La tercera edición del certamen impulsado por el Ministerio de Mujeres y Diversidad recibió más de 210 relatos, y reúne narraciones de todas las regiones de la provincia de Buenos Aires. La convocatoria se organizó en tres categorías: Historias de vida de mujeres y LGTBI+; Relatos en primera persona, el Estado en tu vida y Ficción sobre temáticas de género.

En 2023, la ilustradora y diseñadora en Comunicación Visual, Ana Inés Castelli, conocida como Piper, recibió un correo electrónico del Ministerio de Mujeres y Diversidad y tomó la decisión de participar del concurso literario.

“Me asignaron un relato y pude ilustrarlo libremente. A la escritora la conocí en la presentación, y fue muy conmovedor porque me dijo, muy emocionada, que la imagen le hacía recordar al día que pudo separarse de la persona con la que estaba casada, y era violenta con ella. Le hacía acordar a la foto que se sacó el día que salió del Juzgado en Luján. Para mí fue de esas cosas misteriosas que suceden con la literatura, o con las expresiones, que llegan por canales inesperados”, contó, en diálogo con Ecodías.

La artista también disfruta de la escritura e impulsa un grupo llamado Pequeña valija impresora, que desarrolla distintas propuestas y actividades en varios espacios dedicados, preparados o pensados para las infancias.

Fortalecer las redes

El Concurso constituye una política pública de visibilización de identidades de género que históricamente han sido ignoradas o sometidas al silencio. La propuesta estimula la circulación de relatos vinculados a la cultura bonaerense en clave de género para propiciar transformaciones sociales tendientes a la igualdad.

En ese sentido, la relación entre narrativas feministas y el Estado provincial es central para la promoción de nuevas prácticas culturales: “Creo que estas publicaciones son, por un lado, una catarsis, y, por el otro, una oportunidad importante para publicar, amplificar y difundir otras historias que no son las que suelen aparecer. En muchos casos son mujeres que no se dedican a la escritura, pero sí escriben. Entonces también invita a repensar la escritura: desde las listas del supermercado, hasta los diarios de vida”, expresó Castelli.

Respecto al diseño, la artista recordó que no quiso representar la parte oscura del relato, sino que prefirió centrarse “en la posibilidad del cambio de vida y la idea de trabajo en red, con otras familias y mujeres. Este simbolismo de ser casa de mujeres que, justamente, son el hogar. Quería ir por el lado más resiliente de la historia. En un punto, la utilización de los colores fue por ahí”.

Piper trabaja mixturizando técnicas. “Gran parte de ese dibujo está hecho analógicamente en un papel con lápices, que son una especie de crayones a la tiza. Y luego lo que hago es escanear todas esas imágenes y a la composición la trabajó de manera digital. Siempre tengo pequeños bocetos en lápiz de cómo quisiera o me imagino que quede armado”, finalizó.

Los tres libros publicados en el marco de “Ellas no fueron contadas» pueden descargarse en la página web del Ministerio de las Mujeres. Además, hay un podcast para el que distintas actrices y locutoras grabaron los relatos, que se encuentra disponible en diversas plataformas de audio.

El quehacer de la vida (fragmento)
de Alba Luz Alves
«(…) El Juez me había dado la tenencia de mis hijas e hijo. Me mudé a San Miguel para comenzar otra vida. Nada fue fácil, terminé en situación de calle con ellos. Pero si había sobrevivido a aquel campo al principio, podía sobrevivir a cualquier cosa y sabía que los iba a sacar adelante. Al poco tiempo, conseguí trabajo y pude alquilar un lugar. Trabajaba de franquera cuidando a una persona los fines de semana y, durante la semana, estaba con mis hijas e hijo. Los chicos estaban escolarizados y yo intentaba buscar ayuda en el servicio social de San Miguel. Era el año 2006 o 2007, mi última hija había nacido con Néstor Kirchner Presidente. Entonces, tenía una gran esperanza. Yo quería lograr un futuro mejor para los que dependían de mí, me sentía fuerte. Insistía en el servicio social, me ayudaba una trabajadora social muy buena, Mónica, que logró hacerme entender que yo debía moverme del lugar de víctima. Me enseñó sobre la resiliencia y dijo que yo podía usar esa fuerza, que todo lo que me propusiera lo iba a lograr. Hasta que un día, ya por el año 2008, me llamaron de la dirección de Desarrollo Social y me preguntaron si me animaba a manejar una cooperativa. Para ese entonces, Néstor Kirchner había creado el programa de inclusión laboral PRIS, ahí comencé a trabajar como cooperativista organizando a 16 personas que estaban a mi cargo. La lucha por la vivienda se hacía cada vez más fuerte en mí, era una cuenta pendiente desde el desahucio de mi familia por los militares, allá por los comienzos de los ochenta en Ituzaingó. Claro, a mi padre, militante social peronista, no se la iban a dejar pasar. Así fue como comencé también a organizarme con otras vecinas para exigir viviendas, había muchas otras mujeres en la misma situación que yo. Aclaro que con el padre de mis hijos nunca logré tener casa, me tuvo 16 años en la indigencia.
Realizamos la primera protesta y logramos armar uno de los asentamientos del barrio El Polo de San Miguel, en una fracción de ese hoy barrio popular. Cuando logramos asentarnos, me llegó a mí sola la orden judicial de desalojo, pero todas las otras familias quedaron. Me puse feliz por ellas, yo me tuve que ir con mí familia a cuestas. Paradójicamente, quienes me desalojaron era una sociedad “Canalle – Macri y asociados”».

Autor: Redacción Ecodías