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Ecuador

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Elección de presidente el domingo 15

Está en juego el rumbo de este país clave en el bloque de países
andinos

La campaña electoral para las elecciones presidenciales del próximo 15
de octubre se desarrolló en medio de una extendida apatía de los
ciudadanos, desencantados por los sucesivos fracasos de gobiernos elegidos
en los últimos años. El más estrepitoso, el del coronel Lucio Gutiérrez,
que ganó los comicios con amplios apoyos sociales, incluido el importante
movimiento indígena. En pocos meses dilapidó ese respaldo al ejecutar
políticas neoliberales con una clara dependencia de la Casa Blanca. Lo
contrario de lo prometido en su campaña electoral. Terminó huyendo del país
ante una gran revuelta popular. Desde 1997 ningún presidente ecuatoriano
terminó su mandato. El recelo popular por los presidenciables, aumenta si
se les pregunta por los parlamentarios. Las encuestas revelan que más del
90% de los ecuatorianos desconfía del Congreso Nacional. Con estas diluidas
perspectivas se desarrolló gran parte de la campaña, en la que predominó el
peso de los partidos tradicionales. El domingo 15 de octubre están
convocados para votar poco más de nueve millones de ecuatorianos para
elegir presidente y vice, diputados, y concejales municipales. Las
encuestas también indican que si el voto no fuera obligatorio solo estarían
dispuestos a ejercer ese derecho el 32% de los ciudadanos habilitados.

Todo bajo control
Hasta fines de agosto, todo parecía “bajo control” para los partidos
tradicionales. Luis Macas, el candidato del movimiento indígena Pachakutik
no terminaba de “despegar”, y afrontaba dificultades para cohesionar esa
gran fuerza social por los personalismos de algunos dirigentes. Sobre 18
candidaturas presentadas, las encuestas atribuían a León Roldós, de la Red
Etica y Democrática, aliada al partido Izquierda Democrática, un 26% de la
intención de voto. Se autodefine como socialdemócrata. El segundo lugar con
un 16%, lo ocupaba Cinthya Viteri, del derechista partido Social Cristiano.
Y muy cerca, con un 14% el magnate del banano Alvaro Novoa. Para la
embajada norteamericana en Quito, el panorama también era tranquilizador.
Preocupados por el “contagio” de victorias electorales de presidentes y
movimientos con diferentes grados de autonomía de la Casa Blanca, seguían
con atención el proceso pre-electoral porque Ecuador es una pieza clave
dentro del arco de países andinos. Estados Unidos y las grandes
corporaciones económicas pretenden evitar que Ecuador se sume al eje
Venezuela-Bolivia que desarrollan políticas independientes y que se han
distanciado del TLC -Tratado de Libre Comercio – impulsado desde Washington
en beneficio de sus propios intereses económicos. Para ellos, Roldós o
Viteri representan dos caras de un mismo programa. El primero liderando un
neoliberalismo “con rostro humano” y la segunda un neoliberalismo con
tintes autoritarios. Que estas dos candidaturas fueran las que pasaran a
una segunda vuelta al no obtener más del 50% de los votos, les ponía a
cubierto de cualquier “imprevisto”. Pero no contaron con la posibilidad de
que en las últimas semanas de campaña, uno de los candidatos que no
figuraba entre los cuatro primeros, pudiera realizar una espectacular
remontada.

Avance inesperado
Rafael Correa, un ex ministro de economía del actual gobierno
provisional de Alfredo Palacio, partió casi sin estructuras propias en la
carrera presidencial. Logró sumar distintos sectores para conformar su
fuerza política: Alianza País. Y añadió que no presentaría candidaturas al
Congreso, al que considera un organismo corrupto y obsoleto. Su propuesta
es que si resulta electo, convocará una Asamblea Constituyente para fundar
la Tercera República. Esta última propuesta conecta con el deseo de una
gran parte de la población ecuatoriana, cansada de la ineficacia de sus
instituciones y de unas normas que no permiten una democracia
participativa, realmente plural y progresista. En pocas semanas, Rafael
Correa logró remontar la baja intención de voto en su favor, hasta alcanzar
en la última encuesta legalmente autorizada el empate técnico con Roldós.
Incluso algunas consultoras le otorgan un primer lugar con diferencia de
tres o cuatro puntos sobre su rival socialdemócrata. Desde los partidos
tradicionales, al advertir su avance no dudaron en elegirlo como blanco
principal de sus campañas. Para ello recurrieron a un argumento que a la
derecha peruana le resultó exitoso para frenar el avance del candidato
“anti-sistema”, Ollanta Humala: acusarlo de simpatizar con el presidente
venezolano Hugo Chávez. Pero en este caso la maniobra no parece haber dado
los mismos resultados. Quizás porque -al menos hasta ahora- el dirigente de
la revolución boliviariana no se ha excedido en sus gestos de apoyo a
Correa, ni tampoco sobre el proceso electoral ecuatoriano.

¿Que sucedió?
Lo que era tranquilidad se ha convertido en preocupación en los
cuarteles políticos de social cristianos y socialdemócratas. El
multimillonario Alvaro Novoa, de familia con permanentes vínculos con el
poder político tampoco entiende lo sucedido en estas últimas semanas. El
analista Félix Cadena Alvarado en un artículo publicado en el diario
ecuatoriano Opinión hace esta reflexión: “¿Cómo puede el pueblo creer y
defender una democracia que, en estos últimos veintisiete años, sólo le ha
dejado más pobreza, desempleo, inseguridad, migración, corrupción? En
efecto, los permanentes programas de ajuste y la intransigencia aperturista
han colocado al Ecuador entre los países más inequitativos del mundo, en el
que la pobreza afecta al 80% de la población, el desempleo abierto y el
subempleo crecieron aceleradamente. Según el índice de Desarrollo Humano,
el país ha experimentado un retroceso. Si en 1999 Ecuador ocupaba el puesto
número 69 entre 175 países del mundo con información disponible, en el 2003
pasó a ubicarse en la posición número 97 y en el 2004 en el puesto 100. El
impacto desproporcionado y diferenciado del deterioro de las condiciones de
vida es aún más crítico en los sectores vulnerables, entre los que se
destacan la población indígena, la niñez y la adolescencia, las mujeres y
la tercera edad”. Tras otras extensas consideraciones, el periodista
concluye su artículo: “De ahí que ha calado profundamente el llamado de
Correa de no seguir equivocándonos y de que es necesario transformar cada
voto en un instrumento para impulsar la renovación y el cambio”.

Alertan de posible fraude
En la última fase de la campaña electoral varios sectores políticos
denunciaron la posibilidad de fraude. La inquietud se acrecentó con el
imprevisto cambio del ministro de Defensa. El gral. Oswaldo Jarrin fue
reemplazado por Marcelo Delgado, que ocupó la jefatura de la Casa Militar
durante el gobierno del caudillo social-cristiano Febres Cordero, que
gobernó entre 1984 y 1988. El candidato de Alianza País, Rafael Correa
denunció también que el Tribunal Supremo Electoral es dirigido por el
social cristiano Xavier Cazar. Y el ex presidente del T.S.E Nicanor Moscoso
advirtió de la posibilidad de fraude si no se autoriza la contratación de
un sistema paralelo de recuento de votos.
Los días que restan de campaña serán duros. Los últimos pronósticos
indican que el socialdemócrata León Roldós y Rafael Correa de Alianza País
pasarán a la segunda vuelta del 26 de noviembre, porque ningún candidato
tendrá más del 50% de los votos. Algunos observadores próximos a las
candidaturas de Luis Macas y de Luis Villacís, que agrupan a diversas
corrientes de izquierda, alertan sobre Rafael Correa. Apuntan que su
posición “anti-sistema” y transformadora no es más que un maquillaje
electoral para cerrar las puertas a los verdaderos cambios que piden los
ecuatorianos. Vistos los antecedentes históricos de lo que sucedió en los
últimos 30 años de vida política ecuatoriana, nadie se arriesga a
desmentirlos.

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2011-10-25 10:11:13
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