I
El 3 de junio del año pasado dimos un grito poderoso y airado. 286 víctimas de femicidio en 2015 nos imponen templar las gargantas una vez más. 66 nuevas muertes en los primeros 100 días de 2016, nos exigen tomar las calles nuevamente. Cientos de miles de personas volvemos a encontrarnos en la calle para alojar la voz de las víctimas de la violencia femicida. Y para decir que la violencia machista también mata, lentamente, cuando coarta libertades, participación política y social, la chance de inventar otros mundos, otras comunidades, otros vínculos. Cuando nos dice cómo vestirnos y cómo actuar, mata nuestra libertad. Cuando nos insulta o nos juzga por el modo en que disfrutamos nuestros cuerpos, mata nuestro derecho a poner en acto su inmensa potencia. Cuando nos niega la palabra en el espacio público, la silencia o la minimiza; cuando los medios masivos de comunicación sólo nos retratan señalando un deber ser, en falta, o como víctimas; mata nuestro derecho a cambiar el mundo. Cuando nos impone las tareas domésticas y de cuidado como si fueran un deber exclusivo y natural, olvida que es un trabajo, y mata el libre uso de nuestro tiempo. Cuando nos niega el mismo salario por la misma tarea, mata nuestra autonomía. Cuando avasalla o abusa de nuestros cuerpos, mata nuestra integridad. Cuando pretende controlar nuestra capacidad reproductiva, mata nuestro derecho a elegir. Decir Ni Una Menos no fue, ¡no es!, un ruego ni un pedido. Es plantarse de cara a lo que no queremos: ni una víctima más, y decir que nos queremos vivas, íntegras, autónomas, soberanas. Dueñas de nuestros cuerpos y nuestras trayectorias vitales. Dueñas de nuestras elecciones: cómo queremos, cuándo queremos, con quién queremos.
II
Decir Ni Una Menos fue y es tejer una trama de resistencia y solidaridad; contra los guiones patriarcales que prescriben rivalidad entre mujeres y rechazo a las personas trans. Contra la trata, muchos representantes de los sectores políticos, judiciales, policiales y mediáticos se hacen los sordos, los mudos, los ciegos. Un aparato judicial misógino, injusto y arbitrario sigue cosechando víctimas entre las víctimas. Nosotras y nosotros sabemos que las redes de afecto, que también son políticas, nos permiten hacer visibles las opresiones, salir del círculo de la violencia, darnos fuerzas y entusiasmos para vivir las vidas que queremos vivir. Una joven presa en Tucumán, condenada a ocho años de prisión por homicidio, cuando tuvo un aborto espontáneo, en una causa armada, nos obligan a gritar con más fuerza la consigna “Sin Educación Sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir, no hay Ni Una Menos” . Decir Ni Un Menos es estar alertas y denunciar toda violencia machista que persigue, violenta y mata a mujeres hétero, lesbianas, gays, travestis y trans. A toda esa violencia que coarta libertades, ocupaciones y trayectorias. Sin pan y sin trabajo, los y las más desprotegidos y desprotegidas lo son aún más. Por Diana Sacayán, Lohana Berkins entre tantas representantes de esta trama común que buscó y busca una igualdad en el acceso a derechos que no oculta las diferencias, que las celebra, las abraza, las vuelve motivo de crecimiento común. Decimos también Ni Una Menos frente a toda avanzada de reacción conservadora más allá del signo político del gobierno. Porque si la represión en los tramos finales del Encuentro Nacional de Mujeres fue realizada bajo el gobierno anterior, el cambio electoral nos desprotegió todavía más. Los observatorios que se habían puesto en práctica dejaron de existir y programas que ya existían como el de Salud Sexual y Reproductiva empezaron a ser desmantelados y/o abandonados, las y los trabajadores que se ocupan de la atención de la violencia machista están precarizados y, como todxs, amenazados de perder sus trabajos. Los contenidos de la ley de Educación Sexual Integral, ley fundamental por la que pedimos el 3 de junio pasado para prevenir la violencia machista, se están modificando para conformar a los sectores más retrógrados. Es cierto que se puso al frente del Consejo Nacional de las Mujeres a una feminista pero a la vez, el ajuste, el tarifazo, los despidos masivos, el fin de la moratoria previsional para las amas de casa que dedican su vida al cuidado de los otros, el escandaloso achique del Estado, golpean sobre todo a las mujeres, recortan nuestra autonomía, nos dejan más inermes frente a la violencia. Cuando la pobreza aumenta, las primeras perjudicadas somos las mujeres. Cuando el conflicto social se mete dentro de las casas, las más perjudicadas somos las mujeres. El ajuste y la inflación golpean directamente sobre nuestra capacidad de decir Basta. El disciplinamiento de la protesta social y el encarcelamiento de dirigentes sociales y políticos hablan claramente de una revancha misógina y racista que nos golpea a todas. A todxs. La ley de patrocinio gratuito no ha sido reglamentada y desde el Ministerio de Justicia ya se alertó sobre la falta de presupuesto para ponerla en práctica en una escandalosa vuelta atrás de un derecho básico para poder acceder a la Justicia.
III
Hace un año nos movilizamos reclamando la implementación de la ley 26.485. Eso exige políticas públicas, trabajadores capacitados, formación de quienes se encargan del tema en las oficinas judiciales y estatales, presupuesto adecuado, creación de refugios, patrocinio jurídico de las víctimas, medidas de prevención y cuidado efectivas. En un contexto de ajuste económico y privación general de derechos, las presuntas soluciones que se buscan son punitivistas. Plantean el atajo del castigo antes que la prevención para evitar que haya más víctimas. Venimos a decir que eso no alcanza, que se trata de conmover las creencias y prácticas sociales que sustentan la violencia machista y la complicidad del Estado y la justicia. Venimos a decir que con ajuste no hay Ni una menos y que la pobreza es violencia. Venimos a gritar: Ni una menos por femicidio Ni una menos por trata Ni una menos por aborto clandestino Ni una menos por persecución judicial Ni una menos por despido Ni una menos por homo lesbo y trans odio A la violencia machista y a quienes la perpetran les decimos: Ni Una Menos, contra nuestros cuerpos Nunca Más. Por eso, más que nunca, ¡Vivas nos queremos!
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