Investigadores y estudiantes de la UNS se encuentran realizando trabajos científicos en el Parque Ernesto Tornquist donde retiran determinados árboles que constituyen una amenaza para las funciones del ecosistema. Además, junto a Cáritas, están donando la leña extraída a los sectores más necesitados de la comarca serrana.

Por lo común se nos inculca que plantar árboles es bueno para el medio ambiente y que cortarlos es algo muy malo. Sin embargo, hay especies que pueden llegar a afectar a una zona determinada y de allí la necesidad de retirarlas. Con todo, cuando se tala un árbol queda su madera y en el Parque Ernesto Tornquist le han encontrado un destino, trasformando una tarea meramente investigativa en una, además, solidaria.
Se trata de un proyecto ejecutado por estudiantes de Biología e investigadores de la Universidad Nacional del Sur. Ellos están trabajando en el mencionado parque una propuesta que detenga el avance de especies exóticas en la comarca serrana, es decir, especies traídas de otras regiones, especialmente árboles y arbustos, que consiguen crecer más allá de donde fueron plantadas. Sergio Zalba, docente de la UNS e investigador del Conicet, explicó a EcoDias: “Esas plantas que crecen por fuera de las áreas de plantío empiezan a configurar una amenaza para la conservación en el área de Sierra de la Ventana porque toda la vegetación nativa es incapaz de sobrevivir a los cambios microclimáticos asociados a estas especies invasoras. A nosotros inicialmente nos preocupó el problema del avance de los árboles y arbustos invasores por el efecto que tenían sobre la conservación de lo último que queda de pastizal pampeano. Asociado a la retracción de especies de plantas nativas de la zona, que además muchas de ellas son únicas, obviamente hay un impacto sobre la fauna que depende de ellas para alimentarse como área de refugio. Y también un efecto negativo sobre funciones del ecosistema como la conservación del suelo y la provisión de agua”.
Fue así como se realizaron evaluaciones y, asociados con el Organismo de Administración de Áreas Protegidas de la provincia, se comenzó a participar en acciones de control: “Esto es cortar árboles y arbustos en lugares donde configuraban una amenaza y ver además qué efecto tenía ese control sobre el ecosistema que estamos tratando de proteger ya que el objetivo siempre es conservar o recuperar ecosistemas naturales, no cortar árboles: ese era un medio para alcanzar un objetivo de conservación”.

12 toneladas
Las acciones de control se ejecutaron pero pronto los estudiantes notaron que lo que allí quedaba al producirse los cortes, terminaba siendo un recurso desperdiciado en el campo: “Entonces decidimos sumar un aspecto más del proyecto que fue tratar de acercar esa madera a los sectores que necesitaban leña. Fundamentalmente, la zona que rodea el parque que es el que empezamos a trabajar, aunque sabemos que es una necesidad que trasciende las localidades vecinas. Nos asociamos con Cáritas, a través de una línea de financiamiento que ofrece la Secretaría de Política Universitaria que se llama Responsabilidad Social Universitaria, y empezamos a distribuir la madera que cortábamos. Eso implica un esfuerzo extra porque hay que sacar todas las ramas, fraccionar, cargarlo en un camión y trasladarlo”.
Según contó Zalba, los primeros beneficiados fueron vecinos de Saldungaray que ya recibieron unas doce toneladas, mientras que ahora se busca ampliar el área de acción y distribución para que aquellos árboles que sea un problema para el parque, se conviertan en una solución para las personas que carecen de gas, garrafas o leña.
Por último, el docente señaló que se encuentran trabajando 10 biólogos y 25 estudiantes en este proyecto que arrancó en 2008 y no tiene fecha de finalización debido a la cantidad de especies invasoras que existen: “Es un proyecto que no va a terminar porque hay muchos especies invasoras, los pinos siguen creciendo, así que hay que ir limpiando sectores de la reserva. Todo lo que podamos lo vamos a hacer”.

Cortar árboles
“El tema es qué árboles cortás y dónde los estás cortando”, explica Zalba respecto a la cuestión planteada al principio de lo mal considerado que está comúnmente el hecho de cortar árboles. Respecto a la tarea que vienen realizando, argumentó que nuestra región tiene el privilegio de contar con los últimos reductos de pastizal pampeano en buen estado de conservación que quedan en toda la provincia. Sin embargo, “algunas de las especies de árboles, no todas, unas pocas que han sido traídas para la zona, avanzan espontáneamente como algunas especies de pino. Tienen semillas que pueden ser arrastradas por el viento hasta tal vez cinco kilómetros. Esas semillas caen en cualquier sitio, incluso una grieta y germinan. De a poco lo que hacen es colonizar el ambiente y transformar la vegetación que hay abajo. Esa planta en ese lugar es un problema de conservación”.
No se están cortando árboles plantados por alguien, aclaró Zalba, sino aquellos que crecen espontáneamente por las razones explicadas: “Tienen raíces muy profundas y una capacidad de bombeo de agua mucho mayor a la del pastizal, de forma que a medida que van avanzando y colonizando las laderas de la montaña, deriva a que llegue menos agua a los arroyos”.