Mientras se aguarda por el final de los
alegatos y el dictado de la sentencia por parte del Tribunal que juzga, en
nuestra ciudad, a diecisiete represores que actuaron bajo jurisdicción del V
Cuerpo, otros hitos en materia de justicia sobre los delitos de lesa humanidad
se escriben en distintos puntos del país.
Alejandra Santucho, miembro de HIJOS Bahía Blanca, viajó a Buenos Aires y
presenció la audiencia final del juicio en que el represor Jorge Videla fue condenado,
junto a varios militares y dos apropiadores por el robo de bebés a las
embarazadas ilegalmente detenidas. Sus sensaciones e impresiones, luego del
histórico veredicto.
La
sociedad bahiense aguarda la reanudación del proceso judicial que se sigue, en
nuestra ciudad, a diecisiete represores que bajo la órbita del V Cuerpo de
Ejército cometieron gravísimos delitos de lesa humanidad durante la última
dictadura cívico militar. La etapa final de los alegatos de las partes marca la
proximidad de la sentencia que dictará el Tribunal Oral Federal integrado por
los magistrados Martín Bava, Jorge Ferro y Jorge Triputti.
Mientras tanto, momentos históricos similares se registran en todo el país. La
llegada de justicia, luego de más de treinta años de impunidad, se constituye
en una de las buenas novedades que recibió la Argentina en los años
iniciales de este siglo.
Una de las páginas históricas en tal sentido se escribió a comienzos de julio,
cuando un grupo de represores y una pareja de apropiadores fueron condenados a
distintas penas por el robo de bebés y la quita de identidad de que fueron
objeto los hijos nacidos durante el cautiverio de sus madres en distintos
Centros Clandestinos de Detención (CCD).
El dictador Jorge Rafael Videla recibió la pena de cincuenta años de prisión,
que se da por primera vez, por haber organizado esa práctica sistemática. El
Tribunal Oral Federal 6 condenó además a otros ocho represores, entre ellos a
Reynaldo Bignone, Santiago Riveros y los marinos Antonio Vañek y Jorge “El Tigre”
Acosta. El capitán retirado del Ejército Víctor Gallo y su ex mujer Susana
Colombo fueron condenados, en tanto, a las penas de diez y cinco años de
prisión respectivamente, por la apropiación y supresión de identidad de
Francisco Madariaga.
El fallo fue acompañado por organizaciones de derechos humanos, que se hicieron
presentes dentro y fuera del recinto. Entre ellos, participó Alejandra
Santucho, que viajó a Capital Federal como enviada de HIJOS Bahía Blanca, agrupación
de la que forma parte. EcoDias dialogó con ella para conocer sus impresiones y
sensaciones acerca del acontecimiento, así como también sus expectativas de
cara a lo que será el tramo final del juicio bahiense.
“No era un juicio más”
“Por ser un momento histórico, hablamos con las chicas de la agrupación que
alguna lo tenía que ir a ver. Teníamos que estar ahí. Además, para adquirir un
poco de experiencia de cara a la sentencia de acá”, graficó Alejandra, como
introducción.
“No era un juicio más. Era ´el` juicio: demostrar como se demostró que
realmente había habido un plan para quedarse con los hijos de los que ellos
consideraban enemigos, y que no volvieran a sus familias. Las Abuelas siempre
lo dijeron. Pero lo importante es que ahora la Justicia lo dice, y no lo
decimos solamente las Abuelas, las Madres o los familiares que buscan a sus
hermanos”, indicó.
Los represores acusados “se querían desligar de eso diciendo que algunos
cuadros intermedios se habían apropiado ilegalmente de algunos chicos. Pero no
fue así: estaba todo totalmente digitado y la finalidad era que esos chicos no
se críen con sus familias de origen. Porque siempre había una familia atrás
buscándolos. Había abuelas, abuelos, tíos, buscando desesperadamente a esos
chicos. Y aún seguimos, buscando a los cuatrocientos nietos que faltan”.
“Era imposible que eso haya sido solamente obra de algunos pocos que se
revelaban e hicieron macanas, como los represores lo quieren hacer ver. Estaba
todo digitado. Incluso, la importancia de este fallo, más allá de darle al
delito el carácter de sistemático, radica en comprobar las responsabilidades de
civiles, que ya casi pasan a ser partícipes”, marcó.
Como ejemplo concreto surge “el Poder Judicial. Sin ellos, nada podría haber
sido posible: vos tenés un chico NN que de golpe y porrazo al otro día era hijo
de un militar o de quien sea, con un nombre y una partida de nacimiento falsos.
Ahí había jueces, el Poder Judicial estaba totalmente comprometido con este
plan sistemático”.
Pero los magistrados y sus secretarios no fueron los únicos involucrados en la
esfera civil, porque “por otro lado, también quedó totalmente comprobada a
partir de la documentación la participación de la Iglesia. Allí estaba
el famoso Movimiento Familiar Cristiano, que actuaba como intermediario entre
los chicos y sus adoptantes. Ellos decían quién le convenía a cada uno. Los
adoptantes decían qué querían y ellos se lo conseguían. Una cosa tremendamente
perversa, espantosa. Ni que se tratara de mascotas”.
“Una de las cosas que ellos decían sobre por qué no dejaron que los niños se
criaran con sus familias de origen era que al faltarles los padres iban a tener
un odio exacerbado hacia las Fuerzas Armadas, y también para que después no
reclamen. Por suerte les salió mal, y estamos los HIJOS, que reclamamos”,
manifestó Alejandra.
“De ahí la importancia de este juicio. Ahora estaría bueno que los civiles
empiecen a dar respuestas de todo esto que hicieron”, subrayó.
El juicio que concluyó a comienzos del mes de julio lo iniciaron las Abuelas de
Plaza de Mayo, en 1996. Los delitos que se juzgaron en él habían quedado fuera
de la impunidad que garantizaban las leyes de Punto Final y Obediencia Debida
alfonsinistas, debido a que el delito se sigue cometiendo hasta el presente,
con el robo de la identidad y la negativa de los represores a confesar a
quiénes fueron entregados los bebés nacidos durante el cautiverio clandestino
de sus madres.
Sabor amargo
“Nos queda un sabor medio amargo por las condenas que se les dieron a los
apropiadores de Francisco Madariaga Quintela. Fue muy impactante estar ahí,
verlo a Francisco llorar. Aparte de que obviamente le estropearon la vida
quitándole treinta y cinco años de identidad, tuvo una vida tremenda con sus
apropiadores, y se tuvo que ir de la casa porque lo mataban a golpes”, refirió Alejandra
a EcoDias. El caso de Francisco Madariaga Quintela es además muy particular,
debido a que es de los pocos hijos apropiados que tiene a su padre con vida.
Abel Madariaga es secretario de la Asociación de Abuelas de Plaza de mayo y debió
esperar más de tres décadas para encontrarse con su hijo.
“Estar ahí y ver que le dieron a él (el apropiador) quince años y a la mujer
cinco, fue muy desahuciante. Pero, como decían los abogados, tenemos que tener
en cuenta que no hace mucho a un chico de la villa, por robar un celular, le
dieron seis años de condena. Es una desproporción grande, porque a Francisco le
robaron treinta y dos años de su vida. Son cosas que habrá que rever, porque
uno cree que el daño es mucho mayor”, evaluó.
“Los imposible sólo tarda un poco más”
El viaje a Buenos Aires para presenciar la histórica sentencia ofreció a
Alejandra la oportunidad de reunirse con sus compañeros de HIJOS que militan en
otros puntos del país. La concentración fue en la Torre de los Ingleses. Y
luego, la marcha se dirigió hacia el edificio de Tribunales en calle Comodoro
Py. “Y allá estaba todo lleno. Fue muy interesante, con mucha militancia y
mucha juventud, y ese mensaje de la gente acompañando. No es poco esta
militancia de hoy en día, con los jóvenes acompañando este proceso, que antes
no se veía”, relató la representante bahiense en el acto.
“Como decimos los HIJOS: ‘lo imposible sólo tarda un poco más’. Pasamos de los
escraches por la impunidad que había a tenerlos a los represores ahí, saber de
leyes y participar. Y también es increíble la militancia, la gente que
acompaña. Antes estuvimos tan solos… Esto tiene que ver con un proceso
político, que se lo debemos a decisiones políticas tomadas, leyes derogadas y
militancias que fueron propiciadas”, concluyó.
La mirada puesta en Bahía
En cuanto a las expectativas que guardan desde HIJOS respecto de la próxima
sentencia sobre los represores del V Cuerpo de Ejército que están siendo
juzgados en nuestra ciudad, Alejandra evaluó que “son siempre buenas. Creo que está
todo muy probado y evidente. Tenemos un muy buen Tribunal, más allá de los
matices subjetivos. Esperamos tanto tiempo para esto, que queremos que las
cosas salgan lo mejor posible. Creo que estamos encaminados para eso, y no creo
que tengamos sorpresas”.
Los alegatos de la parte querellante, indicó, “fueron todos muy buenos”. En ese
sentido, subrayó el trabajo de los abogados que representan a la querella,
quienes “han puesto corazón y garra” en el proceso judicial que está por
concluir.
Pero un párrafo aparte merece el alegato de la fiscalía, cuya exposición está a
cargo del fiscal Abel Córdoba. “En cuanto a lo de Abel, confieso, nosotros
esperábamos algo así. Pero nos superó. Nosotros decíamos que lo de Abel sería
fantástico. Y fue más que fantástico. No es sólo acá que estamos tan contentos.
El otro día pude comprobarlo en Buenos Aires, con personas que me decían ‘che,
qué bien Abel’. Gente que no lo conoce decía ‘che, el fiscal un fenómeno, ¿no?’
o ‘¿sos de Bahía Blanca? ¡Qué grande el fiscal!’”, graficó.
Los comentarios positivos que viene despertando la participación de Córdoba en
el juicio bahiense se contraponen con las manifestaciones más retrógradas, como
la operación de prensa que en su contra montaron hace pocas semanas el diario
naval La Nueva
Provincia y su satélite ideológico La Brújula24. “En esta Bahía
gris, cuando le pegaban a Abel sabían por qué le pegaban. Lo atacan porque es
brillante intelectualmente y como persona. Intelectualmente no lo podían atacar
por ningún costado, entonces iban a ver adónde podían pegarle. Pero,
igualmente, les va a seguir saliendo mal. Porque él tiene muy en claro sus
objetivos y no se va a amedrentar. Nosotros estamos incondicionalmente con el
fiscal, porque realmente creemos que tiene que ser así”, manifestó Alejandra.
Los casos bahienses
El accionar del Terrorismo de Estado también registra en Bahía Blanca casos
de apropiaciones ilegales y quita de identidad sobre hijos de personas ilegalmente
detenidas. Dos son los casos locales de los que se tiene certeza, ocurridos a
partir de nacimientos que tuvieron lugar en el CCD conocido como “La Escuelita”, en el predio
del V Cuerpo de Ejército.
Se trata de los hijos de Graciela Izurieta y de Graciela Romero de Metz. El
segundo es el más ampliamente probado, porque “Alicia Partnoy es la testigo
principal de este nacimiento. Si bien no participó del parto, sabe qué noche se
produjo: la del 17 de abril de 1977. Está probado que el bebé nació. Había
militares que días antes estaban comprando ropita de bebé. Hay un guardia que
dijo que sabía quién se había llevado a ese bebé”, refirió Alejandra a EcoDias.
En cuanto al caso del hijo de Graciela Izurieta, “si bien no hay testigos del
parto, se supone que a ella la sacaron de La Escuelita cuando ya
estaba de ocho meses para ir a tener familia a otro lado. No sabemos adónde”.
“A las dos embarazadas las hacían caminar en el CCD, alrededor de una mesa,
para que tuvieran gimnasia. Una cosa tremenda. Pero si no hubieran planeado
quedarse con el bebé de Graciela Izurieta, no la hubiesen dejado llegar a ese
octavo mes”, explicó.
Los casos mencionados sirven para comprobar que existió un plan sistemático que
extendió su red a todo el país. “Los represores dicen que fueron algunos casos,
y solamente en Buenos Aires. Eso es falso. En todo el país se quedaron con los
bebés de las embarazadas”, indicó Alejandra.
Los dos recién nacidos apropiados en Bahía Blanca serían de sexo masculino. En
el caso del bebé de la pareja Romero-Metz hay seguridad en este punto, puesto
que la referencia de un represor que lo vio al nacer daba cuenta de que era “un
gringuito con los ojos muy abiertos”.
“Nosotros tenemos como compañera a Adriana Metz, su hermana. Ella tenía un año
y medio y sigue buscándolo. Su testimonio fue durísimo. Ella está detrás de
cada dato con que pueda encontrar a su hermano”, narró Alejandra.
“Es muy difícil ponerse en el lugar de ellos. A pesar de lo que uno mismo ha
vivido, yo creo que esto es peor. La otra vez, cuando vino, ella nos contaba
una anécdota sobre cómo la ausencia se extiende en el tiempo y se transmite a
los hijos. Nos contó que en su casa se les había muerto un perrito, y salió a
pasear y consiguió otro para llevar. Entonces, llamó a sus hijos y les dijo
‘voy con una sorpresa’. Cuando llegó, su hijo más chiquito se puso contento.
Pero el más grande se puso a llorar. Entonces, ella le preguntó ‘hijo, ¿qué
pasa?’. ‘Es que pensé que venías con el tío’, le respondió. Esto sirve para ver
cómo esto la trasciende. Cómo no es sólo de ella, sino también de sus hijos”,
ejemplificó.
“Los represores saben a quién dieron a esos chicos y podrían terminar con todo
este dolor. Pero el silencio es la última carta de perversidad con la que
juegan”.
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