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Cuentan, transmiten, dicen y enseñan
Integrantes y coordinadores del taller Abuelos Relatores por la Memoria, la Identidad y la Inclusión Social que funciona en PAMI Bahía Blanca, cuentan la rica experiencia que se vive en ese espacio.

Integrantes
y coordinadores del taller Abuelos Relatores por la Memoria, la Identidad y la
Inclusión Social que funciona en PAMI Bahía Blanca, cuentan la rica experiencia
que se vive en ese espacio.

Allá
por el año 2010, EcoDias se dirigió a la sede local del PAMI para entrevistar a
Elsa Calzetta y Ángeles Celani respecto al comienzo de una iniciativa conocida
como “Abuelas Relatoras” y que se realizaba en conjunto entre el PAMI y las
Abuelas de Plaza de Mayo. El taller de alguna manera lograba incluir a adultos
mayores de Bahía Blanca en la temática de derechos humanos a través del arte,
en este caso de la literatura.
De aquella charla pasaron cuatro años y en ese transcurso EcoDias no dejó de
difundir actividades del taller o de mencionar y contar la participación de sus
integrantes en diferentes actos como por ejemplo los referidos a algún
aniversario del Golpe de Estado de 1976.
Pero quisimos saber un poco más, charlar mano a mano y por eso volvimos al PAMI
donde fuimos atendidos en el auditorio que el organismo tiene en la planta alta
de su sede de calle San Martín.
Los nombres han cambiado pero el espíritu es el mismo y el clima que allí se
vive cada miércoles que se juntan, es admirable.
El primero en llegar fue Francisco Rodríguez cuya juventud nos hizo dar cuenta
que obviamente no era uno de los integrantes del taller pero sí su coordinador
a nivel institucional. Esa coordinación la lleva adelante junto a Carolina
Moreno, profesora de Literatura, a quien fue a buscar para que forme parte de
la charla. En el mientras tanto llegó Manuel, él sí es integrante del taller y
de los primeros. Manuel tiene 85 años bien llevados y es el único varón del
grupo. Casi pisándoles los talones llegó la profesora de Literatura, Julieta
Ríos y Manuel le confesó que no había hecho la tarea de ese día. Pero no fue el
único por que Gladys, que entró unos pocos minutos después tampoco la había
hecho. Parece que Gladys había estado festejando su cumpleaños número 84 y si bien
no cumplió con los deberes, llevó torta y chocolates para festejar con quienes
comparte el espacio.
Gladys y Manuel no son los únicos que asisten al taller Abuelos Relatores por
la Memoria, la Identidad y la Inclusión Social de PAMI pero por diferentes
circunstancias son los que pudieron estar presentes ese día.
Ya estábamos todos, la brecha generacional era bien marcada. Los coordinadores
y su juventud por un lado y los abuelos con su experiencia de vida de más de
ochenta años, por el otro. Pero a la hora de conversar la brecha generacional
no se notó y el por un lado y el por otro pasaron a ser uno solo. Se habló de
igual a igual e incluso en el taller se arma el debate que es justamente parte
de lo que se busca.
Nos vimos gratamente sorprendidos por todos los conocimientos que nos
transmitieron Gladys y Manuel, por su forma de pensar y de ver las cosas que
muestra en ellos una amplitud muy interesante además de un costado solidario de
importancia. Pero por sobre todas las cosas, lo que más nos llevamos e incluso
envidiamos es la alegría y el contento que tenían tanto Gladys como Manuel. En
el taller se tocan temas difíciles, duros, tristes, pesados y sin embargo la
sonrisa que estos dos abuelos tenían en sus rostros era, se insiste, de
envidiar y de admirar. Ahora si, todos en la mesa, grabador prendido y a
charlar.

Personajes bien marcados
Decíamos que Francisco y Carolina se encargan de la parte institucional del
taller. Es decir, son ellos los que realizan los contactos con las escuelas,
teatros y diferentes lugares adonde los abuelos y abuelas concurren con el
taller.
Francisco recordó a Elsa Calzetta que fue la que estuvo en los comienzos de
todo esto. Tanto él como Carolina y Julieta se incorporaron este año al espacio
en el que se siguen llevando a cabo distintas producciones gráficas: “Nosotros
somos la terna que arrancamos este año digamos. Hasta el año pasado han escrito
cuatro ejemplares de libros, este año hicimos una tanda de revistas que ahora
se va a venir la próxima”.
Julieta, la profesora, explicó que el taller tiene dos momentos: “El espacio de
los miércoles que es por ahí más para debatir y trabajar con los textos y donde
se plantea una consigna de escritura y eso se llevan para escribir y
reflexionar. A la clase siguiente se lee, cada uno lee lo que produjo,
comentamos y demás pero también tiene esta parte institucional de la que se
encargan ellos (Francisco y Carolina) que es ir a las distintas instituciones a
veces a leer sus propias producciones en base al evento que toque y también a
promocionar la tarea que se hace en el taller, promocionar también el
pensamiento que se trabaja en el taller”.
Las temáticas del taller giran en torno a todo lo relacionado con la última
dictadura militar y de eso dan fe las publicaciones realizadas. Pero este año
la propuesta es más amplia e incluye otras cuestiones que también se trabajan.
En ese sentido, Francisco comentó: “El eje central sería toda la temática de lo
que son derechos humanos. Ya sea la cuestión de discriminación que este año
ampliamos bastante por ese lado y hemos ido a lugares en los que hemos ido y
hablado pura y exclusivamente de eso. Después el tema de violencia de género y
temáticas que por ahí parecieran ser actuales pero que vienen existiendo desde
hace muchísimo y lo fuimos trabajando así en los diferentes establecimientos y
de eso también han escrito en el taller literario”.
Por su parte Julieta contó cómo se cruzó con los abuelos y decidió ser parte
del taller: “Los conocí a través de una de las actividades institucionales que
ellos hacían en el teatro municipal que yo llevé a un grupo de alumnos y
presentaron ahí el trabajo que habían hecho con el libro del pensionado. Es una
investigación que hicieron en un pensionado católico que funcionaba en calle
Zapiola. A partir de ahí hicimos una actividad también con la escuela, yo justo
estaba leyendo una novela que se llama El mar y la serpiente que trabaja esa
temática, fueron a la escuela y a partir de ahí hicimos el contacto”.
Hicimos mención a la brecha generacional la cual desaparece a la hora de las
charlas pero que es cierto que existe y si bien los abuelos y abuelas aprenden
algo en cada encuentro, los coordinadores y la profesoras también aprenden de
los adultos mayores: “La clase pasada decíamos que uno aporta la cuestión por
ahí profesional en cuanto a la escritura –señaló Julieta- después en cuanto a
experiencias, todo lo que se pueda conversar sobre las temáticas que trabajamos
en el taller y demás, es enriquecedor para todos porque como cada uno plantea
su punto de vista, su experiencia, sus anécdotas, todos nos enriquecemos con
las experiencias de todos”.
Sobre ello Francisco agregó: “Todos los que están acá son personajes bien
marcados y se arma el debate siempre”.
Carolina aportó un detalle muy especial: “Una de las abuelas tiene el hermano
desaparecido por ejemplo entonces yo creo que esa también es una experiencia
que a todos les ha servido”.
Cuando Julieta plantea una consigna, cada abuelo y abuela la trabaja desde su
propia experiencia “desde su punto de vista, dese lo que concibe como
literario. Entonces, Yiyí siempre lo trabaja desde la ficción y Ana como tiene
el hermano desaparecido por ahí lo trabaja más desde su experiencia personal.
Entonces, enriquece que una misma consigna se aborde desde determinados lugares,
que cada uno lo plantee como le sale, es gratísima la experiencia”.

Gladys camina tranquila
Fuera de grabador Gladys nos contó parte de su historia de vida la cual
dejaría a más de uno con la boca abierta, incluidos nosotros que la
entrevistamos. Su historia habla de una valentía de mujer y unas ganas en
épocas tan distintas a la nuestra que merecen una nota aparte pero en esta
oportunidad vamos a hacer hincapié en su participación en el taller. “Yo llegue
a este taller que se daba en PAMI acá en primer piso y por medio de una de mis
hijas que conocía a Elsa Calzetta que fue la primera, que es profesora de
Literatura también. Me interesó muchísimo porque yo viví la dictadura en Buenos
Aires, aparte tengo una amiga desaparecida que salió del departamento donde yo
vivía, tomó el ascensor, me dijo “no me acompañes, borrame de tu agenda” y no
la vi nunca más. La busqué tanto, tanto, tanto…”.
Esa experiencia Gladys la escribió y fue publicada en el primer libro. A ella
le interesa muchísimo hablar de la dictadura: “Dictadura es la que se vivió,
ahora se camina tranquilo porque estamos en democracia, eso vale oro…”.
Gladys destacó el compartir experiencias con sus compañeros y compañeras del
taller pero según dijo su actividad no se limita solo al mismo sino que incluso
ha asistido a los juicios a los represores. Las veces que fue no entró a las
audiencias sino que se quedó afuera, como dijimos en alguna oportunidad en
estas páginas, haciendo el aguante. “Lo que me interesa hoy en día es mucho el
tema de la discriminación. Porque con Francisco hemos ido a la escuela de
Médanos y ahí empecé con el por qué al boliviano se le dice bolita, al
paraguayo paragua, al chileno chilote. En definitiva somos todos iguales pero
diferentes, lo escribí. Claro, cada uno es distinto pero la sangre me parece
que es la misma porque azul que yo sepa… De manera que hay que pensar siempre
que somos latinoamericanos, yo soy hija de italianos directa pero ¿dónde respiré
el primer aire?: aquí en Argentina como podría haber sido en Chile… hay que
valorar eso”.
Las visitas a las escuelas no han sido solamente para lograr un intercambio con
adolescentes sino también con adultos que están haciendo la primaria: “Una
gente tan linda, una gente con ganas de aprender y con ganas de mostrarse,
preciosa fue esa experiencia”.
Gladys, que en su época laboral se desempeñó como asistenta dental durante
muchísimos años, hoy se encuentra muy atenta a diferentes temáticas y
problemáticas que tienen que ver con lo social. No hace mucho hubo
manifestaciones en la Plaza Rivadavia por la despenalización del aborto y
Gladys se quedó con ganas de ir. “Yo estoy de acuerdo con eso” afirmó dejando
en claro su posición al respecto y diciendo presente pese a que no pudo
asistir.

Manuel se compromete
Manuel dice que se adaptó de manera muy rápida al grupo del que es el único
varón. Manuel es de los miembros originales, de los que comenzaron con todo
esto: “Yo soy de los primeros, integré el primer grupo de Elsa Calzetta que fue
el primer taller a quien le estoy muy agradecido porque ella nos incitó a los
que teníamos algunos relatos en la juventud que se los presentáramos. Yo tenía
varios, se los presenté y me dijo “mirá, no todos pero la mayoría me gustan”.
Entonces me instó a pedir un subsidio al Fondo de Cultura de acá de la
municipalidad. Así fue, lo pedí y a los seis meses conseguí el subsidio y pude
imprimir un libro mío, personal, de vivencias que tuve en mi niñez y en mi
juventud”. Todas sus compañeras asistieron a la presentación de ese libro lo
cual para Manuel significó una enorme alegría.
Durante toda su vida se dedicó a la docencia ya que fue maestro y profesor en
Letras: “Y en ese libro, el último relato, incluí el asesinato de Néstor Del
Río que era un empleado de la universidad. Ese caso tuvo mucha resonancia acá
en Bahía porque no era la época del proceso sino la anterior, la de López Rega.
Esos asesinatos los hacía la policía, que interrumpió el sueño digamos a las 3
de la mañana en el barrio Comahüe y cosa increíble la gente encendió las luces
y abrió las ventanas. Entonces lo que pasó fue que le dieron un castigo, una
paliza a Néstor Del Río y se fueron. Un amigo de él lo rescató y lo llevó al
Hospital Municipal. Al día siguiente una patrulla llegó al Hospital Municipal y
lo acribilló en la cama, tremendo, tremendo… Yo tengo ese relato porque tuve la
suerte que un familiar de la esposa de Néstor Del Río me contó esto”.
Cuando se conoció la sentencia del primer juicio a represores en Bahía, se
llevó a cabo un acto del cual Manuel fue parte: “Tuvimos la suerte con una
compañera nuestra que no está acá, Chita González y yo, leímos los dos en ese
acto. Un recuerdo muy lindo…”.
Además, Manuel también celebra la suma de otros temas al taller y el incremento
de visitas a escuelas, asociaciones y clubes lo cual también habla de una
función de los abuelos que van al taller: “Así que realmente ha sido muy feliz
mi experiencia anterior y esta también que comparto totalmente con Julieta” resaltó
Manuel y agregó: “Tenemos un clima muy lindo, de mucha armonía, no hay quien
digamos pretenda ser primera figura y eso es muy importante, es fundamental, el
trabajo en equipo es fundamental”.
Claro que no todas son buenas ya que temas como los relacionados a la dictadura
no son hablados por todo el mundo. No son pocas las personas que prefieren
escaparle a dialogar sobre ello y también escaparle a quienes desean sí
hacerlo. “Yo he perdido amigos e incluso familiares en Buenos Aires cuando les
contaba mi actividad acá en Bahía y mi posición política. He perdido familiares
y amigos… No es fácil, uno tiene que sacrificar pero bueno…” detalló Manuel de
quien nos sorprendió, al igual que nos pasó con Gladys, que mantiene el humor y
la sonrisa pese a trabajar con cuestiones dolorosas: “Depende la profundidad de
los sentimientos y los ideales que uno tenga. La gente dice en general que con
la vejez uno cambia, evoluciona, involuciona. En mi caso yo mentalmente creo
que no… Y Gladys tampoco, es decir no siento una involución en mi mentalidad.
Si alguna vez la siento me voy a retirar pero por ahora creo que no…”.

Prejuicios afuera
Sigue siendo difícil en nuestro país hablar de cierta parte de nuestra
historia. Se nota la reticencia aún pese a los grandes pasos que se han dado
sobre todo a nivel de llegar a la vedad y la justicia.
A personas como Gladys y Manuel les cuesta hablar de eso con otras personas y
no por ellos sino porque hay gente que, como dijimos, prefiere no hablar. Será
cuestión de tiempo y de derribar prejuicios que no saben de edades ya que se
ven en jóvenes y adultos.
Carolina es también parte del taller Lee Cuentos de PAMI en donde se da la
particular situación en la que solo hay tres hombres en un grupo de más de
veinte personas. Sobre eso, Carolina nos dijo: “Está esta cosa de que los
varones tienen que hacer otro tipo de talleres, que lo de escritura y lectura
es para las mujeres, está como ese prejuicio. Entonces los varones se meten en
otros talleres como psicología, historia, otros talleres de PAMI…”.
Enseguida, Gladys suspiró y meneó la cabeza como no entendiendo que cosas así
sigan pasando: “Eso me cuesta creer, tanto machismo hoy en día…”.
Tanto ella como Manuel tienen anécdotas de lamentables rechazos que sufrieron
por trabajar y escribir sobre derechos humanos.
A Manuel le pasó con un ex alumno con el cual el aprecio y el afecto eran
mutuos. Manuel visitó a ese ex alumno, le regaló un ejemplar de su libro y le
pidió que luego le mande un mail contándole qué le había parecido: “No me
contestó y yo sé por qué no, porque en el fondo del libro, en la contratapa
tenía mi actuación acá. Hablaba sobre los derechos humanos y demás… y no me
contestó… no me contestó…”.
A pesar de esto, los abuelos no pierden su alegría, su entusiasmo y siguen
participando en actos y eventos referidos a lo que ellos hacen: “Quiero
recordar que Gladys habló dos años seguidos cuando se recuerda el 24 de marzo y
fuimos todos…” destacó Manuel.
No quisimos robar más tiempo, el taller debía empezar como cada miércoles de
14: 30 a 17. La tarea no estaba hecha pero seguramente a Gladys y Manuel los
esperaba un nuevo texto que tal vez haga nacer en ellos las ganas de contar una
historia…

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2014-11-17 00:00:00
Etiquetas: Sociedad.
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