¿Qué harías si te violan reiteradamente a una hija o a un hijo? ¿Que harías si te desaparecen a tu mamá o a tu papá? ¿Que harías si secuestran a un amigo tuyo? ¿Qué harías si torturan hasta la muerte a tus hijos, a tus padres, a tus amigos? ¿Reclamarías justicia?
Por supuesto. Cualquiera lo haría. Un ejemplo de indignación ante los delitos se ven en las movilizaciones y el reclamo masivo de justicia frente al aberrante hecho en el que un individuo secuestró, violó y prendió fuego a una nena. Todos los calificativos que le son impuestos no llegan a nombrar lo que se quiere nombrar. Sólo la justicia podrá sanar las heridas que causó a la sociedad.

Los delitos son delitos acá en este año 2008 y allá atrás en el tiempo pasado también. Y más aun si son delitos de lesa humanidad. Leso: agraviado, lastimado, ofendido; un crimen de lesa humanidad alude a un crimen que ofende, agravia, injuria a la humanidad en su conjunto. Desaparición forzada de personas, asesinatos, torturas, violaciones -entre otros- son delitos que cuando se cometen como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil; sea política de un Estado o de una organización que con su anuencia los cometa, son delitos contra la humanidad.

Estos delitos se cometieron en la ciudad.
Sí, en esta Bahía Blanca, en la época de la dictadura militar. Se llevaron a cabo con la ignorancia de algunos, el silencio de muchos y la complicidad de varios que hoy disfrutan de las libertades de la democracia.
Callaron los grandes medios y peor aún, reprodujeron con una actitud cómplice los enfrentamientos fraguados y los “denuncie, vecino”.

A horas de la sentencia a prisión perpetua al genocida Menéndez, el represor Julián “el Laucha” Corres se fue como pancho por su casa de la sede de la Policía Federal de la ciudad. El Laucha Corres es quien admitió ser jefe de seguridad del centro clandestino de detención La Escuelita, quién admitió en los Juicios por la Verdad haber recibido a detenidos y detenidas vendados y esposados, quien admitió que existían los interrogatorios, y tantas cosas más.
La Fiscalía Federal fue anoticiada de su fuga varias horas después que fue “primicia” en un medio local. Extraña circulación de la información ésta que se da en una ciudad donde la maquinaria del estado represor pareciera estar moviéndose ante el inevitable juicio al que deben responder quienes fueron partícipes y ejecutores de delitos de lesa humanidad.
Un juez reiteradamente criticado por el lento reloj que le marca sus tiempos para hacer la tarea y la realidad que patéticamente se presenta, nos muestra que quienes debieran estar en juicio y con condena, a éste juez se les escapan o se les mueren.
Los delitos de lesa humanidad no son prescriptibles y todos los responsables, uno a uno, deberán rendir cuentas ante la Justicia. No hay lugar donde puedan ocultarse, ni amenazas que los resguarden de lo inevitable. Ellos lo saben.

Es tarea de todos esforzarnos por mantener encendido el fuego de la Memoria en este presente.
Ni perdón, ni olvido.
Exigimos el juicio y castigo a todos los culpables.
Porque no olvidamos, porque el olvido al que quieren arrastrarnos no es más fuerte que la Verdad que asoma vencedora.