Gracias al trabajo de profesionales especializados, se pudieron determinar los sectores exactos en donde funcionó el centro clandestino de detención y tortura “La Escuelita” de Bahía Blanca. Además, en la investigación se encontraron diversos elementos enterrados, entre ellos jeringas y envases de medicamentos.
Cuando se empezó a contar la historia del Terrorismo de Estado en Bahía Blanca, lo que se sabía de La Escuelita era que se trataba del lugar donde se torturaban a los secuestrados y que de sus instalaciones solo habían quedado escombros. Nada más que eso, no había ninguna otra referencia visible al sitio donde tantas personas encontraron el horror y la muerte. Casi 36 años después se pudo determinar cuál es el lugar exacto, dentro del V Cuerpo de Ejército, en el que funcionó La Escuelita.
Fue gracias al trabajo de profesionales especializados de Memoria Abierta y de la Universidad Nacional del Sur, cuyo aporte se intentará sumar a la causa que se sigue contra 17 represores imputados por crímenes de lesa humanidad.
El peritaje en La Escuelita, también arrojó el hallazgo de diversos elementos tales como listones, material textil, jeringas y envases de medicamentos, enterrados.
El resultado principal de todo este trabajo es nada menos que la determinación del centro clandestino en donde se produjeron desapariciones, torturas y hasta nacimientos. Hoy se pueden precisar esos metros cuadrados donde ocurrían las mayores atrocidades y que formaban parte del resto de la casa que el general Vilas bautizó como “La Escuelita”.
Estas tareas en lo que refiere a lo judicial, empezaron en 2009 cuando la Fiscalía solicitó al juez de la causa que se disponga la medida cautelar de no innovar en el predio donde funcionó el centro clandestino.
Ese pedido tenía como motivos la preservación y resguardo del lugar, y la posibilidad de determinar los lugares exactos en donde se produjeron los cautiverios y torturas.
Hasta que no se conocieron los resultados del peritaje, el sector de las torturas y secuestros permanecía determinado de modo impreciso, y si bien había centenares de testimonios que describían a La Escuelita y dónde se encontraba ubicada, hacía falta la determinación certera la cual se logró gracias a un trabajo topográfico exhaustivo.
Aporte a la memoria colectiva
El tiempo le dio la razón a la fiscalía debido a que si bien el paso de los años, dificulta la precisión de lugares, dicha distancia temporal fue posible acortarla a través del método científico llevado a cabo por profesionales de Memoria Abierta y de la UNS.
Fue así que se optó por el terreno teniendo como base su valor probatorio para que pueda ser incorporado a la investigación por violaciones a los derechos humanos.
Vale agregar que Memoria Abierta cuenta con vasta experiencia que radica en tareas similares en otros centros clandestinos de detención. Ello más la destacada labora del grupo de la UNS y, al mismo tiempo, los testimonios de sobrevivientes, fue vital para este trabajo que incluyó excavaciones en el lugar.
Entre otros, se tuvieron en cuenta los relatos de Gustavo López y Alicia Partnoy quienes luego de sufrir el cautiverio, confeccionaron croquis de La Escuelita, los cuales la reflejaban casi en su totalidad.
En el juicio mismo se pudo escuchar a varios testigos hablar de un árbol, que todavía existe, donde los secuestrados eran atados y golpeados, y una cisterna en donde las víctimas eran colgadas durante largos períodos de tiempo.
Del lado de los responsables del Terrorismo, se recuerdan algunas referencias del fallecido impune Julián “Laucha” Corres, realizadas décadas atrás, mientras que el resto de los imputados mantienen sus bocas cerradas.
Según se informó, otro aporte importante para el conocimiento de la verdad, fue el de los ex conscriptos que cumplían el Ser vicio Militar Obligatorio durante esa época y a los que la oficialidad del Ejército encomendó, luego de demolida La Escuelita, el traslado de los escombros restantes.
Hallazgos
El trabajo y aporte científico arrancó en abril del año pasado con la evaluación del estado del predio y de las estructuras existentes, y la demarcación de la superficie cautelada con la definición de la cartelería correspondiente.
En mayo, los peritos realizaron trabajos de laboratorio con hallazgos materiales obtenidos, mientras que en septiembre llevaron a cabo la ejecución de la logística del trabajo de campo y el planteo del área de excavación y cuadriculado.
Entre octubre y noviembre, se desarrolló la excavación de los muros de cimientos y se determinó que las unidades que componen la edificación demolida sobre la que se estaban desarrollando las tareas, fue la utilizada como centro clandestino de detención y tortura.
Una vez concluida la excavación, los trabajos de laboratorios que incluyeron la numeración e inventario de elementos materiales hallados, y presentado el informe, se dio por finalizada la etapa de peritaje.
Fue el arquitecto Gonzalo Conte, de Memoria Abierta, quien informó en el expediente que los trabajos produjeron evidencia material perteneciente a los recintos de la edificación demolida y a las actividades desarrolladas en los mismos.
Se determinó así que la mayoría de los hallazgos materiales permanecen en el sitio conformando hoy estructuras visibles, como por ejemplo, los muros de cimiento de mampostería, zócalos, pisos calcáreos, pisos alisados de cemento u hormigón, revoques, un pozo cisterna, pozos de desagües y cañerías.
También se hallaron piezas sueltas dentro del relleno material de la demolición como listones de piso de pinotea, vidrios, cerámicos, material textil, envases de vidrios de medicamentos, pipetas y jeringas, entre otros elementos.
Todos estos fueron encontrados a un promedio de entre cinco y diez centímetros de profundidad y ya fueron archivados y clasificados.
El próximo 24 de marzo, quienes concurran al acto de Memoria que se realiza todos los años en “La Escuelita” podrán saber, exactamente, hacia dónde mirar para recordar y homenajear a quienes fueron víctimas en ese sitio de horror.
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