El encuentro de un científico y el
público para dialogar fuera del ámbito académico y en un lenguaje cotidiano
sobre temas relacionados con la especialidad del investigador cumple un año de
actividad. Casa Coleman es el escenario de estos intercambios impulsados por
CONICET Bahía Blanca y FUNDASUR.
La Dra. Susana Bottini y Dr. Esteban Brignole, investigadores del CONICET e
impulsores de la actividad junto a Gabriel Granada, coordinador de la Casa
Coleman hablaron con EcoDias sobre esta iniciativa original, que está en
consonancia con otros cafés científicos del país y del mundo.
«Casa Coleman es a la ciencia, lo que el Café Stortoni», compara
Brignole. El edificio de la calle Alem centraliza diversos eventos que impulsan
el conocimiento de la actividad científica de la ciudad. «Nuestro objetivo
es claro, queremos crear espacios de difusión de saberes que se logren en forma
participativa» agrega Granada. «Es ardua la tarea de seleccionar al
investigador que logre llegar al público, debe ser una persona abierta con
muchas estrategias de oratoria y un enfoque claro del tema», apunta
Bottini.
Este año
Los cafés científicos convocan a la gente una vez por mes. Durante el mes de
marzo se habló de «Sostenibilidad o sustentabilidad» de la mano de la
Dra. Silvia Barbosa, investigadora perteneciente a PLAPIQUI. El mes de abril,
tal cual lo indica el aniversario de la ciudad, la Dra. Diana Ribas,
especialista en historia de la Universidad Nacional del Sur, invitó a pensar en
la «Segunda Fundación de Bahía Blanca». El tema del mes de mayo versó
sobre «El cuidado del cuerpo», a cargo de la Dra. Gabriela Salvador,
del área de la bioquímica, la biología molecular y las ciencias médicas. La
ciencia brinda las herramientas para pensar los quehaceres y problemáticas
cotidianas, con un trasfondo histórico, complejo abordaje de decisiones
políticas y vaivenes económicos que repercuten en la vida actual de los
habitantes de la ciudad y del país. Por eso, el tema del cuarto café estuvo
centrado en la «Meteorología, el cambio climático y la democracia»,
invitado por el Licenciado Carlos Zotelo, perteneciente al área de las Ciencias
de la atmósfera.
La investigación científica de Bahía Blanca es un capital incalculable, con 13
instituciones, el trabajo conjunto de CONICET y la Universidad Nacional del Sur
y la producción, el pensamiento y el esfuerzo de 1.000 investigadores,
exclusivos, asociados y becarios.
Casa Coleman funciona bajo la órbita de FUNDASUR en convenio con CONICET Bahía
Blanca. Arquitectónicamente, es una casona ubicada en Avenida Alem 41. Cuenta
con una muestra permanente de Ciencia y Desarrollo. “Esta iniciativa de
características innovadoras en la ciudad, plantea mecanismos de acercamiento
entre el accionar científico, industrial y productivo con los distintos
sectores de la sociedad, a través de propuestas con nuevos contenidos,
enfocados con una metodología didáctica. La revisión histórica de cada uno de
los temas, así como también el análisis y debate de las iniciativas actuales sirven
de guía a las propuestas que se presentan”, cuentan desde el blog. Las
actividades de esta fundación comenzaron a mediados del año 2005 y persigue
como premisa concretar en este espacio propuestas accesibles y amenas que
resulten atractivas a los distintos sectores de la sociedad.
Charlar
“Bahía pasó de tener 10 buques por años a tener 300 a principios de 1890, el
cambio fue dramático con la llegada del ferrocarril”, invita a pensar Brignole
sobre la Segunda Fundación de nuestra ciudad. “Sí, lo que quedó claro fue que
la mentalidad de otra cultura, como la inglesa, embuida en el capitalismo y el
funcionamiento del comercio global, estableció a Bahía como uno de los puntos
para manejar mercadería, un puerto de importancia, vincularlo con el océano a
través de un trasandino, Bahía empezó a jugar un rol en la economía global, en
el principio del siglo XIX. Y eso, por la intervención de lo político volvió a
quedar afuera, esa gran idea que trajeron los ingleses a poco de andar fue
boicoteada nuevamente por la política”, reflexiona Granada. “Política
centralista que pusieron al puerto de Buenos Aires y la zona en un núcleo mucho
más protagónico”, agrega Brignole. “En este momento, creo que esto puede llegar
a cambiar, por razones de tipo económico, nosotros vemos los trenes permanente
por la Carrindanga (sede mayor de las instalaciones del CONICET), vemos el
camino de la ruta 33, todos los días veo la cola de camiones, para cargar un
barco de 30 o 40 mil toneladas necesitás mil camiones, que uno detrás de otro tenés
de aquí hasta Tornquist, una cosa que evidentemente se vuelve infactible”.
Participar de un café científico es, justamente, dejarse llevar por el diálogo,
que está impulsado por las preguntas del público presente y el enfoque del
investigador. “Uno de los conceptos que siempre motivó hacer este tipo de
actividad, no solamente poner la ciencia en contacto con la gente, sino también
que la gente tome conciencia de lo que sos, de lo que tenés, de tu historia,
conocerte, porque Bahía todavía no tiene conciencia de que es una ciudad
industrial, de que regionalmente tiene una importancia trascendental y juega un
rol, no solamente a nivel país sino región”, asegura Granada.
“Tengo un lema, Bahía Blanca, ciudad eterna, por qué, porque más allá de la
voluntad de nuestros gobernantes, los vecinos, el puerto es una realidad
geológica indestructible, y dentro de mil años Bahía Blanca va a ser una ciudad
importante con un rol bien definido y una razón de ser clarísima”.
La excusa del café es plantear un ámbito de discusión abierto, según Granada
“donde muchas veces la figura de los investigadores aporta contenido, que
generalmente no son tan comunes o tan obvios pero que a lo largo de la charla
se vuelven obvios”. Los cafés científicos cuentan con el apoyo de una empresa
privada y el municipio. “Los recursos con los que contamos son escasos,
realizamos una inversión en el trabajo de difusión con el material audiovisual
que se genera antes y después de cada actividad”, aclaró Granada.
Materia ciencia
“La capacidad del CONICET ha crecido, han abordado un montón de áreas que no se
las conoce, hasta áreas sociales”, dice Granada respecto a la incesante tarea
de este centro de investigaciones. Para quienes están involucrados en el ámbito
y comprometidos con la causa de comunicar estos avances en investigación,
producto del pensamiento y el saber construido en forma académica, la sorpresa
les llega desde la capacidad de quien dirige el café. “A mí me sorprendió el
enfoque”, interrumpe Brignole, “en la próxima charla se hablará de la
climatología y la democracia, desde la época medieval cómo fue configurando las
relaciones en los pueblos de Europa y de alguna manera se fueron estableciendo
con los períodos climáticos, cómo afectaron lo social. Es un tema que con estos
días que tuvimos va a estar muy caliente, muy interesante”. Sequías, cambio
climático, modelos productivos adaptados a estos ejes, son parte de la temática
que se planteó en el último café, justo antes del cierre de la presente
edición.
“Cada uno de los temas se encara con profesionalidad, cada una de las cosas que
pasan en la ciudad” afirma Granada y suma Bottini, “en forma integral, si hace
en forma parcial no ofrece buenos resultados”. Los cafés se invitan el primero
o el segundo jueves de cada mes. “Los enfoques que están realizando los
investigadores que vamos llevando empiezan a marcar una faceta humanística y
social. En las carreras más duras, los enfoques son mucho más especializados,
no se ven en el contexto. Empieza a ver una mayor apertura de los investigadores,
me parece hacia eso, una forma de generar este tipo de interrelaciones”. Estos
aportes se enriquecen con una población que maneja más información. “Desde los
distintos enfoques se trata de instalar, de alguna manera, darle continuidad a
los temas. Contamos con un sistema científico de una envergadura increíble a
nivel nacional, el complejo de investigación que hay en Bahía es uno de los más
grande del país, cómo no aprovecharlo como fuente de información, de discusión.
Para que se interrelacione con la sociedad, se conozca lo que se hace y también
para que abone el debate”. CONICET Bahía Blanca brinda respuestas a las
demandas de la región en cuanto a investigación y trabajo permanente, por eso
cuenta con institutos especializados en Química, Biología, Agronomía,
Matemática, Oceanografía, Computación, Física, Geología y Bioquímica, por
nombrar algunas. “Con los cafés nos ha pasado, que hemos contado con la
asistencia de investigadores de distintas disciplinas, y uno empieza a percibir
que la comunicación dentro del propio sistema científico tampoco es muy
eficiente”. El café y la ciencia se sientan juntas “y generar ese tipo de
combinaciones es como la colisión de partículas atómicas, podés generar una
nueva partícula que no estaba antes, que no se conocía”, bromea Brignole.
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