Gracias al invalorable trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense quién lo identificó en una tumba enterrado como NN el cementerio de La Plata, gracias a su familia que lo buscó siempre y gracias a los Organismos de DD.HH. que sostuvieron y sostienen las búsquedas de personas desaparecidas y bebes apropiados por el terrorismo de estado es que este bahiense regresó al lugar de dónde nunca debería haber sido arrancado.
Juan José Córdoba, tenía 20 años, era militante de la Juventud Peronista. El día 10 de junio de 1977, regresando a su hogar luego de trabajar, a unos 30 metros de su casa, en Maldonado y Pampa Central, barrio Villa Nocito, fue secuestrado por una patota que se movilizaba en dos autos, un Ford Falcon y una camioneta, entre 7 u 8 hombres vestidos de civil lo introducen por la fuerza en el vehículo y lo secuestran. Su familia no volvió a saber de su paradero, hasta el día 15 de septiembre que es cuando aparece en los diarios de Buenos Aires y otros medios, que había sido “abatido” alguien con su nombre en un enfrentamiento junto a dos personas más.
El texto de las fuerzas publicado en los periódicos decía:
“El comando de la zona I informa a la población que el día 9 de septiembre de 1977 a las 8.30 hs., en circunstancias en que fuerzas legales realizaban un control de automotores en el camino Rivadavia que une La Plata con la ciudad de Ensenada en la Provincia de Buenos Aires, un vehículo pretendió eludir el mismo, abriendo fuego sobre la patrulla. Las fuerzas legales repelieron la agresión logrando abatir a sus ocupantes, los mismos fueron identificados como Adrián Carlovich, Roberto López, y Juan Córdoba, todos ellos pertenecientes a la banda de delincuentes subversivos marxistas autodenominada Montoneros. En el interior del vehículo fueron encontradas armas de distintos calibres, explosivos y panfletos…”.
Este texto publicado en varios medios de comunicación es un ejemplo más de las mentiras y armados comunicacionales sobre los falsos enfrentamientos que no eran otra cosa que fusilamientos con un doble cometido: por un lado la aniquilación de la vida y por el otro, en la difusión, la acción psicológica del terror sobre la toda ciudadanía. Así se viene observando en cada caso de cuerpos fusilados de hombres, mujeres -de cualquier edad- y también se demostró y se demuestra en los juicios históricos que se llevan adelante en todo el país en los que se juzga delitos de lesa humanidad.
Juan José Córdoba es uno de los 30000 desaparecidos, asesinados por los criminales del Terrorismo de Estado que secuestraban, torturaban, asesinaban y desaparecían personas en Argentina durante la última dictadura cívico militar. A pesar de que su familia recorrió todos los ámbitos posibles como ser las fuerzas armadas, policiales, judiciales y hasta la iglesia católica; no obtuvo la familia ningún resultado en la recuperación del cuerpo de Juan José. Ni siquiera su nombre publicado en los medios le sirvió a la familia para encontrarlo.
El Equipo Argentino de Antropología Forense logro identificar el cuerpo de Juan José en el cementerio de La Plata. Había sido enterrado como NN junto a otros tres cuerpos.
Desde temprano en la fría y ventosa mañana del 21 de junio se reunieron en el ingreso del Cementerio local familiares, afectos, compañeros y compañeras, para darle sepultura a este joven.
Luego del paso por la capilla del cementerio donde su mamá, su hermano, su prima se abrazaron para sacarse el frío de 40 años de ausencia la urna de madera que contenía los huesos de Juan José, fue depositada en tierra.
Se dijo entre otras cosas que si bien era un día triste la alegría de haber encontrado a Juan José era grande y al viento resonaron los pedidos Justicia por este joven y por los miles y miles que aún faltan encontrarse.
El pacto de silencio de los genocidas responsables de estos crímenes sostiene la impunidad con la negativa a entregar los datos de dónde están. Como también los datos de dónde están cada uno de los 400 niños y niñas apropiados.
Dice la agrupación H.I.J.O.S que hoy Juan José Córdoba regresó a su ciudad “junto a su familia, de donde nunca lo deberían haber separado. Hoy Juan José está de nuevo entre nosotros, lo recuperamos todos nosotros, porque ellos, los asesinos, no nos dicen donde están. Hoy Juan José, nos devuelve un pedacito de cada uno de nuestros padres, de los 30.000 compañeros que nos faltan.
Bienvenido querido Juan José, nuevamente a tus afectos, a tu familia, a tus compañeros”.
Y en esa fría mañana del 21 de junio en el cementerio local a los pies de la sepultura donde hoy descansa Juan José Córdoba se gritó bien fuerte:
”Compañero Juan José Córdoba: Presente!!! Ahora y Siempre!!!
30.000 Compañeros Detenidos Desaparecidos Presentes!!! Ahora y Siempre!!!”.
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