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El loco de Méndez
Declaró Mario Carlos Antonio Méndez, apodado Tucho pero bien recordado por las víctimas por un alías que metía miedo: “El loco de la guerra”. Con esta declaración y el careo que tuvo con un ex conscripto finalizó la incorporación de pruebas y se espera el inicio de los alegatos el 29 de mayo.
Categoría: Derechos Humanos

Declaró Mario Carlos Antonio Méndez, apodado Tucho pero bien recordado por las víctimas por un alías que metía miedo: “El loco de la guerra”. Con esta declaración y el careo que tuvo con un ex conscripto finalizó la incorporación de pruebas y se espera el inicio de los alegatos el 29 de mayo.

En la audiencia de la tarde del martes 8 de mayo de 2012 se esperaba que continúe declarando, tal como estaba previsto, el imputado Osvaldo Bernardino Páez, sin embargo, sus abogados defensores informaron que el represor no iba a seguir testimoniando. Por esa razón, se dio lugar a la última exposición por parte de los acusados, en este caso la de Mario Carlos Antonio Méndez, según dijo apodado “Tucho” pero que se lo recuerda por el tristemente famoso alias, también reconocido por él, de “loco de la guerra”.
A diferencia de sus compañeros, Méndez subió al estrado, se sentó y no necesitó de gráficos, pizarras ni láminas. Solo utilizó su voz y se valió de si mismo, por cierto, se lo notó muy lúcido a Méndez pese a los problemas de salud que acusó.
El “loco”, de 59 años, dijo estar tomando Tegretol y Rivotril para evitar desmayos o situaciones semejantes a la pérdida del conocimiento. A su vez, señaló que cuando se encontraba en Campo de Mayo, la atención médica era constante a diferencia de lo que ocurriría en el penal de Villa Floresta.
En su relato, Méndez explicó que fue destinado al V Cuerpo de Ejército a fines de 1975, asignado a la Compañía Comandos y Servicios, inicialmente controlando actividades y colaborando con el jefe de Compañía en la seguridad del Cuartel.
Luego se refirió a las tres imputaciones que recaen sobre él. El operativo en la vivienda de calle Fitz Roy en donde se asesinó a Daniel Hidalgo y su pareja; el ejecutado en calle Chiclana 1009, y el secuestro de alumnos y un profesor del colegio ENET 1 de nuestra ciudad.
Sobre el primero de los casos mencionados, se refirió al actual secretario general de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bahía Blanca, Eduardo Hidalgo de quien dijo que tiene animosidad hacia su persona y puso en duda el testimonio del ex colimba Félix Julián que según el represor coincide con el de Hidalgo siendo éste, siempre en la fantasía de Méndez, quien le habría indicado qué declarar.
Por estos motivos es que se pidió desde la defensa una serie de careos entre Méndez, Julián, Hidalgo y también Gustavo López, éste último por el caso ENET 1. Finalmente, el tribunal accedió solamente a un careo entre el imputado y el nombrado Julián para la tarde del martes 15.
En relación a lo sucedido en calle Fitz Roy, contó que él formaba parte del ala de seguridad perimétrica en el ingreso y control de vehículos. Señaló que en un momento ocurrió una explosión, un oficial subió al edificio llegando solo hasta el segundo piso donde habría sido víctima de una trampa “caza bobos” explosiva.
Méndez dijo que ayudó a este oficial a descender y es ahí cuando comenzaron los disparos y se produjo un corte de luz. Según Méndez, él nunca llegó al cuarto piso en donde se asesinó a Hidalgo y su pareja.
Consultado por el juez sobre qué recordaba de ese día, señaló que fueron los segundos en llegar entre las 21.30 y 22 horas, que lo más sorprendente fue una explosión inicial que hizo sacudir el edificio y que se corte la luz, que ello provocó confusión y que a partir de ahí empezó un intercambio de disparos de armas de diferentes calibres. A continuación, una explosión muy grande y entre seis y ocho más en forma discontinua.
Mientras esto pasaba, él estaba ayudando al oficial accidentado y luego se quedó configurando la seguridad.
Méndez supone que quienes hacían los reconocimientos de los departamentos, eran parte de personal militar que había salido antes del Comando.
Respecto a una tarea previa de Inteligencia, señaló que “aprecia” que existió y que de ser así, él no participó.
Acerca de los tiros provenientes de los edificios de enfrente, declaró que no se apostó personal militar allí pero que en aquella época para la seguridad de los edificios se empleaba a militares y que puede haber ocurrido que al “sentir o ver” la violencia, hayan disparado sus armas.
Méndez dijo no conocer el objetivo del operativo y negó que haya habido un listado de personas a detener.
El fiscal Abel Córdoba le preguntó por su apodo de “loco de la guerra” a lo que el represor respondió que sí, que era a él a quien llamaban así en el V Cuerpo y que esto se debía que en la instrucción y educación que brindaba a los soldados, era “medianamente exigente”.
Por ese operativo, Méndez recibió una distinción “por su valerosa participación en combate del Ejército”. De ello se defendió diciendo que la condecoración era por la ayuda que dio al militar herido
Méndez dijo que no tiene conocimiento de por qué se buscaba a las víctimas ni de porque se los asesinó.
El “loco” sabía de la existencia de un centro clandestino en la medida, aclaró, que lo conocían todos: “No participe nunca de ninguna actividad del centro clandestino”.

Yo no fui
Luego el represor dedicó su tiempo para hablar del operativo ocurrido en una vivienda de Chiclana 1009. Señaló que fue un 10 de febrero al mediodía cuando fue convocado para configurar el cerco y protección perimetral del lugar. A él, explicó, le correspondió hacer su trabajo en la parte posterior de una vivienda. Se hizo una separación de entre diez y quince metros de hombres, correspondiéndole ocupar la parte posterior de la casa para evitar que por allí se produzca una fuga.
Fue en ese lugar, dijo Méndez, donde se le arrojó un explosivo, cree que fue una bomba de estruendo, que le pegó en el ojo izquierdo, razón por la cual lo condujeron al Hospital Militar. Según Méndez, el elemento vino desde las alturas, terraza o techo de la vivienda, y ocurrió cuando el personal estaba por ingresar a la casa.
Por este hecho, Méndez habría estado entre cuarenta y cincuenta días internado y fue ahí donde se enteró que finalmente hubo un “enfrentamiento armado” que tuvo como víctima a Patricia Acevedo.
En la mañana del miércoles 9 de mayo, Méndez siguió declarando y habló sobre el último caso que había apuntado, el que involucra el secuestro de un profesor y alumnos de la ENET 1: “Fundamento que no recibí la orden nunca ni fui, ni estuve”. La razón, dijo Méndez es que un oficial, un militar, una persona con un grado determinado no puede realizar esas tareas ya que no está en su capacidad: “No participé de esa actividad En ningún momento ingresé a esa unidad ni participe de la actividad que usted me hace referencia, señor juez”.

Careo entre Méndez y Julián
A mediados de noviembre 2011, quien fuera conscripto durante 1976, Félix Julián testimoniaba en calidad de testigo en el juicio a los represores. Ante el tribunal, Julián se refirió al operativo de calle Fitz Roy 137 en donde se asesinó a Daniel Hidalgo, y Olga Souto, embarazada de dos meses. El testigo afirmó que Méndez le había contado con lujo de detalles, cómo se realizó el operativo y cómo él mismo había matado a Souto mientras un compañero había hecho lo propio con Hidalgo. En su declaración, Méndez intentó desmentir a Julián y por eso la defensa pidió un careo entre ambos el cual se realizó durante la tarde del martes 15 de mayo de 2012. El mismo fue muy breve ya que tanto Julián como Méndez se mantuvieron en sus posiciones.
El “loco de la guerra” sostuvo que por su puesto que deempeñaba no pudo haber estado en los lugares que relató Julián ya que estaba evacuando a un oficial y que, por otra parte, no podría haber tenido en cuenta el detalle de un embarazo de dos meses. En cambio, Julián confirmó que recuerda perfectamente el detalle de que Méndez dijo que la mujer estaba embarazada y que le causó una sensación terrible haber escuchado todo el comentario de cómo sucedió el episodio: “No se me borró nunca más”.
Méndez quiso argumentar también que no había tanta confianza como par comentar ese tipo de cosas, sin embargo Julián volvió a ratificar sus dichos.
Con más de lo mismo, el careo continuó unos minutos más y finalizó con la conclusión de que cada una de las partes sostenía sus declaraciones.

Loco y cagón
Luego del careo, EcoDias entrevistó a Julián y consultó acerca de la mirada de Méndez al momento de encontrárselo frente a frente tanto tiempo después: “Méndez siempre tuvo la misma mirada por eso el famoso “loco de la guerra” le está bien puesto. Posiblemente ahora con los años se lo vea un poco más apabullado, un poco más desmejorado pero en su momento había que estar al lado de una persona como esta” dijo Julián refiriéndose al mal trago que significaba en esa época estar cerca de Méndez “porque la mirada era mucho más fuerte, era mucho más agresivo y tenía más pilas que las que tiene ahora. Con los años se ve que se ha ido calmando un poco”.
Respecto al hecho ocurrido en calle Fitz Roy y lo que le contó Méndez, Julián detalló textualmente: “Después que ocurre ese hecho, yo llevo al general, yo era el chofer del comandante del V Cuerpo, en ese momento estaba el general Azpitarte, lo llevo a que vea el departamento en el estado en que había quedado, porque ahí se había prendido fuego, habían tirado granadas, o sea fue un desastre…Cuando vuelvo al Comando lo veo a Méndez, después de dejar al general en la oficina lo veo a Méndez que estaba herido en una mano, vendada, un brazo, entonces le preguntó que le pasó y me dice fue en el procedimiento de ayer, o de antes de ayer no me acuerdo bien, en la calle Fitz Roy. Yo le comento, vengo de ahí con el general. “Ah fue el general” me dice. “Si, fue el general a ver cómo había quedado el departamento”. Y el me dice, “yo participé de ahí con otro oficial”, que hoy después de tantos años me entero que fue Corres pero en su momento yo, no es que no lo sabía sino no me acordaba que él me lo haya dicho, entonces no quise decirlo en el juicio porque no me constaba de que había sido Corres, pero bueno, él y otro oficial. Bueno, y el me comenta cómo fueron los hechos, de que reciben fuego al querer ingresar al departamento, ellos contestan, se origina un tiroteo terrible, usan fusiles con balas perforantes de paredes, un acontecimiento terrible…Y él me comenta, como lo dije acá en el juicio de que ya cuando prácticamente no se escucha fuego de adentro, él corre hacia la habitación, en su corrida ve a la mujer tirada en el piso, prácticamente destrozada, me comenta la parte de la pierna, bueno… las circunstancias del tiroteo y que al entrar a la habitación corriendo se arroja arriba de la cama y le vacía el cargador de la PA3. La PA3 es una ametralladora por eso en mi declaración cuando me preguntan si sabía con qué arma la habían matado, les dije que sí, con una ametralladora sin entrar en detalles de la PA3 o lo que sea…Pero bueno él me comenta así y después que el otro oficial entra al baño donde estaba el muchacho y él me comenta que el muchacho estaba terriblemente herido apoyado sobre una pared, sentado en el piso, sin poder levantar el arma que tenía en la mano, y el otro oficial se acerca y le mete un tiro en la cabeza. Eso fue lo que yo comenté en mi declaración. Y el me comenta de que la mujer estaba embarazada”.
“Él se ufanaba, sí por supuesto, incluso de la mujer embarazada, por eso me quedó tan grabado eso”.

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2012-05-21 14:19:00
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