Una asociación civil y cultural sin fines de lucro trabaja en proyectos artísticos y
productivos en los penales de mujeres de Ezeiza y, afuera, con las mujeres que
salen en libertad. María Medrano y Lucía Diforte, coordinadoras, estuvieron en la
3° feria del libro en Sierra de la Ventana y contaron su experiencia.
“Yo No Fui empezó con un taller de poesía, en el año
2002 en la cárcel de mujeres de la Unidad N° 3 en Ezeiza, a partir del trabajo de ese taller y las mujeres que
participaron de él, a medida que pasó el tiempo pensamos que el taller tenía
que continuar afuera”, introduce Medrano.
Adentro y afuera
A partir de actividades dentro y fuera de las cárceles,
Yo no fui busca promover una comunicación libre de discriminación dando
oportunidad de un diálogo más fluido y una mayor aceptación de las diferencias
y de las distintas circunstancias de cada ser humano.
“Con la dinámica del adentro y del afuera que siempre
trabajamos, comenzó a funcionar cuando las chicas estuvieran en libertad. La
idea fue acompañar el proceso de recuperación de la libertad, todas decían que
la peor cárcel era el afuera, que cuando salían se encontraban con otra cárcel,
que era muy difícil conseguir trabajo y que la sociedad las recibiera amablemente.
Entonces, nos pusimos a pensar en nosotras mismas como un colectivo, en nuestro
trabajo estuvo presente lo hecho adentro pero con vistas al afuera. Las mujeres
estaban transitoriamente, iban a salir y teníamos que acompañar el proceso. Lo
más interesante, desde lo personal, que tiene la organización está conformada
por mujeres que estuvieron privadas de libertad y otras que no”.
La organización propone una concepción crítica hacia
las relaciones de poder y desigualdad estructural existentes, busca la transformación
social y la creación de nuevas formas de vinculación y construcción solidaria.
“Nos reunimos para pensar entre todas la manera más efectiva de acompañar ese
proceso. Una de las cuestiones que notamos, una de las primeras del afuera, era
el trabajo. Cómo podíamos hacer para que esas personas que estuvieron en la
cárcel por cuestiones económicas salieran y se encontraban con la misma
realidad que las llevo a la cárcel, por eso, nos focalizamos en los oficios,
recuperarlos y generar trabajo”, expresa Medrano. “El tema de la salida laboral
es el más complicado porque estamos trabajando con una población, que en su
mayoría, no tuvieron un trabajo formal y vienen de varias generaciones en la
misma situación. Por lo tanto, los talleres no son sólo la enseñanza de la
técnica sino que tenemos que trabajar con cuestiones más profundas. Lo que se
va generando es trabajar en equipo, aprender a estar con el otro, una de las
cuestiones más fuertes, el trabajo está relacionado con el nivel afectivo,
generar un espacio donde las personas que pasaron por la cárcel sepan que no
van a ser discriminadas, que se las va a recibir y se van a poder hablar de las
cosas que les pasa junto a otras mujeres que pasaron por esta experiencia”.
“Esta labor sí se dirige a la parte afectiva”, asegura Diforte, “son personas de 30 o 40 años que estuvieron viviendo
con sus derechos básicos vulnerados, y cuando salen de la cárcel su situación
es peor, se suma a la causa que las llevó a este lugar, la pérdida de lo poco
que tenían, los lazos afectivos, las relaciones, la familia, sus hijos- que
suelen terminar en institutos. Creemos que lo que se puede hacer nos compromete
a todos, esa forma de acompañar es mínima, pero se convierte en una red muy
necesaria”.
Aprendizajes
“No hay rejas que impidan que mi mente sea libre. No
hay requisas que vean mi alma” expresa uno de los poemas de las integrantes de
Yo No Fui. Y como la vida de estas mujeres continúa fuera de los penales, la
organización amplió sus horizontes.
“Hacemos talleres de capacitación y producción
en artes y oficios, tenemos dos sedes afuera, una en el barrio de Palermo y
otra en Vicente López, donde tenemos los talleres donde vienen las mujeres que
tienen salidas transitorias, en arresto domiciliario o ya liberadas. En estos
espacios, armamos formas de trabajo cooperativo, tenemos talleres de textil,
encuadernación y serigrafía, que son los tres oficios que más trabajamos”. La
iniciativa es la autogestión de trabajo, “ya trabajamos con algunas empresas
que empezaron a contratar nuestros servicios”.
Diforte cuenta que “Maciza nos acompaña con el proyecto de
carpintería, que es el primero en su tipo en Latinoamérica, donde trabajan
exclusivamente mujeres. Esos productos se colocan en el mercado. También se
sumó a Yo No Fui, la Cámara Argentina de Importadores, Regalerías y afines, empezamos hace dos años. La Cámara hace dos
de las ferias más importantes del país para el mundo de la decoración, una es
en el Predio de la Rural y otra en Costa Salguero. Nosotros ya somos socios de
la misma, y participamos de tres ferias llevando nuestros productos, son
mayoristas y comercializan solamente para locales”.
Además, Yo No Fui articula con la Secretaría de Niñez,
Adolescencia y Familia (SENAF) con un proyecto piloto. Doce mujeres con arresto
domiciliario, con permisos especiales de sus jueces van varias veces a la
semana a los talleres, que integran a sus hijos.
Escenarios
“En Argentina circulan muchos discursos acerca de la
inseguridad. Somos una sociedad llena de miedos por la inseguridad, los medios
de comunicación hablan todo el tiempo de eso, siendo que las cárceles, es uno
de los lugares con mayor inseguridad. Quizá debiéramos desmenuzar más los
conceptos que los medios de comunicación masivos utilizan tan genéricamente”
reflexiona María Medrano.
“La realidad es que los pobres se roban entre pobres,
todas los hechos delictivos suelen suceder en la zona sur de Buenos Aires, en
barrios obreros. La gente es víctima de la inseguridad en los lugares donde
están enclavadas las cocinas de droga. Lo que sucede en Buenos Aires, sucede en
muchas ciudades del mundo, pero no nos podemos formar una opinión sobre la
inseguridad a través de los medios de comunicación, que son los mismos que
culpabilizan a los jóvenes de la situación. La inseguridad pasa por la falta de
educación, de salud, vivimos cada vez más situaciones en las que se bastardea
la educación”. Lo que hay que reconocer es que la sociedad actual contiene
muchas generaciones “que no saben lo qué es educarse, que no saben qué es vivir
dignamente, tener los servicios básicos, tener un trabajo estable. Esto produce
personas que viven a la deriva, como las mujeres que conocemos en los penales.
Son jefas de familias monoparentales, que suelen encontrar como única salida
ser “mulas, que transportan drogas”.
“Argentina es un país muy rico, sin embargo tiene al 50%
de la población bajo el nivel de pobreza, donde el 50% de los chicos no tienen
educación y de las clases más vulneradas, el 80% no accede a la
alfabetización”.
Yo No Fui, como organización, llegó mediante versos, y
son ellos mismos lo que la describen hoy: poema como resistencia como/ lúcida crítica poema como/ acto de rebeldía
poema como/ intento de claridad poema/ como rescate de la memoria.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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