El mañana nos propone algunos cuestionamientos fundamentales. ¿Será mejor llenar el tanque de 50 litros de un vehículo o dar de comer a una persona durante seis meses? Y junto al tema de la alimentación, la lógica agroindustrial de los agrocombustibles nos obliga a considerar un aspecto de suma importancia: La tierra no es nuestra, está en préstamo de nuestros hijos. Además, la tierra no es sólo de los seres humanos y de sus hijos, la tierra es de todos los seres que la habitan.
Es importante reflexionar sobre el tema. En el momento en que se desenvuelven en la arena política y mediática los discursos impulsores de los agrocombustibles, convenciendo al público de que son una alternativa para un desarrollo que considera al medio ambiente por utilizar recursos supuestamente renovables y que es una respuesta a la escasez de trabajos y el hambre, debemos ser concientes de un elementos primordial: las megaempresas -que son ahora las más representativas de lo que el desarrollo implica- la mayoría de las veces han optado por dañar la naturaleza, mantener enfermedades y matar a la gente de hambre, a costa de multiplicar sus ganancias y de hegemonizar las cadenas globales de mercancías de forma integrada, es decir, controlar la producción de materias primas, el procesamiento de las mismas, la comercialización y el consumo.
Si no fuera así, no estaríamos ante la hecatombe medioambiental caracterizada por la acelerada deforestación, erosión de tierras, crecimiento exacerbado de las ciudades (del tercer mundo), sobreexplotación de recursos, aumento del hambre, etc. Las iniciativas ecológicas que van en contracorriente de este sistema destructor, son, en general, dominadas y superadas por la lógica de consumo que sostiene al sistema capitalista de explotación de recursos.
Contexto internacional
Expertos declararon que la inflación de los commodities (se refieren a productos agrícolas que, bajo reglas de flexibilización de comercialización de la Organización Mundial del Comercio, tienen preferencias comerciales) que la producción de biocombustibles está generando, es una tendencia global que puede tener consecuencias negativas para los países pobres y especialmente para aquellos con bajo potencial agropecuario.
El potencial impacto de los biocombustibles genera preocupación en base a la evolución de precios que se estima en el precio del maíz en un 20% para el 2010 y un 41% para el 2020; al igual que para las semillas oleaginosas, incluyendo soya, colza y semillas de girasol, que se supone incrementarán en un 26% para el 2010 y en un 76% para el 2020; lo propio con el precio del trigo: en un 11% para el 2010 y en un 30% para el 2020.
La producción de biocombustibles es a, su vez, un enorme limitante para permitir la consagración de los objetivos del milenio establecidos por las Naciones Unidas en el 2000, un compromiso de cortar por la mitad la población que crónicamente sufre de hambre del 16% en 1990 a 8% para el año 2015. Considerando los factores expuestos veremos que los agrocombustibles exasperaran más aún el hambre mundial.
Varios estudios por economistas del Banco Mundial sugieren que el consumo calórico alimentario en torno a los pobres del mundo declina 0,5% cuando los precios medios de los alimentos incrementan en 1%. Cuando un alimento importante se vuelve más caro, la población trata de reemplazarlo con uno más barato; pero si todos los alimentos básicos suben, no tienen alternativa a la cual recurrir. Se estima que para el año 2025 existirán 1.200 millones de personas crónicamente hambrientas. ¿Qué fue de los objetivos del milenio?
Conclusiones
Las experiencias de diferentes países del mundo muestran que los agrocombustibles son un reflejo más de la lógica de la agroindustria: explotan recursos para acumular capital, beneficiando a sectores muy reducidos, perjudicando a los menos favorecidos y dañando el medio ambiente.
En este sentido vale preguntarnos qué es lo que realmente queremos. Si queremos una industria de biocombustibles que genere ganancias e impulse el desarrollo a secas, con todo lo que ello implica, entonces apoyemos la iniciativa. Los agrocombustibles van a impulsar el desarrollo de las grandes transnacionales que están interesadas en el rubro y que son aquellas que dominan los ejes más importantes de las cadenas globales de productos agrícolas porque son las que detentan los medios de producción y las que tienen el poder de la comercialización.
Tecnología para producir agrocombustibles.
La tecnología es un aspecto central. En un estudio realizado por Farrel y Colab (2006) se alerta a los países latinoamericanos que un uso en gran escala de etanol para combustibles seguramente requerirá tecnologías de celulosa que amplían el rango de convertibilidad de las materias primas utilizadas.
Esto quiere decir, por ejemplo, que ya no necesitaríamos una hectárea de caña para producir 6000 litros de etanol, sino que podríamos hacerlo a partir de un proceso enzimático, desde cualquier material orgánico, por ejemplo el aserrín de la madera. Esta tecnología aún no está plenamente desarrollada y se estima que de aquí a diez años, mediante inversiones fuertes e investigaciones, puede ser alcanzada. Como los procesos de adquisición de tecnología son caros y requieren de mucha inversión, lo más probable es que sean detentados por pocas manos con capacidad de invertir. Esto les quita a los países latinoamericanos todo tipo de soberanía sobre la producción de agrocombustibles, además de la comercialización.
Mientras tanto, en Latinoamérica la tecnología actual utilizada para la producción de agrocombustibles, que se caracteriza por requerir cultivos a gran escala -hecho que conlleva todo una problemática ambiental y social- va a seguir invirtiendo grandes montos de dinero para el aglutinamiento de tierras, préstamos económicos y sistemas de producción, los cuales pueden ser desestimados en su totalidad el momento en que se consolide el tipo de tecnología de segunda generación mencionada en el anterior párrafo, lo cual puede dejar a los países latinoamericanos no solamente con tecnologías desechadas, sino también con deudas, con la mayoría de sus tierras mal utilizadas por cultivos para combustibles y, lo que es peor, con sus tierras apropiadas por las transnacionales o grandes empresas interesadas en los agrocombustibles.
Experiencias en diferentes países
México
El Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas asegura que los altos precios de los productos agropecuarios llegaron para quedarse, todo gracias al desvío de esas producciones hacia la producción de etanol. En México, los precios de la tortilla, pan, huevos, frutas y azúcar han mostrado un crecimiento sostenido -a veces superior al 100%- entre diciembre de 2005 y abril de 2007.
EEUU y China
En lo que va del año, los precios de los alimentos en EEUU y China han subido en un 6,7% y 6,2%, respectivamente. El principal factor para la subida de precios sería la reducción de la oferta mundial de algunos productos agrícolas como el maíz y la caña de azúcar, resultado de su desvío para la producción del etanol.
En marzo de 2007, en EE.UU., los precios futuros del maíz sobrepasaron el récord de U$s 4,38 por bushel (27,21 kg.) frente a U$s 2,40 en 2006, precio considerado el más alto en 10 años. Los precios del trigo y del arroz también se dispararon a los niveles más elevados en los últimos 10 años, porque a la vez que el arroz ha pasado a ser el más usado como sustituto del maíz, el área destinada para su cultivo se está reduciendo debido a que los agricultores amplían las plantaciones de maíz para producir etanol.
Argentina
En Argentina, más allá de los índices oficiales, los precios de las carnes rojas, pescados, lácteos y hortalizas treparon entre un 50 y un 100% en los últimos meses, también debido al desvío de productos alimenticios hacia el etanol. Señalan a su vez que el índice de precios de las MATERIAS PRIMAS aumentó en un 4,7% en julio respecto de junio y un 25,4% respecto del mismo mes del año anterior.
Brasil
Durante 2006 la oferta interna de energía en Brasil fue de 55,1% de energía no renovable y 44,9% de fuentes renovables. A pesar de la mejor calidad de la matriz energética brasileña en relación a la matriz energética mundial, la composición de las fuentes de energía renovable presenta problemas de otra naturaleza, muy preocupantes tanto desde el punto de vista económico y social como del ambiental.
Dos fuentes importantes de energía renovable, la hidráulica y de la biomasa, que sumadas representaron el 41,8% de la oferta total de energía en 2006, tienden a constituirse como espacios económicos privilegiados de las megaempresas multinacionales y nacionales, asociadas entre sí o no, para la producción y consumo a partir de sus intereses corporativos, sea para consumo interno en sus industrias o para la venta en los mercados interno y externo. Asimismo, se está agudizando la concentración de los medios de producción en manos extranjeras y la disputa de los recursos de Brasil por las grandes potencias mundiales y sus megaempresas.
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