DR. ALEJANDRO MARINELLO
Cooperativas para la igualdad

En el marco de la Tercera Convención Regional de Consumidores de la
República Argentina, que reunió a más de 1400 personas, el pasado miércoles
19 de abril en el Bahía Blanca Plaza Shopping, el dr. Alejandro Marinello
analizó el rol del cooperativismo como instrumento de cohesión social y su
potencial para disminuir las desigualdades en América Latina.
A continuación, les acercamos su disertación.

Estado de la región
El objeto de las deliberaciones con los amigos consumidores tiene que
ver con el rol que puede asumir el cooperativismo para disminuir la
desigualdad, la brecha social que hay en nuestra región de América Latina.
Región que, más allá de los guarismos macroeconómicos que uno ve, es en
definitiva una de las más desiguales y polarizadas del mundo. Donde el 10%
más rico prácticamente detenta el 50% del ingreso, y a su turno, el 10% más
pobre se queda con el 2% de esta torta que llamamos ingreso.
Y esto tiene un impacto en diferentes dimensiones: la salud, la
educación, el acceso a un trabajo digno ¡el acceso a un trabajo!, a la
alimentación, a la nutrición… Nada que ustedes no sepan y vivan y conozcan.
Naturalmente es la resultante de decenas de años de aplicación de
políticas de ajuste estructural que han hecho del mercado prácticamente una
fuerza autorregulada cuya concentración y centralización poco a poco, en
búsqueda de este lucro permanente, ha ido instalando una cultura del
individualismo y de la competitividad, que rompe, quiebra nuestras mejores
tradiciones solidarias, de cohesión, de una sociedad sana, viva, activa,
contenida.
A su turno, tampoco el Estado ha verificado, ni verifica, en ninguno de
nuestros países, que pueda dar respuestas totalizantes, integrales,
soluciones eficaces, sostenidas en el tiempo para que esta desigualdad vaya
menguando progresivamente.
Entonces cuando deliberábamos con los amigos consumidores de las
diferentes localidades, nos preguntábamos qué hacer. Uno lo ve desde su
localidad, desde su pueblo, su ciudad, estas cifras, esta cosa que parece
tan grande cuando hablamos de América Latina, de la región, del mundo, de
la globalización y todo esto que uno por ahí escucha; pero que en realidad
se traduce cotidianamente a la vuelta de la esquina. No hay que irse muy
lejos ni verificar en ningún medio, casos que vemos a diario… y en el caso
de nuestro país, que puede producir tantos alimentos y resulta que tenemos
también, cerca de casa, chicos que no pueden acceder a una alimentación
mínima. Esto es lo que ocurre hoy…

Nuevos actores, nuevos roles
¿Y qué hacer desde el movimiento cooperativo? En definitiva esto se
inscribe en lo que algunos llaman “los nuevos roles de los nuevos actores
sociales”. Ya que ni el Estado ni las fuerzas del mercado, por sí solos,
pueden dar respuestas, hay nuevos actores de la sociedad civil que tratan
de ocupar este espacio, que es un imperativo de estos tiempos. Pero ocurre
que para nosotros no es nuevo: el cooperativismo con el fundamento ético de
sus valores y principios, hace más de cien años que viene planteando la
necesidad de mancomunar el esfuerzo, de promover el interés común… y no lo
hace solamente desde la teoría, lo hace desde la práctica cotidiana,
transformadora, realizadora.
Y este lugar que hoy, con renovado ímpetu, debemos ocupar los que
participamos de los sectores de la economía social: los consumidores, todas
las cooperativas en todas sus dimensiones, es tan importante que además fue
reconocido por primera vez en un instrumento internacional, que fue el que
se dictó en la última Cumbre de las Américas, el que se realizó en Mar del
Plata el año pasado.
Por primera vez, en una cumbre presidencial de toda América se incluyó,
en el párrafo 52, el reconocimiento y la importancia institucional de un
movimiento cooperativo, de las entidades de la economía social, para
promover la cohesión, el empleo digno y mitigar las desigualdades.
Y esto no es un dato menor. Tampoco es menor que se haya dado porque,
en definitiva, exhibe algo mucho más importante, que es lo que está de
fondo. Nada de esto es posible si no hay una base de sustentación
importante, una participación, una clara idea de lo que el cooperativismo
debe brindar. Y esto que hoy estamos viviendo es un clarísimo ejemplo de
ello.

Volver a creer
Para terminar quiero destacar el esfuerzo de los consumidores, de los
amigos cooperativistas que anónimamente, todos los días y desde el llano,
hacen posible que podamos volver a creer. Porque la desigualdad no es una
fatalidad de la naturaleza, es una construcción humana. Y esta sociedad
tiene que recuperar los valores solidarios, la práctica de la cohesión, en
definitiva, volver a creer en el accionar transformador de la sociedad, en
torno a su propia participación y a partir de intereses, soluciones y
problemas comunes e incluyentes. Cada cosa que nosotros hagamos en un
ámbito, en otro, y con todo lo que tenemos para dar y con todo lo que
tenemos para abrevar de toda la historia del cooperativismo, es hoy una
necesidad, una solución renovada para poder mitigar esta adversidad que
vivimos en función de los procesos que reseñaba recientemente.
Simplemente digo que debemos prestar atención a este tipo de eventos,
que es un claro ejemplo de ello, con la encomiable fuerza que nos brinda el
ideal.