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Rol y responsabilidad del diario local
Compartimos parte de la charla que José Nebbia, fiscal en el juicio a los represores que se realiza en nuestra ciudad, brindó en relación al papel de La Nueva Provincia durante la última dictadura. Del evento también participó Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata.
Categoría: Derechos Humanos

“Juicios de Lesa Humanidad, Medios y Política” se tituló la charla desarrollada en el Centro Histórico y Cultural de la Universidad Nacional del Sur (UNS) el pasado mes de octubre, que contó con la participación de Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, del fiscal José Nebbia.

En esta edición de EcoDias compartimos un importante extracto de la exposición del fiscal, quien básicamente habló del rol del diario local La Nueva Provincia, antes, durante y después de la última dictadura militar.

La presentación estuvo a cargo de la titular de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la UNS, magíster María del Carmen Vaquero. En futuras ediciones, compartiremos también las palabras de Florencia Saintout.

Luego de las palabras de Diego Kenis, periodista trabajador del área de Comunicación de la UNS; inició su disertación el fiscal Nebbia quien explicó cómo llega el caso de La Nueva Provincia al ámbito de la justicia: “Esa imputación surge de una sentencia del primer juicio donde juzgó a los responsables del Ejército por lo que aquí ocurrió hace ya casi cuarenta años. Es una sentencia que está firmada por tres jueces, fue un juicio de más de un año donde se juzgaron más de 90 casos”.

Para Nebbia, los jueces observaron qué pasaba en ese multimedios debido a que no solo se trataba del diario sino que La Nueva Provincia contenía a la radio LU2 y también a Canal 9 que en ese momento era de su propiedad: “Inclusive era monopólicos lo cual también señala la inserción y el poder que tenía en los hechos entonces. Lo tiene hoy, se palpa hoy, en aquella época mucho más”.

Por otro lado y ya para argumentar el por qué La Nueva Provincia tuvo un rol central en el Terrorismo de Estado, Nebbia manifestó: “Vale señalar que La Nueva Provincia desde su nacimiento se posicionó en un papel que trascendía lo meramente periodístico para consolidarse como un actor políticos institucional relevante, siempre en línea con los objetivos de los militares, los objetivos castrenses.

Y un exterminio como el que sucedió en la Argentina, los exterminios en masa, no suceden de la noche a la mañana, no es la idea de un individuo que arrastra a la sociedad, sino que son procesos que existe una preparación previa, existe una justificación y necesariamente necesita un encubrimiento si no, no hay sociedad que de forma alguna soporte semejantes crímenes”.

Un Golpe de Estado precisa de un discurso justificante y legítimamente que en el caso de las Fuerzas Armadas estuvo dirigido hacia adentro de las mismas y también hacia afuera: “Ese discurso, lo llevó adelante aquí en la región de manera virulenta La Nueva Provincia. Lo que es claro es que el exterminio, el proceso de exterminio en Bahía Blanca y la región no hubiese sido lo mismo sin La Nueva Provincia, eso está claro”.

Ahora bien, en medio de todo esto, otro protagonismo, doloroso por cierto, lo tuvo la Universidad Nacional del Sur ya que de allí provinieron en su mayoría las víctimas. Hablamos de alumnos, profesores y trabajadores: “Si uno analiza el discurso de La Nueva Provincia ve que está directamente relacionado con esa posición de usina ideológica o construcción de sentido”.

El único centro de contrasentido que tenía el diario, dijo Nebbia, era la universidad porque era justamente el único lugar en donde se le daba discusión teórica y política al discurso dominante: “Por eso La Nueva Provincia siempre fue tan lúcida y apuntó hacia la universidad previo al Golpe, durante el Golpe y con posterioridad”.

Esto no se logra así porque sí, para ello se precisa poder y La Nueva Provincia históricamente contó con ese poder “Diana Julio de Massot se presentaba como el primer multimedios de América Latina, consciente de ese potencial periodístico empresarial, accionó y actuó a lo largo de toda su historia, antes y ahora”.

Para Nebbia hay que hacerse una idea de lo que implicaba antes y durante el Golpe, ser “izquierdista” en las páginas del diario: “Antes del Golpe de Estado se podía ser víctima de lo que se conoció como la patota de Ponce, los muchachos de la fiambrera o la Triple A. Durante el gobierno de facto, implicaba el secuestro, la tortura y todas las consecuencias que sabemos. Pero inclusive, y esto ha surgido de los distintos juicios, salir en La Nueva Provincia luego de haber sido secuestrado y ser liberado, implicaba la muerte civil en vida por la repercusión que esto tenía en el medio social en done la víctima desarrollaba su vida”.


La ficción de una guerra

El doctor Nebbia mencionó casos paradigmáticos que marcan la influencia de La Nueva Provincia en el devenir de los acontecimientos durante la dictadura y con

posterioridad. A su vez afirmó que la acción psicológica a través de los medios de comunicación, figuraba en los diferentes reglamentos militares e incluso fue reglamentada en documentos que dieron base normativa al Golpe.

Retomando el accionar del diario, Nebbia comentó: “Lo que primero uno advierte previo al Golpe, es cómo La Nueva Provincia va generando se enemigo a combatir, esa otredad negativa. Y el esfuerzo constante en instalar esa ficción de la guerra que en definitiva es lo que va a legitimar ese exterminio. La necesidad de que las Fuerzas Armadas intervengan y de la manera que deben intervenir las Fuerzas Armadas”.

Es La Nueva Provincia la que pidió la intervención de las Fuerzas Armadas refiriéndose a una guerra sucia. Ya en dictadura se permitió que no rigieran las reglas de Ginebra en cuanto a situaciones de guerra: “La Nueva Provincia va inclusive a combatir esas reglas básicas de cualquier enfrentamiento armado. Primero plantea la ficción del enfrentamiento armado y de la guerra, y la necesidad de la guerra sucia. Y después inclusive, niegan las reglas que se deberían aplicar existiendo ese conflicto que por supuesto no existió”.

A modo de ejemplo Nebbia se valió de editoriales, titulares y notas del diario: “Qué esperan nuestros hombres de armas para reconocer que la Argentina vive un clima de guerra interna y para proceder en consecuencia sin contemplaciones y concesiones” exigía un editorial del año 1973 repitiéndose esa actitud día tras día. Es decir, día tras día la población bahiense y de la zona era machacada con ese discurso “y la necesidad de llamar a las fuerzas armadas, como salvadoras de la patria, a intervenir”.

El 24 de marzo de 1976 el diario hablaba de refundar la patria y anunciaba “llegó el momento”.

En otra edición el mismo diario afirmaba “El país sigue en guerra, la moderación con el enemigo no es un síntoma de cordura”.

Sobre todo esto, Nebbia reflexionó: “Es decir, a través del diario, la radio y el único canal de televisión, va generando determinados efectos sobre la población, va generando esta sensación de guerra, va haciendo esta construcción de la necesidad de una guerra sucia, va generando lo que en los reglamentos militares se señala como la selección del blanco, la creación del enemigo. Va estigmatizando a una determinada parte de la población que era necesaria erradicar, estoy hablando de los elementos subversivos”.

Por otro lado el fiscal aclaró cuál es la acusación contra el diario que nada tiene que ver con la libertad de expresión: “A La Nueva Provincia lo que se le imputa es una conducta criminal, no opiniones políticas o el mayor o el menor ejercicio de la libertad de expresión, sino que lo que se le imputa es una conducta criminal, cómo a partir de su accionar eso se traduce en crímenes. Y la Universidad Nacional del Sur es un claro caso en cómo La Nueva Provincia también bregó porque se limpien estos claustros.

La Nueva Provincia fue muy combativa previo al Golpe de Estado y con posterioridad. Quiero recordar que aquí con la intervención de Remus Tetu, su primera medida fue contratar como seguridad y vigilancia a un grupo de matones sindicales, algunos de ellos hoy están vivos y han sido detenidos y han sido procesados por la justicia”.

En el año 75, recordó el fiscal, los matones a sueldo asesinaron en pleno pasillo de la universidad a David “Watu” Cilleruello: “Ese asesinato no fue aislado sino que fue acompañado como saben los integrantes de la universidad, por una cesantía masiva no solamente de estudiantes sino también de docentes y no docentes. Fueron más de 50 las personas que se tuvieron que ir a partir de la persecución que se desató por parte de la intervención, de las patotas pero también desde las instituciones del Estado”.

El ex juez Guillermo Madueño y su secretario Hugo Sierra no fueron olvidados por Nebbia en su exposición: “Hay dos causas muy importantes que se generan en la Justicia Federal, las lleva adelante Madueño, en donde se busca limpiar a los claustros de la incidencia marxista, lo que lleva a la persecución de muchos profesores, algunos se escapan, otros son detenidos, encarcelados e inclusive son torturados.

Madueño, con su secretario Sierra, aún impune, les tomaban declaración en las comisarías en donde instantes antes habían sido torturados”.


Heinrich y Loyola

Más allá de lo que compete al ámbito universitario como blanco de víctimas, Nebbia hizo lugar a dos casos paradigmáticas de nuestra ciudad, los asesinatos de Enrique Heinrich y Miguel Ángel Loyola, obreros de La Nueva Provincia: “Como todos saben, ambos, Enrique y Miguel Ángel durante los años previos había llevado adelante con todos sus compañeros, habían encabezado reivindicaciones laborales en sus puestos de trabajo en La Nueva Provincia. Heinrich y Loyola la única militancia que tenían, la única era su militancia sindical dentro de La Nueva Provincia. En el 75 inclusive el diario llegó a no salir o llegó a salir con poco tiraje y mal hecho y por ejemplo en editoriales de esa época, La Nueva Provincia denunciaba la labor disociadora de los delegados. Hablaba de la infiltración más radicalizada del movimiento obrero argentino”.

Durante ese conflicto gremial, agregó Nebbia, el diario en sus editoriales siguió dedicando palabras con dureza y dando nombres y apellidos. Cuando Heinrich y Loyola son secuestrados, el hecho no fue noticia en el diario y solo ocupó unas líneas el hallazgo de sus cuerpos acribillados: “Simplemente dicen que se desempeñaban en la sección Talleres. Y esa fue la primera y la última vez que La Nueva Provincia sacó algo de Heinrich y Loyola”.

Incluso Nebbia mostró a los presentes la página en la cual salió publicada para nada destacada, la noticia a la que hicimos mención.

Casos como ese y aquellos en los que se informa de muertos por enfrentamientos fueron moneda corriente en La Nueva Provincia: “En el primer juicio se demostró que más de 30 casos que eran falsos enfrentamientos, en realidad habían sido personas detenidas que habían pasado por centros clandestinos de la zona y luego asesinadas La Nueva Provincia lo presentaba como acciones heroicas de las Fuerzas Armadas. Lo que allí se pudo establecer es que hubo un ocultamiento de los operativos, secuestros y ultimación, que hubo una presentación distorsionada de las circunstancias fácticas de los hechos que ocurrieron y en definitiva en el discurso, en la presentación, hubo una legitimación y hasta justificación. Y por supuesto, como ocurre hoy en día no con los subversivos sino con otro tipo de delincuentes, la estigmatización sobre las propias víctimas o los familiares”.

Las víctimas y sus familias eran tratadas de terroristas, sediciosos, subversivos y demás adjetivos descalificatorios. Eso era leído por la comunidad que incluye justamente a familiares de víctimas como el papá de un secuestrado que se enteró de la desaparición de su hijo a través de la prensa local: “Así tenemos un montón de casos que nosotros fuimos demostrando cómo La Nueva Provincia en definitiva fue parte de ese accionar conjunto con las Fuerzas Armadas”.

La descalificación siguió ya en democracia con actitudes tales como mofarse de los desaparecidos y hasta el hecho de dudar de que hayan desaparecido.

“En definitiva lo que ocurrió fue que el derecho a la libertad de expresión en la modalidad del derecho a informarle a la ciudadanía, fue en realidad brutalmente vulnerado por La Nueva Provincia al instalar este discurso justificador y negacionista del genocidio perpetrado”. En se sentido, para Nebbia hubo un continuo esfuerzo en presentar una guerra de ficción para justificar los crímenes: “Insisto no estamos hablando de libertad de expresión ni del discurso protegido sino de una conducta criminal”.

El fiscal citó un editorial del diario de noviembre de 1977: “Más que hablar de la guerra hay que hacer la guerra. De entre todas las profesiones le cabe al periodismo un puesto de avanzada en las trincheras de la patria, contiguo al de los soldados que día a día se lanzan a la cotidiana aventura de defender las raíces fundacionales de la Nación”.


La sentencia publicada

Más allá de la pretensión de impunidad que fue es y fuerte en nuestra ciudad, Nebbia destacó la pretensión contraria, o sea la búsqueda de memoria, verdad y justicia. Sobre esa búsqueda el fiscal mencionó a Eduardo Hidalgo y Hugo Cañón como referentes de quienes vienen luchando desde hace décadas: “Lo hicieron en absoluta soledad en la década del 90 cuando el presidente estaba en contra, cuando el procurador es decir el jefe de los fiscales inclusive quiso sacar a Hugo Cañón de su lugar y Hugo se atornilló literalmente a su silla y siguió adelante”.

Al padecer la comunidad local el ocultamiento y la mentira, es que se hace necesaria una reparación al respecto y no solo de ello sino también de las víctimas calificadas como delincuentes por el propio diario. Por esa razón, en su alegato en el tercer juicio los fiscales habían pedido al tribunal que ordene la publicación en el diario La Nueva Provincia, de la próxima sentencia: “Resulta que nosotros en un principio, antes del allanamiento a La Nueva Provincia donde nos hacemos de todos los tomos de La Nueva Provincia donde podemos analizar en profundidad y no dependemos de lo que La Nueva Provincia se le ocurría mandarnos, previo a eso íbamos a la Biblioteca Rivadavia y entonces surge que si un extranjero bahiense quiere saber qué pasó en Bahía Blanca, quiere saber quién era su tío, su abuelo, su padre, su hermano o quiere saber qué pasó, insisto, en esa época, y va a la biblioteca, se va a encontrar con esa fuente histórica que es el diario”.

Lo que allí aparece es que las víctimas eran todos delincuentes bien secuestrados y bien muertos: “Por eso nosotros hicimos el pedido ese de que la sentencia condenatoria con los nombres de las víctimas y los nombres de los victimarios, sea publicada en La Nueva Provincia para que por primera vez La Nueva Provincia diga la verdad y de alguna manera reparar a las víctimas respecto de su biografía”.

En la sentencia conocida el 25 de noviembre, el tribunal que condenó a 22 genocidas, ordenó que el diario La Nueva Provincia, hoy La Nueva, publique la sentencia, a modo de acto moralmente reparatorio y de reconstrucción de la Memoria.

Autor: Redacción Ecodías

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2015-12-22 00:00:00
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