El
Movimiento por la Memoria, la Verdad y la Justicia de las víctimas del
terrorismo de estado de Punta Alta (MoVeJuPa) cumplió el 19 de noviembre su
primer año de vida. En los últimos días de octubre, además, participó del VIII
Foro Latinoamericano de Memoria e Identidad, en Montevideo, Uruguay. EcoDias
repasa aquí tramos de la ponencia presentada por los puntaltenses.
Existen ciudades en que el ejercicio de la Memoria se vuelve, además de
necesario, una tarea simbólica. A Punta Alta, durante algún tiempo hogar del
represor Emilio Massera, puede imaginársela un escenario hostil para la
inyección de reivindicaciones, reclamos de justicia y construcción de la
memoria colectiva sobre los hechos ocurridos durante la última dictadura cívico
militar.
Y sin embargo, el Movimiento por la Memoria, la Verdad y la Justicia de las
víctimas del terrorismo de estado de Punta Alta (MoVeJuPa) avanza en su trabajo
en pos de esos objetivos. No sólo acaba de cumplir, el 19 de noviembre pasado,
su primer año de vida, sino que durante los últimos días de octubre último fue
una de las organizaciones invitadas al VIII Foro Latinoamericano de Memoria e
Identidad, que se desarrolló en Montevideo, Uruguay.
A lo largo de esta nota, EcoDias reseñará los principales tópicos que la
organización puntaltense marcó en la ponencia presentada en dicho congreso.
Situar en contexto
La disertación de MoVeJuPa comenzó con una descripción histórica del
contexto latinoamericano, argentino y local. En tal sentido, la organización
puntaltense concede especial mérito a Néstor Kirchner y Cristina Fernández en
lo que hace a la recuperación del valor de la militancia política y la
reconstrucción de la memoria.
“Esta propuesta se inscribe en un contexto histórico-político que comienza a
configurarse a partir de 2003. Configuración que se posibilitó, en gran medida,
a través de la tarea de gobierno del ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007)
y de la actual mandataria Cristina Fernández, quienes han puesto especial énfasis
en la recuperación simbólica de las prácticas políticas de la década del
setenta”, expresaron.
“El renovado peso en la memoria de aquel periodo define como política de Estado
la reivindicación de la militancia juvenil de dicha década, en estrecha vinculación
con los reclamos en materia de defensa de los derechos humanos. Si bien las
preocupaciones por la problemática de la memoria no son nuevas, se
establecieron a partir de entonces profundos cuestionamientos y debates”,
reseñaron. Entre los aportes de los dos últimos presidentes argentinos,
subrayaron la recuperación de los predios que habían albergado a Centros
Clandestinos de Detención y su transformación en “Espacios de la Memoria”, la
reapertura de los juicios a militares por la declaración de inconstitucionalidad
de las llamadas “Leyes del Perdón” y la instauración del 24 de marzo como “Día
Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, incorporándolo así dentro de
la currícula escolar obligatoria.
Un repaso histórico
Durante el escrito presentado en Uruguay, el MoVeJuPa ofreció primero un amplio
repaso introductorio a la historia latinoamericana, recordando ejemplos como el
de Tupac Amaru, Simón Bolívar o José de San Martín.
Avanzando en el tiempo, “ya en el siglo XX, más precisamente en la década del ‘70,
es cuando algo de esa historia vuelve a surgir en el territorio de la Patria
Grande, pero ese tiempo es también contextualizado por los defensores del
modelo de dominio ancestral; sin caer en los simplismos interpretativos podemos
decir al recorrer ese tiempo que la disputa se da entre la ‘Revolución de los
pueblos’ o ‘la continuidad de la opresión’”.
“Así en el desarrollo de esta disputa vemos caer, en un corto periodo de tiempo
a los gobiernos democráticos de nuestra región: Chile, Bolivia, Uruguay,
Argentina, siempre con el discurso impuesto desde la Escuelas de las Américas
que funcionó como el reservorio para defender a la política exterior de los
Estados Unidos, que suponía estar protegiendo a toda Latinoamérica del fantasma
del comunismo”, puntualizaron.
Para entender, a su vez, las particularidades propias de la política nacional,
se retrotrae algunos años y detalla la génesis y el desarrollo del movimiento
fundado y dirigido por Juan Domingo Perón, quien posibilitó “un resurgir del
sentimiento nacionalista que se manifiesta en una incipiente industria nacional
y posteriormente en una nacionalización del comercio que hasta ese momento era
dependiente básicamente de Gran Bretaña”.
“El accionar del Coronel Perón había producido de modo casi imperceptible la
conformación de un nuevo sujeto político, que se manifestó de modo concreto el
17 de octubre de 1945, en ocasión de haber sido detenido Perón y el pueblo
trabajador salió a la calle a pedir su liberación”, historiaron los
puntaltenses.
Las políticas sociales del peronismo llevaron a que “al final de su mandato, se
produjera la reelección que lo llevaría a cumplir un segundo período entre 1952
y 1958, pero las fuerzas de la oligarquía que tanto odio y resentimiento habían
acumulado volvieron a irrumpir para frustrar el sueño de los sectores más
desprotegidos de nuestro país. Esa oligarquía no trepidó en cometer los más
terribles hechos de lesa humanidad, como fue el bombardeo sobre la población
civil del 16 de Junio de 1955 sobre la Plaza de Mayo y casa de gobierno. Si
bien en ese momento no pudieron producir el golpe de estado sí abrieron de modo
concreto un conflicto que terminaría con el levantamiento militar del 16 de septiembre
que dio por resultado el alejamiento de Perón de la Presidencia”.
Punta Alta
“Punta Alta, ciudad cabecera del Distrito de Coronel Rosales, que cuenta
con una población aproximada de 65 mil habitantes, tiene como actividad
principal a la que se deriva de la Base Naval de Puerto Belgrano, mayor
asentamiento de la Marina de Guerra de nuestro país”, describió MoVeJuPa al
hablar de la ciudad en que nació dicho espacio de memoria.
“El origen de nuestra ciudad, cuya fecha de fundación es el 2 de julio de 1898,
tiene que ver con la creación de la base, es así que cuando se comienza a
construir, la mano de obra que llega es de distintos puntos del país y del
extranjero, como nos relata una de nuestras integrantes: ‘Provengo de una
familia de inmigrantes italianos, que llegaron a estas tierras con la promesa
de Pan y Paz para criar a sus hijos… Apenas pisó suelo argentino mi papá tuvo
trabajo en la Base Naval de Puerto Belgrano… Crecí en un barrio llamado Ciudad
Atlántida poblado por personas que en su mayoría no habían nacido en Punta
Alta: italianos, españoles, alemanes, cordobeses, salteños, provenían de todas
las provincias’”, citaron.
“Esta sociedad tan cosmopolita tiene como vecina a Bahía Blanca, que si bien
tiene una actividad socio-económica más diversificada, posee como similitud que
muchas dependencias de fuerzas armadas tienen asiento allí. En particular del
Ejército, esto lo citamos como elemento que permite ver con más claridad, cómo
fue el accionar de las fuerzas de ‘seguridad’ en nuestra región”, marcaron
sobre la conformación regional.
“Dentro del contexto social que describimos para nuestro distrito, intentamos
posicionarnos como testigos de hechos producidos en nuestra región, en hechos
ocurridos a familias de nuestra ciudad que recién después de 35 años estamos
intentando rescatar del olvido para no cometer como dicen muchos investigadores
de estos temas ‘una nueva desaparición’, que en nuestro caso es fácil de
cometer por la impronta cultural que está impuesta de manera casi natural, por
la dependencia que tenemos de la única fuente laboral que es la Base Naval de Puerto
Belgrano”, agregaron.
Y cita una vez más las palabras de una de sus integrantes: “Esta base naval -la
más importante en ese momento de Latinoamérica- necesitaba a Punta Alta como
ciudad dormitorio mientras los jefes militares vivían dentro de la base con
todos sus privilegios, canchas de golf y soldados utilizados como sirvientes,
aislados del mundo, rodeados de rejas y controles policiales, con garitas de
seguridad con personal armado… Se encontraban lejos de la ‘otra gente’, que
eran una humanidad inferior, estas categorías eran las que se trasladaban desde
los lugares de trabajo a la vida cotidiana”.
“Que esa cultura sea la dominante nos está marcando que, aunque minoritaria,
callada y humilde, existe otra con todo lo que ella representa y con todo lo
que debe luchar a diario para sobrevivir. Esto último se nos ocurre que es así
ya que en cada familia existe un miembro que está incorporado a las fuerzas
armadas, ya sea como personal militar o civil”.
“La impronta del pensamiento único, sobre la interpretación de los hechos de
golpes de Estado, en gran parte de nuestra sociedad ha sido justificar el
accionar militar, que se concibe como la ‘Reserva Moral de la Nación’. Quien no
piense de este modo ya es tomado como sospechoso. Esta manera de interpretar el
accionar de los militares contra el orden democrático, llega al colmo de
justificar la masacre que cometieron al bombardear la Plaza de Mayo aun
sabiendo que esa acción, macabra y asesina se planificó desde esta base militar
y se utilizaron los aviones de la Marina de Guerra”, recordaron.
Romper el silencio
“Esto es lo que traemos a este foro: la vivencia de ciudadanos que inmersos
en este ámbito socio-cultual donde transcurre nuestra vida queremos romper el
silencio para decir que hay otra historia, hay otra interpretación de los
hechos ocurridos en cada golpe de Estado cívico -militar, en particular en los
hechos derivados del último”, dijeron los puntaltenses en su presentación.
“Un hecho tan simple como lo es el surgimiento de MoVeJuPa adquiere significación
por el contexto donde se da. Para quienes conformamos el movimiento la
cotidianeidad nos lleva a convivir con quienes han sufrido todo tipo de
maltratos y al mismo tiempo cruzarnos con quienes han producido esos maltratos
y asesinatos. Como sostiene otro de nuestros miembros: ‘Estamos viviendo en la
misma ciudad quienes formamos parte de las puntas del ovillo de la historia
represor-reprimido, testigos-entregadores, militantes-detractores’”.
La tarea de la agrupación comprende el intento de, a partir de “nuestro
testimonio, poner de relieve el accionar de los agentes civiles y militares que
produjeron dolor y sufrimiento a muchas familias puntaltenses, hechos que
fueron sistemáticamente callados o invisibilizados para la ciudadanía, por la
imposición de una hegemonía cultural que aún perdura”. Como ejemplo concreto de
esa imposición de una mirada hegemónica citaron al matutino bahiense La Nueva
Provincia, dirigido por Vicente Massot.
“La memoria individual del sujeto no se reduce sólo a la construcción de sí
mismo. La misma se inscribe en el cuerpo social. Es decir, se comparte con
otros, a la vez que constituye el entramado de memorias de otros. En este
entramado social, cada generación no sería el resultado de una
compartimentación estanca, reducida al fenómeno biológico de la edad, sino que
varias generaciones coexistirían conflictivamente en el presente, articuladas
en relación a haber sido influenciadas por los mismos acontecimientos”,
describieron.
“Queremos constituirnos como ‘los otros’, ya que no se entiende una sola
historia, no se entiende el vacío de la historia al no existir el destinatario
de la barbarie golpista, queremos desandar el silencio, para que no se
prolongue indefinidamente la dictadura”, se definieron a sí mismos y a la tarea
en la que, hace un año ya, comenzaron a trabajar.
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