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La esperanza en medio del terror
Héctor Ramón Duck, jubilado ferroviario que fuera militante del Partido Socialista de los Trabajadores declaró en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo el ámbito de la Armada Argentina.
Categoría: Derechos Humanos

Héctor
Ramón Duck, jubilado ferroviario que fuera militante del Partido Socialista de
los Trabajadores declaró en el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos
bajo el ámbito de la Armada
Argentina.

El 24
de marzo de 2010 se realizó el primer acto aniversario del Golpe de Estado de
1976 en los interiores del predio donde funcionó el ex centro clandestino de
detención conocido como “La
Escuelita”. Es decir, históricamente el acto recordatorio se
llevaba a cabo en la puerta de acceso al predio hasta que un día se logró que
todos podamos ingresar durante ese día a los lugares por el que fueron
arrastradas decenas de víctimas. Todo eso ocurrió el 24 de marzo de 2010 y
EcoDias dejó registro de ese momento. Por los motivos mencionados, se trató de
un acto muy especial al que acudió una gran cantidad de personas entre las que
se encontraban ex detenidos desaparecidos que pudieron volver, esta vez en paz,
al lugar donde sufrieron tantos tomentos.
Entre ellos estaba Héctor Ramón Duck, militante político durante la década del
70 y miembro fundador del Partido Socialista de los Trabajadores de Bahía
Blanca. A Duck lo entrevistamos durante esa mañana y fue él quien con precisión
de relojero nos relató que fue secuestrado el 27 de marzo de 1976 a las 7 de la mañana.
Duck dijo que estuvo en “La
Escuelita” pero a la vez afirmó que más fácil que decir donde
estuvo es señalar donde no estuvo. La ironía viene a cuenta respecto de todos
los sitios de cautiverio por los cuales fue trasladado.
Duck tenía 22 años y sufrió dos simulacros de fusilamientos y fue “juzgado” por
dos Consejos de Guerra: “Eran una
banda, una banda que se preparó en Panamá, yo los llamo fuerza de ocupación. La
militancia es una de las causas que me pusieron, también me encajaron 9
homicidios, nunca lo demostraron. Tuve dos simulacros de fusilamiento, la
primera vez creí que me mataban” manifestó en 2010 Duck a EcoDias quien agregó
que durante su tiempo de secuestro en “La Escuelita” escuchaba las paletas del molino.
Duck recuperó la libertad de manera vigilada hasta que un día le dieron
libertad total: “Era como que ellos suponían que yo ya estaba recuperado”. En aquella
mañana histórica de 2010, Duck consideró: “Estar acá, del lado de adentro, es
muy importante”.
Pasaron cuatro años del encuentro con Duck y también pasaron dos juicios y
medio hasta que Duck pudo volver a hablar pero esta vez en el ámbito que
correspondía y que más aportes iba a hacer para la historia y la justicia de
Bahía Blanca y la zona.
Durante los últimos días de septiembre de 2014, se llevaron a cabo nuevas
audiencias del tercer juicio contra represores que se desarrolla en la ciudad.
El juicio tiene que ver con crímenes de lesa humanidad cometidos durante la
dictadura en el ámbito de la Armada
Argentina, específicamente en la
Base Naval Puerto Belgrano y sus
dependencias.
Luego de los testimonios de tres testigos, fue llamado a declarar Héctor Ramón
Duck, de 77 años jubilado ferroviario y ex detenido desaparecido.

“Lo tengo muy presente”
Titulamos la nota “La esperanza en medio del terror” por que durante su
relato frente al tribunal, Héctor Duck dijo más de una vez, que en diferentes
momentos de su cautiverio pensó que lo liberaban. Es decir, en determinadas
oportunidades en las que estuvo secuestrado se dieron una serie de situaciones
que lo llevaron a hacerse la idea de que se venía la ansiada libertad. Sin
embargo, eso no ocurrió más allá de que la esperanza y el aguante siguieron
vivos en su persona.
Para 1976 Duck trabajaba en el galpón de locomotoras de Ingeniero White, era
delegado gremial y según dijo fue ejecutivo de la Unión Ferroviaria.
Duck militó en el Partido Socialista y luego formó parte del Partido Socialista
de los Trabajadores. Duck también se desempeñó como estibador y un 27 de marzo
de 1976 su historia dio un giro completo: “Lo tengo muy presente” afirmó Duck
respecto a ese día.
Prefectura tenía una lista de personas para llevarse y en esa lista estaba él.
Fueron integrantes de esa fuerza quienes lo pusieron contra una pared y al rato
se lo llevaron detenido.
Lo meten en un calabozo de Prefectura y allí entra un oficial que lo interroga,
lo insulta y lo llama montonero. Al rato lo sacan, lo hacen firmar y lo llevan
en camión hasta la sede de Prefectura ubicada en calle Moreno.
Ahí quedó solo y fue el primer indicio que Duck tuvo de que iba a salir ya que
pensaba que sus captores se habían equivocado.
El indicio fue erróneo. En un momento a Duck lo llevan esposado hasta su casa, cierran
la cuadra, revuelven la vivienda y se roban todos los productos y material que
allí había sobre el Partido Socialista de los Trabajadores. Duck explicó que
como el partido en el que militaba no podía pagar un alquiler, se guardaban
todas las pertenencias en su casa.
El periplo continuó en el V Cuerpo de Ejército, en la misma cuadra en la que
hizo el por entonces servicio militar obligatorio. Allí le dieron ropa de
fajina, lo hicieron bañar y Duck volvió a creer que lo liberaban.
Al contrario de lo que pensaba, Duck fue trasladado a un lugar donde había
varias personas encapuchadas y de allí en camioneta a “La Escuelita”. En su
relató, especificó que en aquel momento lo dejaron del lado de atrás de “La Escuelita”, en el tambo
y que desde allí se escuchaba el ruido del molino y del tránsito vehicular.
Duck sufrió torturas con picanas por parte de alguien que no sería otro que
Santiago “el tío” Cruciani.
Duck y otras dos víctimas fueron vigiladas durante una penitencia por dos
perros adiestrados. Al tiempo lo regresan a la cuadra donde nuevamente se pudo
bañar. A los pocos días fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional
con lo cual pasaba a estar “blanqueado”. Fue ese hecho el que derivó que la
foto de Duck y otros “blanqueados” saliera publicada en el diario La Nueva Provincia.
El siguiente destino de Duck fue la cárcel en donde estuvo 8 meses. El día que
lo sacaron del pabellón 6, Duck pensó por tercera vez desde el día de su
secuestro, que lo liberaban. Lo que lo esperaba era un nuevo traslado, esta vez
a la unidad carcelaria número 9 de La Plata.
Su paso por esa cárcel incluyó distintos pabellones y cinco meses en calabozos
en donde solo le ponían agua y lo golpeaban con tablas: “Totalicé 3 años y
medio aproximadamente”, reseñó Duck acerca de la cantidad de tiempo secuestrado.
El traslado a La Plata
lo habría hecho “la Federal”
según le anunció previamente el represor Selaya en la cárcel de Villa Floresta.
Selaya está siendo hoy juzgado por el tribunal.
En su momento Duck pidió salir del país pero recibió la negativa ya que se lo
consideraba “peligroso”.
Como se dijo, cuando salió, en junio de 1979, lo hizo con libertad vigilada. No
se podía ir de Bahía Blanca y todos los días tenía que presentarse en
dependencias policiales o militares en las que le hacían estampar su firma en
un cuaderno.
Durante ese tiempo consiguió trabajo en el rubro de la construcción pero “la
casa no estaba en orden como quién dice”. Se le había recomendado que por tres
meses no hiciera nada pero gracias a gente conocida que le dio una mano pudo conseguir
ese empleo.
En democracia, reingresó al ferrocarril hasta que se jubiló. En 2010 volvió a “La Escuelita” en donde lo
picanearon: “Me quedó la marca cuando me pusieron la picana”.
En 2014 brindó su testimonio ante un tribunal.
Resta que se haga justicia.

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2014-10-20 00:01:00
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