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DISCRIMINACIÓN

DISCRIMINACIÓN
Caras y Caretas

Continúa su curso administrativo en la delegación local del Instituto
Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo la denuncia
presentada en el último mes de 2008 por dos personas que afirmaron ser
discriminadas en boliches, pubs y espacios públicos de nuestra ciudad por
ser travestis.

Fernanda, una de las denunciantes, comentó a EcoDias que es una chica
“trav” y le gustan las discos: “No me creo ni más ni menos que nadie, hay
opciones para todas y cada quien elige donde quiere ir. Pero acá en todos
lados nos cierran las puertas”.
“Todos lados”, transformado en nombres propios, incluye locales de
esparcimiento como el Club Universitario, La Barraca, Nativo, Chocolate,
Don Perignon, Impacto, Bailotage, Maxwell e Imperio. Comercios y también
espacios públicos como el Parque de Mayo donde el rechazo y persecución son
la norma.
Las excusas suelen ser: “sólo para clientes”, “es una fiesta privada”,
“está prohibido el ingreso porque hay una comisión que lo decidió así”.
Según su compañera Paula: “Nunca tienen la respuesta concreta del porqué y
nadie da la cara”.
El único lugar que permite su ingreso es Imperio, pero una vez adentro
“te roban, te manosean los patovicas, te humillan, es un viva la pepa”.
Incluso les han pedido coimas para ingresar: “Si la entrada sale dos pesos,
la pagás cincuenta”.
Paula relató que en una oportunidad fue detenida en la puerta del pub
Maxwell de calle Alem al 1100 con la acusación de estar ejerciendo la
prostitución con un hombre que, en realidad, era su pareja.
“Yo me considero una persona común y corriente y cuando salgo no voy
pensando ‘Soy un payaso, ¿me dejarán entrar o no?’. No, voy pensando que
corro el riesgo, por ser travesti, de que no me dejen pasar pero voy bien
vestida, mi plata vale igual que el de todo el mundo, pago mi entrada, ni
tampoco pedimos un trago a cambio de sexo, ni nos llevamos a los patovicas
a nuestras casas a hacer fiestas ni consumir drogas”, agregó.
También en el Club Universitario pasaron más de un mal momento al ser
sacadas por personal de seguridad: “Si a mí me dan una explicación real, yo
no discuto. Pero voy a seguir porque sé que acá no hay un motivo para que
seamos discriminadas, humilladas y sacadas a golpes como nos pasó”.
Más allá de los boliches, Fernanda recordó estar tomando mate con una
amiga en el Parque de Mayo y “a los diez minutos cayó una patrulla diciendo
que había un llamado denunciando que dos travestis estaban haciendo
disturbios. Es un lugar público y no se lo puede negar a nadie”.
Por su parte, la delegada regional del Instituto contra la
Discriminación, Patricia Fernández destacó que “una de las cuestiones que
el Inadi toma es la libre elección de la sexualidad, la diversidad sexual y
aceptarnos”.
“Sin victimizarlas, una de las mayores condenas las sufren las chicas
trans simplemente por la condición y la valentía de vestirse de mujer y
aceptarse psicológicamente como una mujer sexuada en el mundo, con las
consecuencias que esto trae, porque no es sin costo lo que les pasa”,
sostuvo la licenciada y detalló que uno de ellos es verse obligadas a
“dedicarse a la prostitución porque no hay salida laboral”.
El organismo está “está totalmente a favor de la elección de cada
sujeto humano” y como acompañó el reclamo de las denunciantes al decir que
“si no molestan a nadie, por qué no pueden estar tomando mate, saliendo,
divirtiéndose. Me parece cruel lo que no puedan entrar a ningún lado”.
Finalmente, argumentó que la propia Constitución Nacional establece la
libertad para circular libremente por los espacios públicos y “si hay
derecho de admisión que sea de fundamento. Ya el hecho de presentarse como
mujeres trans las obliga directamente a no entrar a lugares públicos o como
han contado sus salidas termina muy mal”.

Ser travestis en Bahía
Tienen muy en claro su elección y lo que deben soportar al caminar por
la ciudad. Pero no se resignan ante los prejuicios. No es más grave la
discriminación en las calles que los disgustos por pelear por sus derechos.
“Yo desde que elegí ser una chica travesti, de noche me pongo ropa más
llamativa porque es lo que necesita mi trabajo. Si salgo tapada tipo monja
me voy a un convento a trabajar”, bromeó Paula.
Su vida corre a la par de la de sus familiares que viven en la ciudad y
muchas veces hacia ellos y ellas se han dirigido los ataques: “¡Mirá vas
con un puto! O un día en el bingo como le dijeron a mi prima, ‘Te vi pero
no me quise acercar porque estabas con un travesti. ¡Cómo te juntas con esa
gente!’ ”.
“Somos distintas porque tenemos una elección de vida distinta, no somos
monstruos…. Yo me siento mujer desde los cinco años cuando me disfrazaba
con ropa femenina. Y chicas como Fernanda me ayudaron a reconocerme”.
Esta última, se considera “una mujer las 24 horas”, sale a la calle a
las ocho de la mañana, al mediodía, va a los supermercados, al centro, y
“si bien soy mirada ando por todos lados”.
“Hay mucha gente que nos mira por admiración y otros tantos por burla,
porque dicen ‘Mirá ahí va un travesti’. Si se dan cuenta bien, no me
molesta, lo que no tolero es que se me rían en la cara porque no soy un
payaso, conozco lo que es un espejo, sé que me veo bien, no tengo cara de
Piñón Fijo y soy totalmente femenina. No me avergüenzo de lo que soy, al
contrario, estoy orgullosa de eso y le doy para adelante”, sentenció.

Condena laboral
Al fundamentar su denuncia insisten en resaltar su necesidad de
“divertirse”, de “salir de la rutina” y “despabilarse” como cualquier
joven. Pero no son cualquier joven, sufren la exclusión del mercado laboral
y caen siempre hacia el mismo lado: la prostitución.
Paula explica que “el trabajo que ejercemos obligadamente es estresante
mil por mil y no tenemos un momento de relax, es como que tenemos que vivir
de la calle a casa pensando en trabajar”.
“Es lo único que podemos ejercer, es nuestra única salida laboral”,
sostiene Fernanda. La consideran de esa forma y no como “un ilícito”.
“Con eso pago mis impuestos como cualquiera, mis alimentos, ayudo a mis
abuelos grandes que no tienen una buena jubilación. Yo terminé mi
secundario, soy profesora de inglés y computación, y así y todo nunca tuve
la posibilidad de trabajar”, reflejó Paula que promete encarar una carrera
universitaria.

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2011-10-25 10:11:13
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