Estuvieron
en Bahía Blanca integrantes de la Asamblea de Gualeguaychú,
que se opone a la instalación de las papeleras en la localidad de
Fray Bentos sobre el Río Uruguay. Invitados por A.D.U.N.S., Marcelo
Darre y Osvaldo Moussou contaron sus experiencias en el gimnasio de
las Escuelas Medias, junto a vecinos de Ingeniero White y del Barrio
Juan Lopes. ¿Qué los unía?
A lo largo de
la charla advertimos que mucho más de lo que uno se imagina…
Ante
todo se encargan de aclarar que no son ambientalistas. Son vecinos,
profesionales en este caso, que junto a otros muchos hace tres años
salieron a impedir que dos plantas de celulosa se instalaran al otro
lado del río. Moussou es ingeniero agrónomo y concejal. Darré es
agrimensor y saca horas al sueño y a la familia para continuar con
la lucha y con su trabajo.
Salir a la
ruta
“Hace
30 años, Gualeguaychú era una ciudad netamente agropecuaria. Luego
se convirtió en turística, por la gran cercanía a Buenos Aires.
Por eso, la construcción de las papeleras afectaría a una de las
principales playas del lugar y cambiaría el lema ‘Todos los
verdes’ que tiene Entre Ríos”, explica Darré cuando se le
pregunta cómo es su ciudad. “ A medida que nos fuimos dando cuenta
de esto, se fueron sumando entidades como la Sociedad Rural, la
Federación Agraria y hasta la última ama de casa se prendió a este
movimiento, porque creemos que es una causa noble, justa”.
Y
comenzaron los cortes, primero parciales, con campañas de
concientización hacia las personas que iban o venían del Uruguay
hasta que un día no se fueron más de la ruta. Cuando esta edición
de EcoDias esté en la calle, se habrá cumplido un año de la
concentración que reunió a más de 40.000 personas por este
reclamo. Y posiblemente ya se hayan levantado los cortes.
Mantenerse
no fue fácil. Moussou cuenta que constantemente la empresa Botnia
(una de la dos firmas responsable de las papeleras) los está
llamando para dialogar. Diálogo al que ellos se niegan, aun con la
Iglesia de por medio, porque en casi todas las oportunidades han
ofrecido viajes para los vecinos y para periodistas. “Por eso
tenemos que cuidarnos hasta de hablar con los ‘tipos’”, dice el
concejal.
Confirman
que el apoyo político es oscilante: “Por momentos nos apoyan y
cuando el gobierno nacional les dice algo, cambian de opinión”.
Inmediatamente diferencia el poder provincial del nacional: “Nunca
la Gendarmería nos ha intentado sacar, ni mucho menos. Es más, la
Gendarmería nos ha cuidado. Eso es un apoyo”.
Pelearse con
el hermano
No
hay duda de que el conflicto con las papeleras cobra otra dimensión
porque el contrincante es Uruguay, un país con el que nos unen más
cosas de las que nos separan.
Al
respecto, Darré dice que la antinomia pasa porque los uruguayos
aseguran que las papeleras son producción y “nosotros queremos un
medio ambiente sano”. Ofrece datos para refutar a los orientales:
“1500 millones de inversión que le van a dar trabajo a 600
personas. Si dividís los 1.500 millones por el número de personas,
te da 500.000 dólares para crear cada fuente de trabajo. Imaginate
que ese cuento que te dicen de las fuentes laborales que van a crear,
es relativo porque una serie de campos destinados a otras actividades
han pasado a la forestación, que es una actividad que no emplea
mucha mano de obra, los salarios son muy bajos y estas empresas no
permiten que sus obreros estén sindicalizados. En realidad, el
trabajo de un obrero de campo en la forestación es casi una
semiesclavitud, porque tener que ir ahí es un trabajo de locos”.
“Lo que tampoco se dan cuenta los uruguayos es que la defensa del
medio ambiente también los beneficiaria a ellos, porque los más
afectados serían los que están más cerca. Entonces es una lástima
que ellos no entren en razones….”
Citando
a un abogado en Derecho Internacional, Moussou es más duro al
definir esta disputa: “Usted puede tener un hermano, pero si su
hermano se queda con la herencia, usted va a ir a la justicia, por
más que sea su hermano. Y eso no implica que deje de ser su
hermano”.
Entre
papeleras e industrias petroquímicas
Hasta
el momento, usted ha leído sobre contaminación, defensa del medio
ambiente, pérdida de puestos de trabajo, presiones empresariales y
políticas, disputas entre vecinos por los que unos consideran un
avance y otros un notable retroceso.
Si
cambia la palabra “papeleras” por “industrias petroquímicas”,
¿de qué se acuerda?
Los
vecinos de Gualeguaychú recorrieron Ingeniero White y, aun sabiendo
que los procesos sociales no pueden extrapolarse mecánicamente, les
pedimos una opinión sobre la situación en Bahía.
“Se
tienen que empezar a mover, nada más”, comienza diciendo Moussou.
“Es más difícil porque las empresas ya están instaladas. Yo no
digo que las empresas se van a ir ni mucho menos. Pero tiene que
haber un control mucho más estricto del que hay. Pero es más fácil
porque estamos dentro del país. Nosotros estamos luchando con algo
que está fuera del país. Y cuando uno se mete en todas estas cosas,
se empieza a dar cuenta de que hay muchísimos organismos no sólo
nacionales sino internacionales a los que uno puede recurrir. Es
decir, desde el Ombudsman hasta la Comisión Internacional de
Derechos Humanos, donde se pueden presentar como damnificados si la
solución no la tienen en Bahía. Yo le puedo asegurar que cuando
todo eso empieza a funcionar desde afuera, las plantas se ponen en
orden, porque a ellos no les gusta estar metidos en un conflicto
internacional, que su nombre esté en la Comisión Internacional de
Derechos Humanos… Eso nosotros lo tenemos claro, porque hemos ido a
casi todos los Foros internacionales a hacer valer nuestros
derechos”.
Fin
nota
Recuadro
También
estuvo en Bahía Blanca, en este caso invitada por la Asociación
Médica, la coordinadora de la campaña anticontaminación de
Greenpeace, organización que hoy se encuentra abocada casi
exclusivamente al tema “Papeleras”.
La
licenciada Paula Brufman es bahiense, hace 4 años que se radicó en
Capital Federal y hace 1 año que trabaja en la organización
ambientalista.
Reconoce
el valor de la movilización en Gualeguaychú como forma de instalar
el tema en los medios masivamente, pero sostiene que los cortes de
rutas son una metodología que ya no sirve.
Resignada
a que las papeleras no se van a ir, enfatiza el tema de los controles
y de la tecnología a utilizar, no sólo para los dos plantas en
cuestión en Uruguay, sino para la industria en general en todo el
Conosur. En tal sentido, Brufman no confía en el Tribunal de la Haya
para resolver este tema. “Puede laudar en lo que se refiera el
cumplimiento del Tratado del Río Uruguay, pero nada puede hacer con
respecto a los controles”.
Fin
del recuadro
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