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Debería firmarla Braulio

Debería firmarla Braulio

Crónica de un preaviso afortunado

La fría madrugada dominguera del 20 de agosto de 2000 preanunciaba, con
su cielo despejado, un día agradable en ese invierno bahiense.
Alrededor de las 9.30 hs., tal vez porque no funcionó un teléfono o por
disfrutar del calorcito de un sol amigable, un operario de Indupa -que
debía cursar un mensaje de rutina- decidió llevarlo en persona, usando una
bicicleta para ir hasta su destino. A mitad del recorrido escuchó un
silbido inusual y, al buscar su origen con la mirada, vio despavorido
delante suyo como una cañería del “parral” (1) que estaba por cruzar
comenzaba a lanzar una gran nube de cloro gaseoso, a la vez que parte del
acero del caño caía derretido frente a él.
A la mayor velocidad que pudo llegó a la sala de electrólisis para
avisar lo que ocurría, permitiendo que se cortara el envío de cloro por la
cañería averiada. Se redujo así -por pura casualidad- la cantidad de cloro
liberado a la atmósfera.
El cloro, empujado por un viento suave del Este, pasó en forma de nube
sobre Galván con rumbo a zonas despobladas, en las que se diluyó sin
mayores consecuencias.
Aquí cabe recordar que el cloro gaseoso es dos veces y media más
“pesado” que el aire, de manera que tiende a levantar poca altura sobre el
suelo. Por esta propiedad y por su tremenda agresividad para los tejidos
(pulmones, piel, etc.), fue usado como gas de combate en la Primera Guerra
Mundial.
Así fue que, sólo por obra de dos circunstancias afortunadas -un
operario fuera de su lugar habitual de trabajo y la dirección favorable del
viento- se evitaron muertes y daños a la salud en cantidad difícil de
estimar. De haber soplado viento Sur, la nube de cloro hubiera impactado en
las trescientas y tantas viviendas del Barrio 26 de Septiembre.
Un habitante del Barrio Vialidad, a unos 1200 metros del punto de
escape, advirtió algo inusual, corrió a buscar su filmadora y alcanzó a
registrar la nube, gracias a lo cual pudo apreciarse debidamente la gran
magnitud del escape.

Las causas del escape
Indupa atribuyó la avería a la conexión defectuosa de una termocupla,
que habría producido un recalentamiento puntual de la pared del caño. Sin
embargo, la escasísima intensidad de corriente involucrada hace muy poco
creíble esa explicación.
Aquí es necesario comentar que el acero no es atacado a temperatura
ambiente por el gas cloro seco, pero sí lo es -y muy rápidamente- si el
cloro contiene más de cierta cantidad de vapor de agua, lo que se da cuando
el secado del cloro es deficiente. Una hipótesis verosímil es que, debido a
una política de reducción de costos de producción, se habría reducido el
mantenimiento en general. Por ello no se habría prestado suficiente
atención a un instrumento vital, el que medía el contenido de agua en el
cloro que salía de la planta de electrólisis para ser utilizado en la
producción de VCM (cloruro de vinilo monómero, la materia prima del PVC).
La reacción del cloro húmedo con el acero genera mucho calor, lo que eleva
la temperatura de la zona de ataque. La velocidad de esta reacción aumenta
al hacerlo la temperatura, de manera que -una vez que la reacción comienza-
se va acelerando cada vez más, hasta superar los 1400 º C, que es
aproximadamente la temperatura de fusión del acero. De todos modos, el
cloro seco reacciona muy rápido con el acero si éste se halla a 250º C o
más.

¿Era evitable la posibilidad de un escape de cloro?
Decididamente sí. El Instituto del Cloro de EE.UU. (véase
www.chlorineinstitute.org) recomienda que, cuando se dan ciertas
circunstancias, se recurra a tuberías dobles concéntricas, usando la
interior para transportar el cloro. Si se produce una fuga de cloro, es
detectado por los sensores ubicados en el espacio entre ambas tuberías y se
corta de inmediato el envío de cloro.
Esta técnica es la aconsejable teniendo en cuenta los escasos 700 a 800
metros que separan la planta de cloro del Barrio 26 de Septiembre.

No hay mal que por bien no venga
El escape produjo una reacción muy fuerte de la población cercana al
Polo Petroquímico, que tomó conciencia real del enorme riesgo que corría
con tal vecindad. A ello ayudó la proyección por los canales de TV de la
filmación realizada por el vecino del Barrio Vialidad.
A la reunión mensual del Panel Ambiental (2), que se realizó el 22 de
agosto -dos días después del escape- asistieron unos 250 vecinos, muchos de
los cuales estaban tan enardecidos que amenazaron con agredir de hecho a
los funcionarios municipales e industriales presentes, a los que insultaron
en todos los tonos, del principio al fin de la reunión.
El control e inspección de las industrias del Polo Petroquímico, según
la Ley provincial 11.459, se hallaba en ese momento a cargo de la
Secretaría de Política Ambiental de la Provincia de Buenos Aires.
En la Cámara de Diputados dormía un proyecto del entonces diputado
Pedro Tunessi que ponía en manos de la Municipalidad de Bahía Blanca el
control de las industrias instaladas en el Polo Petroquímico y zona
portuaria. A consecuencia de la reacción popular, que incluyó cortes de
rutas y la paralización de la producción de Indupa, se aceleró notablemente
el tratamiento del proyecto y su conversión en la Ley 12.530. Esta Ley
-conocida como Ley Tunessi- se basó en parte en un proyecto de ordenanza
que enviara anteriormente al Concejo Deliberante local la secretaria de
Salud y Acción Social de entonces, Virginia Linares.
La Ley 12.530 creó el Comité Técnico Ejecutivo (CTE), a cuyo cargo se
hallan actualmente los controles a las industrias del Polo Petroquímico y
zona portuaria. También contempló un organismo de seguimiento de la labor
del CTE, denominado Comité de Control y Monitoreo (CCyM), integrado por
organizaciones vecinales y ambientales, y organismos públicos, como UNS,
UTN, Consorcio de Gestión del Puerto, Prefectura, Secretaría de Política
Ambiental de la Provincia, entre otros.

Notas
(1) Parrales: soportes de 3 a 5 metros de altura sobre los cuales se
montan, paralelamente, cañerías que transportan diversos fluidos entre
equipos de una planta química, refinería, etc.
(2) Panel Ambiental: era un espacio de discusión de los problemas
percibidos por los vecinos de la zona cercana al Polo Petroquímico, como
consecuencia del funcionamiento de estas industrias. Participaban vecinos,
representantes de las industrias y de diversos organismos con jurisdicción
en la zona. Sus reuniones eran mensuales y se realizaban en la Agrupación
Ernesto Pilling (Barrio 26 de Septiembre). Su última reunión -sobra decirlo-
fue la del 22 de agosto de 2000.

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2011-10-25 10:11:13
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