitaria, que rompe cuando conoce a Marion, una
joven agente inmobiliaria, a la que intenta acercarse a pesar de la
diferencia de edad -el cincuentón se defiende diciendo que para ser
anticuado hay que durar- y sobre todo de estilos de vida.
El joven director Xavier Giannoli escribió el guión inspirándose en un
verdadero cantante de bailes que conoció en Clermont-Ferrand, de quien
admiró el orgullo por su trabajo y la posibilidad de unir parejas con sus
canciones de amor.
Una historia intimista, lineal, sin desbordes ni golpes de efecto, que
inmediatamente presentó a Depardieu, encargado de darle brillo y hacer
olvidar cierta trivialidad en la trama.
El actor aceptó e inmediatamente se puso a ensayar, ya que no quiso ser
doblado, y cantó -o “dijo” en la mejor tradición gala – un repertorio de
éxitos de los ‘60 y ’70 en el que no faltaron las baladas de Serge
Gainsbourg.
Los secundarios estuvieron a la altura, con Cécile de France interpretando
a la esquiva Marion, Christine Citti como la fiel ex y Mathieu Amalric como
su amigo Bruno.
Una tierna comedia dramática con un Depardieu, que a pesar de algunas
performances olvidables -ver su rol de diseñador en 102 Dálmatas (Kevin
Lima; 2000)- en ocasiones vuelve a ser el “ropero emotivo” de siempre.