La
Nueva Provincia insiste en victimizar a los fondos buitres y al juez Griesa,
insultando la figura presidencial y asumiendo una clara postura antinacional.

Desde 1974 hasta 2003, los argentinos asistimos a la siniestra saga que
anteponía la economía a la política. Esta tendencia nefasta que impuso la
dictadura cívico militar con la entronización de José Alfredo Martínez de Hoz
como superministro, a expensas del sistema financiero internacional, no solo
endeudó al país sino a varias generaciones de argentinos.
Todos quedamos enredados en una telaraña que la fueron tejiendo (y la siguen)
los empleados locales de las financieras internacionales, cuyo gran negocio es
prestar dinero, generar deuda, no cobrarla, refinanciarla, agigantarla, para
finalmente someter a los países con sus habitantes incluidos.
Soportar la afrenta de los usureros internacionales, capaces de horadar los
cimientos de naciones y culturas por su insaciable mezquindad, no se compara
con la amargura de saber que aquellos buitres cuentan con los caranchos
vernáculos que se regodean con las migajas que ellos les dejan.
Desde el diario local que de Nueva tiene muy poco, su responsable editorial e
intelectual vomita regularmente su cizaña, agrediendo a las instituciones,
insultando a las autoridades elegidas por el pueblo en elecciones democráticas,
claro, por ese pueblo que los cipayos desconocen. Sin ningún pudor, en las ediciones
del 19 y 21 de junio, salió en defensa de los acreedores que hoy ponen en peligro
nuestra soberanía, esa cuestión tan sagrada que el dice defender y como cipayo,
la entrega al mejor postor.
Acorralado por las evidencias, imputado como partícipe en delitos de lesa
humanidad, ya sin su confesor, que murió prófugo de la justicia, a este nefasto
personaje, solo le queda escupir su odio con un estilo mediocre, pleno de
incorrecciones y con un desprecio por el idioma que seguramente avergonzaría a
sus predecesores.
Cuando Néstor Kirchner rompió el molde que construyeron los políticos y economistas
liberales con tanto empeño durante los últimos 50 años, pagándole al FMI y
honrando las deudas que aquellos contrajeron, se quebró una regla no escrita,
mas bien garabateada que dice que los compromisos financieros no se pagan sino
que se negocian, extendiendo de este modo la dependencia económica,
comprometiendo la soberanía política y sometiendo la justicia a los arbitrios
de los fondos especulativos internacionales.

PD: Nuestras disculpas a los buitres y caranchos, aves pertenecientes a nuestra
fauna autóctona, tan importantes en el equilibrio de nuestra naturaleza.

*Axel Delfino es periodista de Radio Nacional Bahía Blanca