El proyecto “Ausentes” fue una instalación colectiva donde, tanto la Escenografía como la Iluminación hicieron hincapié en la ausencia de estudiantes y docente de una escuela que se desarrollaba en plena dictadura militar.

La Escenografía estaba compuesta por cinco mesas. En cada una de ellas se encontraban cuadernos con la escritura de la fecha miércoles 24 de marzo de 1976, elementos escolares como reglas, lápices y libros. Por otro lado, la mesa de la docente tenía libros apilados y encadenados, lentes rotos, vidrios quemados, una manzana mordida sobre un plato y una pequeña valija.

La intención era utilizar todo aquello que remonte a los años 70 y que sean significativos y simbólicos: Los libros encadenados, representando la lectura prohibida, censurada y quemada; los cuadernos simbolizando la enseñanza reprimida; los guardapolvos y los zapatos referentes a las personas secuestradas y desaparecidas. Los elementos de una docente torturada a través de los vidrios quemados y anteojos rotos, la manzana mordida representado la vida que ya no existe. La fecha anotada en la pizarra que marca la fecha del comienzo del golpe violento que tanto nos marcó al pueblo argentino.

En cuanto a la iluminación se seleccionaron los azules y blanco para ambientar la frialdad con la que se desarrollaban los hechos históricos. En el Aula además se podía escuchar un bullicio adolescente generando un contraste entre la presencia y la ausencia, entre la vida y la muerte. In bullicio silencioso, que hace eco de vidas secuestradas, torturadas y asesinadas.

Contar sin palabras

La instalación fue desarrollada por Bruno Maldonado, Sofía Lencina, Belén Lavernhe, Delfina Guiterman, Luciana Paolini, Solange Muia y Estela Painehual, de la mano del docente de la cátedra, el escenógrafo y artista visual Darío Barco.

“Se crearon bocetos, y cada participante acercó objetos útiles para la instalación, además que la Escuela prestó luminaria y equipo auditivo para la reproducción de sonido ambiental, y guardapolvos y zapatos utilizados en otras obras”, indicaron desde el grupo.

Asimismo, destacaron que “parte de la importancia de generar estos espacios es que crea reflexión, dan visibilidad, ayudan a no olvidar el pasado, a repensarlo y a construir el futuro. Refuerzan los lazos entre pares, dentro de la comunidad educativa”.

“Para aquellas personas que fueron estudiantes universitarios en ese entonces fue muy fuerte, crudo y movilizante ver una puesta que, a través de silencio y simples objetos, relate el dolor y la impotencia ante las aberraciones que sufrían, las persecuciones y el miedo que sintieron”, concluyeron.

Autor: Redacción Ecodías