En el marco de la Feria Internacional del Libro de Bahía Blanca (FILBB24), integrantes de la Red por el Derecho a la Identidad desarrollaron una charla sobre “Escritura y construcción de la memoria en tiempos de negacionismo”.
Durante la actividad, Rocío Galindo, Rosario Rolando y Melisa Melinger expusieron sobre cómo la literatura, la música y la pintura fueron, y aún son, puentes entre las historias de las y los desaparecidos durante la última dictadura militar, y la comunidad en general.
Para comenzar, citaron el prólogo del libro Botín de Guerra de Julio Nosiglia, escrito por Estela Barnes de Carlotto: “Fue nuestro primer libro, en sus páginas el autor fue diagramando impiadosamente y con sacro respeto nuestras historias de vida. Desnudamos por primera vez nuestro dolor para compartirlo con la humanidad con el sólo objetivo que la toma de conciencia social nos aportara noticias de nuestros hijos y nietos. Fue como una carta abierta la que escribimos con la mano del autor para hacernos conocer, salir de la intimidad para lo público. Tuvimos reservas, pudor, abstinencias, pero la persistencia y obstinación literaria pudieron más”.
Abuelas de Plaza de Mayo es una organización no gubernamental que surgió en 1977 con el objetivo de localizar y restituir a sus familias. De los quinientos bebés nacidos en cautiverio, al día de hoy fueron recuperados 133. Otro hito significativo del que participaron fue la promulgación del Derecho a la Identidad, y fueron fomentadoras de la creación del índice de abuelidad que establece la posibilidad de parentesco entre un nieto y sus abuelos a partir del análisis del material genético.
“Sobre todo, es importante venir acá en el contexto actual, a generar un encuentro que tiene que ver con la Memoria, porque son un gran ejemplo de una decisión ética. De cómo ellas pudieron hacer la construcción de la Memoria. Esa reconstrucción siempre fue con el otro, desde distintas disciplinas. Desde lo jurídico, lo psicológico, desde lo artístico. Desde ese lugar que han podido ir dejando marca, porque eligieron hacer una lectura no individual, sino colectiva”, afirmó Galindo.
En esa línea, agregó: “Venimos a hacer presente su recorrido y su historia, su enorme y transformador trabajo. Ellas tomaron una decisión sobre una perdida. Una decisión ética y política que tuvo, y tiene, que ver en ponerse a trabajar para volver a armar esa trama que fue destruida. Hay algo muy difícil de transmitir, que es el horror del exterminio, del cautiverio. Son cosas casi indecibles. Sin embargo, hay intentos y hay modos de decir algo”.
“No podemos ignorar en que época y momento histórico en el que nos encontramos. Muchos de los textos que presentaremos son escritos en un contexto cuando el Estado se posicionó como garante de derechos, y se responsabilizó intentando reparar los hechos sucedidos durante la última dictadura militar”, puntualizó.
Lecturas recomendadas
La casa de los conejos de Laura Alcoba, da cuenta de su vivencia personal. Lo escribió desde Francia, en donde se había exiliado, y presenta la historia de una niña que vivió en una casa que se hacía pasar por un comercio en donde vendían conejos, pero en realidad era un centro de impresión de propaganda montonera. Desde su mirada, narra cómo era su vida, su educación, el secuestro de su madre, y reconstruye su propio vínculo con la historia.
Asimismo, de la autora es el libro El azul de las abejas, que nació de recuerdos, de cartas entre una hija y un padre, conservadas durante treinta años.
El tercer libro recomendado fue La Escuelita, de Alicia Partnoy. Publicado en 1984, fue el primero en relatar al mundo lo que se había vivido en un Centro Clandestino de Detención de la dictadura argentina. Además de su riqueza histórica, los relatos que reúne han sido utilizados como testimonio por la Unidad de Asistencia para Causas de Violaciones a los Derechos Humanos durante el Terrorismo de Estado de la Provincia de Buenos Aires para los Juicios reabiertos en la ciudad de Bahía Blanca y en los Juicios por la Verdad.
Mantener la historia viva
Respecto a la necesidad de alimentar y fortalecer los espacios de intercambio y encuentro, para garantizar que los discursos negacionistas no se expandan, Melinger reflexionó: “Tenemos en poder el testimonio de personas que estuvieron cerquita de lo que pasó, pero las Abuelas están cumpliendo cien años, y se están muriendo. Al igual que los genocidas”.
“Va a pasar que no va a haber nadie vivo que haya vivido la dictadura. Tenemos que estar preparados para ese momento. El objetivo más importante es lo que hagamos con esa huella que dejaron, va a ser lo que marque una diferencia. En el ejemplo de estos tres libros, son importantes para ponerlos al servicio de la historia, para leerlos, para que sea un material de consulta”, enfatizó.
Por su parte, Rolando concluyó: “Es como si los Derechos Humanos fueran la columna vertebral de la sociedad. Si uno los niega, es como si el resto de las cosas se perdieran. El Derecho a la Educación, a la Salud. Son la materia troncal de las otras posibilidades que se dan en la vida social”.
El trabajo de Red por el Derecho a la Identidad se puede ver en sus redes sociales @redxlaidentidadbblanca.
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