Anécdotas de un fundador
“El Coronel Demóstenes”
A pocos días de celebrarse un nuevo aniversario de la fundación de la
Fortaleza Protectora Argentina que daría origen a nuestra Bahía Blanca, el
artista Francisco Felkar inició el ciclo de muestras de la Biblioteca
Rivadavia del año en curso. Su obra “El Coronel Demóstenes” es una crónica
con ilustraciones de los últimos años del coronel Ramón Estomba.
“Las ilustraciones que presento fueron realizadas con acrílico sobre papel
y tienen una longitud de 100 por 29 cm. A través de ella, reflejo el último
tramo de la vida del coronel Ramón Estomba. Por supuesto, sin pretender ser
un homenaje y mucho menos un compendio de morbosidad agresiva hacia su
figura. Vale la aclaración, ya que en los últimos meses de su vida, dicho
personaje pierde la razón y su conducta provoca la muerte de civiles
inocentes y otros accionares incomprensibles”, explicó el cerrence
Francisco Felkar a EcoDias.
Los textos que acompañan a “El Coronel Demóstenes” fueron extraídos de
autores como Prudencio Arnold, Antonio Crespi Valls, Juan Pablo Echagüe,
Paul Groussac, José María Todd y Jacinto Yabén.
En el hall de acceso a la sede de la Biblioteca Rivadavia en av. Colón 25
pueden apreciarse las ilustraciones y leer parte de la historia final de
quien fuera fundador de la Fortaleza Protectora Argentina.
Teorías
“Existe la teoría de que el coronel en algún momento haya contraído
sífilis, y que al no podérsele aplicar un tratamiento adecuado, el avance
de esta enfermedad venérea (y por ello socialmente avergonzante) deterioró
su sistema nervioso, produciéndole la mencionada demencia y luego la
muerte”, señaló Felkar, agregando que “al hablar de cualquier personaje no
se puede ignorar el contexto histórico. La última etapa de la vida -la más
oscura- de este soldado fue en un momento ultraviolento de la Argentina.
Nada más y nada menos que el choque entre los partidarios del unitarismo
-según algunos historiadores, génesis de la violencia y la muerte
injustificada- y el federalismo. Cuando el avance del terror y la muerte
como un tornado furioso no hizo distinción entre los que empuñaban las
armas asesinas y los que tenían las manos vacías”.
Y propone el artista una clave de lectura de su trabajo artístico: “Espero
sirva, esta serie de obras, como metáfora a modo de advertencia,
lamentablemente, del malestar (locura, terror y muerte) de una sociedad
cuando existen en ella dos fuerzas ideológicamente antagónicas y tan
poderosas que en el enfrentamiento, la violencia generada, arrastre hacia
la muerte a personas inocentes. Parece ser que la unidad fue imposible
desde el principio en la Argentina y que el conflicto entre los prepotentes
y los intolerantes hasta hoy llega, pero bajo el nombre de ruralistas y
gobierno”.
La muestra permanecerá exhibida hasta el 18 de abril próximo, siendo sus
horarios de visita de lunes a viernes de 10 a 19 hs. y los sábados de 9 a
12 hs.
“Estomba, a la cabeza de su división extenuada y hambrienta, se hundía
durante semanas por los desiertos pampeanos, prodigando las marchas y las
proclamas igualmente incomprensibles, hasta que un ataque de delirio agudo
diera la clave de su conducta fantástica. ¡Y reviste aspecto shakespiriano
aquel errar en el vacío de los escuadrones que siguen ejecutando, esclavos
de la disciplina, las órdenes y contraórdenes inexplicables de un
demente!”.
Paul Groussac, Estudios de Historia Argentina.
“Después de algunos días, empezamos a acercarnos y a molestar al comandante
Estomba, y más seguido, cuando supimos que con la infantería y artillería
quería tomarnos, siendo así que éramos pocos y livianos.
Las marchas y contramarchas que obligábamos a hacer, y los golpes en falso
en que incurría cuando creía inerrable, le hicieron perder la cabeza e
irritándose más y más, hasta que llamó a su presencia al señor Segura,
mayordomo de la administración del general Rosas, para que le diera datos y
noticias de nosotros.
Segura nada sabía, porque nosotros no queríamos comprometerlo; pero
Estomba, no estando conforme con la ignorancia o inocencia de Segura, lo
ató sobre la boca de un cañón y lo fusiló a cañón.
Después de este hecho hizo venir a otros paisanos con igual intento; es
decir, para informarse sobre nosotros; mas como declarasen que nada sabían,
los mató a hachazos por sus propias manos.
A pesar de la actividad de Estomba, era imposible darnos alcance con fuerza
tan pesada pues éramos pocos y bien montados y procurábamos, en
consecuencia, colocarnos fuera de su alcance. El no comprendía que para
vencernos necesitaba traernos al campo de la pelea que nosotros rehuíamos
con cualquier simulacro o argucia.”
Prudencio Arnold, Un soldado argentino.
“El 22 de febrero de aquel año (1829), Estomba fue nombrado comandante
general de la frontera del Sur, con exclusión del partido de Navarro que
estaba comprendido en la comandancia general de la campaña del Norte, al
mando del coronel Federico Rauch. En virtud de su nuevo puesto, el coronel
Estomba abrió operaciones contra los partidarios de Rosas, pero al llegar a
Dolores, en la segunda quincena de marzo, se empezaron a notar ciertas
anormalidades en las disposiciones militares tomadas por aquel valiente
Jefe, traduciéndose en marchas y contramarchas, que fatigaba a la tropa a
sus órdenes. Finalmente, al llegar al pueblo mencionado hizo colocar un
cartel en la plaza principal, escrito de su propia mano, que decía: ‘Desde
ahora para siempre, hasta la muerte y más allá de la muerte, dejo el
insignificante nombre de Ramón y me llamaré: Demóstenes Estomba’. Este
cartel fue enviado por los coroneles Nicolás y Anacleto Medina y entregado
al General Paz en el Desmochado, el 3 de abril de 1829, justamente cuando
iba a entrevistarse allí con Lavalle, siendo éste informado por el primero
de tan dolorosa noticia. A Buenos Aires ésta había sido conducida por el
subteniente entonces, después coronel, José Olegario Gordillo.”
Jacinto Yabén, Biografías argentinas y sudamericanas.
“El coronel Estomba, que tenía gran crédito, parece que recorría con las
fuerzas de su mando varios Departamentos de la campaña. Este Jefe, tan
acreditado por su valor e instrucción, comenzó a mandar Oficios a Lavalle,
que se publicaban en la prensa, en un estilo tan bombástico y exagerado,
que sus amigos los atribuían a su entusiasmo patriótico. A Buenos Aires la
llamaba ‘la nueva Atenas’; y a Lavalle, ‘Bruto 1º’. Esta incongruencia
histórica se le disculpaba.
Luego se produjo una grita entre los federales, diciendo que Estomba en
todos los puntos de que se posesionaba tomaba a los vecinos pacíficos que
se encontraban en sus casas y los mandaba a fusilar, haciendo las
ejecuciones hasta cañón, poniéndolos en la boca de ellos en fila. Todo esto
se ratificó después. Los jefes y oficiales a sus órdenes estaban
sorprendidos con esta conducta tan ajena a su carácter.
Un día patrio en que se reunieron todos para festejarlo, y que Estomba se
propasó con los licores, empezó con discursos tan feroces y desacordados,
que llamó mucho la atención de sus Oficiales. Cuando este desgraciado jefe
cayó enteramente anonadado, lo acostaron en su lecho. Enseguida se
constituyeron en sesión secreta, en la que trajeron a consideración todos
los hechos irregulares que venían sucediendo, a cual más graves.
Convinieron todos que Estomba estaba loco rematado.
En esta convicción, resolvieron aprovecharse de su sueño; y, tomándolo
dormido, lo llenaron de ligaduras y lo mandaron a Buenos Aires. Cuando aquí
se recibió el aviso, los federales gritaron:
‘Que ésta era una invención de los Unitarios, que, no pudiendo disculparla
carnicería y excesos de ese corifeo suyo, querían presentar sus bárbaros
actos como efectos de su locura’.
A la llegada de Estomba a Buenos Aires me tocó hallarme en el Hospital
Militar de la Resistencia, donde existía un Departamento separado para los
locos. Allí lo vi entrar rodeado de soldados, que manejaban las cuerdas con
que venía sujetado No alcancé a verle sino la cara, muy encendida, y los
ojos inyectados en sangre. Hacía mil visajes y daba gritos espantosos. Pero
ni en presencia de este tristísimo espectáculo se desengañaban los
Federales. Decían que todo esto no era más que una ficción convenida con
Lavalle, para desprenderse de la responsabilidad que le tocaba en los
hechos sangrientos de Estomba. Pero éste, como si hubiera querido demostrar
tan falsas aseveraciones, murió a los pocos días en medio de grandes
accesos de furor”.
José María Todd, Recuerdos del ejército de operaciones contra el emperador
del Brasil.
“Aparentemente se fuga del Hospital y fallece, en la vía pública, según
las listas de revista y su foja de servicios, el 27 de mayo.
Su hermano debe haberlo identificado y solicitado su entierro al gobierno,
pues el Contador del Departamento de Policía certifica que por orden del
Superior Gobierno se debe enterrar a Estomba en ‘las separadas en el
Cementerio del Norte para las personas beneméritas que el mismo designe’ y
le asigna la sepultura novena del número primero de la sección primera.
La entrada del cadáver de Estomba al Cementerio del Norte (hoy Recoleta)
está registrada con fecha 02 de Junio de 1829 en el 2º Libro de
inhumaciones (1829- 1835) en su primera página, renglón 11 con el texto
‘Coronel Estomba, recogido por la policía’.”.
César Recci, Biografía del coronel Estomba.
“En circunstancias en que hacía ejecutar ejercicios a su regimiento, un
adversario ilusorio se le apareció en la planicie, y fue aquella
desenfrenada carga de caballería al vacío que reveló plena dramáticamente
su demencia. ¿Leyenda o historia? En todo caso, la escena se impone a la
imaginación por su grandeza. (…) ¡A la carga! Arrastra el alucinado en su
furia al dócil aunque atónito regimiento y se precipita desbocado contra
los espectros. Repiquetea la tierra bajo los cascos de los bridones. Humo
de pólvora, olor de sangre, cascos de metralla, gritos de muerte voltejean
en torno suyo. ¡Primeras glorias de los ejércitos de la libertad, dianas
triunfales de Tucumán y Salta, imprecaciones y gemidos de Ayohuma,
casamatas del Callao, epopeya de Torata y de Moquegua, hordas de Facundo,
chuzas y alaridos de la indiada!, ¡ibais allí mezclados a la tromba! Huyen
ante la acometida los españoles de la Independencia, los montoneros de la
guerra civil, los salvajes de la pampa; huyen en el viento, en el espacio,
hacia las nubes, hacia la noche…
Cuando el ejército ilusorio se disipó en la infinitud, Estomba había
penetrado para siempre en la tiniebla; los últimos jirones de su razón
quedaban sembrados en el trayecto de su arremetida demencial. Tres meses
después, su vida se apagaba también en el asilo de hombres de Buenos
Aires.”
Juan Pablo Echagüe, Tradiciones, leyendas y cuentos argentinos.
“Regimiento de Caballería de Línea Nº 7
Al señor Ministro de Guerra y Marina.
Señor Ministro: El 9 del actual llegó a este punto la expedición, después
de 18 días de marcha desde el Tandil, el resto de las carretas llegó el 11.
El buque que conducía las maderas y útiles estaba en Bahía desde el 8 del
pasad; a nuestra llegada se le hizo venir a puerto; se ha puesto la carga
en tierra y el 13 ha quedado libre el compromiso del Estado por su flete.
Se ha encontrado el lugar que podría desearse para fundar un
establecimiento que algún día tendrá importancia; campos excelentes de
pastos y labranzas a orillas del río Sauce Chico, montes de leñas inmenso,
y quizá poco conocidos hasta hoy; un puerto cómodo a una legua de la
población cuya entrada en buques menores puede hacerse hasta 16 cuadras por
el río, hasta el establecimiento; y potreros naturales sin necesidad de
hacerlos por el arte; tal es el resultado de una expedición que pudo haber
presentado obstáculos que han hecho desaparecer el buen tiempo y la
fortuna. Incluyo a V. E. el Diario de la Marcha desde la Independencia, que
pudo haber sido hecha en 12 días, no obstante que algunos la calcularon de
mes y medio a dos. Es también inclusa una carta firmada por los principales
jefes y pobladores sobre la elección del lugar para la fortaleza y
población. Al puerto, que para hacer el establecimiento se ha preferido en
esta inmensa bahía, se le ha dado el nombre de ‘Puerto de la Esperanza’,
con alusión a su destino futuro, y a la Fortaleza y Población, el de
‘Protectora Argentina’, haciendo alusión, también, en otro sentido, al
General San Martín, servidor esclarecido de nuestra patria y que obtuvo
este título combatiendo en honor de ella. Dios guarde a V.S. Fortaleza
Protectora Argentina”.
Abril 14 de 1828, R. Estomba.
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