Semanas atrás, en una audiencia del tercer juicio a represores que se realiza en Bahía Blanca, estaba todo listo para que declare Adolfo Scilingo, ex militar que se encuentra en España condenado a 1084 años por delitos de lesa humanidad cometidos en Argentina durante la última dictadura. La declaración iba a ser por videoconferencia pero los constantes problemas técnicos, impidieron que se hiciera.
Finalmente en la mañana del martes 17 de junio de 2015, Adolfo Scilingo pudo declarar esta vez con un sistema de videoconferencias que apenas sufrió un corte pero que anduvo bastante bien para lo que fue una extensa, densa y por momentos muy confusa atestiguación de Scilingo.
Por momentos las partes intentaban interrumpir a Scilingo para que deje de hablar y conteste de manera concreta debido a que se iba por las ramas en las respuestas. Sin embargo fueron muy pocas las oportunidades en que pudieron parar al condenado en su discurso.
Durante su declaración, Scilingo se iba de un tema a otro a veces sin concluir alguno de ellos, abría una frase y no la cerraba para terminar hablando de otra cosa e incluso dejó notar un interés por instalar en la declaración ciertas cuestiones.
Su odio contra Massera, sus viejas mentiras y sus actuales verdades; lo que le dijo y lo que no le pudo decir a Verbitsky cuando reveló los vuelos de la muerte, y su “amistad total” con Federico Massot, fueron algunos de los tantos temas de los que Scilingo habló.
Decíamos en ediciones anteriores que Scilingo, nacido en Bahía Blanca, es un personaje fuerte ya que fue el primer “arrepentido” que contó públicamente las atrocidades cometidas durante el Terrorismo de Estado.
Sus detalles sobre los vuelos de la muerte derivaron en el libro “El vuelo” del mencionado Horacio Verbitsky. Su paso por el programa de televisión de Mariano Grondona también es recordado en cuanto a sus palabras sobre lo realizado durante la dictadura militar.
Tantas palabras dichas en la audiencia del actual juicio, tanta desmentida sobre afirmaciones del pasado y ahora reemplazadas por otras, tanto presunto interés porque se sepan algunos datos y tanta supuesta y constante conspiración en contra de su persona, hacen pensar sobre si sus dichos pueden servir o no para llegar a la verdad y a la justicia aunque eso será materia de fiscales y jueces.
Lo que también se debe tener presente es que quien habló, formó parte del Terrorismo de Estado.
Scilingo declaró como testigo en el marco de la causa número 1103 conocida como “Armada Argentina” y caratulada “Fracassi, Eduardo René y otros…” que comprende los delitos de lesa humanidad cometidos en el ámbito de la Armada Argentina, específicamente en la Base Naval Puerto Belgrano.
Por esta causa se encuentran siendo juzgados 23 acusados cuya lista completa está constituida por Víctor Aguirre, Luis Bustos, Felipe Ayala, Raúl Domínguez, Víctor Fogelman, Francisco Martínez Loydi, Héctor Selaya, Carlos Stricker, Alejandro Lawless, Leandro Maloberti, Néstor Nogués, Tomás Carrizo, Oscar Castro, Raúl Otero, Gerardo Pazos, Pedro Pila y José Luis Rippa. A ellos se les suma, Guillermo González Chipont, Félix Cornelli, Enrique De León, Manuel García Tallada, Edmundo Núñez y Luis Pons.
Las reuniones de los miércoles
“El golpe era inminente”, fue una de las frases textuales dichas por Adolfo Scilingo, en este caso respecto a una pregunta del fiscal José Nebbia en cuanto a que para Scilingo ya se sabía que se avecinaba un golpe de Estado en nuestro país.
Más tarde se le preguntó sobre una serie de reuniones que se realizaban en el cine de la Base. En ese sentido, Scilingo directamente se remontó a aquellas charlas de revelaciones con el periodista Verbitsky: “Verbitsky quería saber más de lo que debía y yo no podía contarle lo que no debía”, señaló el ex militar quien explicó que ahora cuenta con documentación y puede hablar de lo que no pudo hablar ni con Verbitsky ni con nadie “porque es la primera vez que hablo bajo juramento”.
Antes de ir a lo concreto, o sea las reuniones en la Base, se refirió al juez Baltasar Garzón, a dos presuntos secuestros que Scilingo sufrió en Capital Federal, a que desconoce quién fue el responsable de los mismos pero que no puede culpar al gobierno del ex presidente Carlos Saúl Menem, y al odio que Scilingo le empezó a tener a Massera.
Todo eso ocupó varios minutos hasta que al fin respondió la consulta inicial: “Hubo varias reuniones en Puerto Belgrano sobre la situación general del país” afirmó Scilingo y agregó: “Hubo reuniones todos los miércoles a nivel de Comando sobre la situación antiterrorista…”. Esas reuniones, destacó, se hacían por orden de Massera.
Por otro lado, Scilingo desarrolló tareas en la ESMA donde funcionó uno de los centros clandestinos de detención más importante del país. Fue en ese momento en que el testigo comenzó a referirse a los reglamentos de la época: “Para mí eran absolutamente legales” opinó ya que, dijo, si bien ahora se los considera centros clandestinos, la reglamentación los trasformaba, a su criterio, en legales: “La burrada del uso de la tortura estaba legalizado” subrayó Scilingo quien declaró que en su momento hizo un requerimiento al gobierno argentino y que habría sido la ministra Nilda Garré quien le habría afirmado, a través del Ministerio de Defensa, que los reglamentos estaban plenamente vigentes en aquella época.
Por esa supuesta respuesta de Garré, Scilingo calificó que ésta “se portó muy bien” pese a “las actividades” de Garré en el pasado.
Más tarde y de vuelta sobre los reglamentos, afirmó: “Todo el mundo sabe que la reglamentación se empezó a elaborar en el año 60 a partir de la visita de los franceses”. Para Scilingo, desde el punto de vista de los derechos humanos, esos reglamentos son un disparate.
Entre las anécdotas, o lo que Scilingo entiende que se llaman anécdotas, se refirió a un oficial español que también habría prestado colaboración.
Cuando se le preguntó sobre los secuestros, Scilingo volvió a remitirse a los reglamentos vigentes que hablaban de detenciones: “Usted dice “los que secuestraban” sí, estoy de acuerdo, la justicia dice que se secuestraba pero los reglamentos hablan de detenciones”.
Para el testigo que cumple condena de miles de años en España por crímenes de lesa humanidad, el que puede dar información sobre los secuestros o detenciones es el gobierno argentino y los gobiernos anteriores al actual.
Su amigo Federico Massot
Según Scilingo, la ESMA era frecuentada por grandes cantidades de gremialistas y políticos radicales, peronistas y de la UCEDE que iban hacía allí para hablar con el almirante Chamorro.
En otro orden de cosas, Scilingo se volvió a ocupar de su odiado Massera: “Massera y Firmenich manejaron otra cosa” sentenció y cuando fue preguntado sobre si escuchó hablar de la denominación Central de Operaciones de Combate, hizo mención a un lugar en la ESMA que regulaba la seguridad pero que desconocía si llevaba ese nombre. Para Scilingo ese término es más naval y no solo “antisubversivo”.
En cuanto al Placintara, Scilingo dejo que cree que tenía carácter confidencial.
Ambas preguntas surgieron por las afirmaciones de Scilingo de que todo estaba dentro de los reglamentos.
Trayendo una vez más al represor fallecido Massera a la declaración, Scilingo hizo hincapié en una visita de Massera a Puerto Belgrano en la que varios tenientes de Navío le plantearon que la Armada no recibía información oficial de la situación. Fue a partir de eso que Massera habría instrumentado que todos los miércoles la Armada recibiera información vía Comando.
Por otro lado, desde fiscalía se le preguntó por qué se utilizaba el término “cristiana metodología” para hablar del hecho de arrojar personas al mar: “Porque decían que era el método más elegante para no fusilarlos”.
Cambiando de tema, se le consultó sobre si existía influencia del diario La Nueva Provincia, matutino de la ciudad de Bahía Blanca, en las decisiones de la Armada. Al respecto, Scilingo declaró que tuvo una amistad con Federico Massot a quien calificó de muy hábil y muy vivo y que estaba siempre buscando información de la Armada.
Para Scilingo, más influencia tenía el periódico Convicción “que lo manejaba Massera”. Según su opinión, La Nueva Provincia ejercía influencia por ser un diario local pero recalcó que en la ciudad, al mediodía, se recibían diarios de Capital Federal, como por ejemplo La Prensa que era, dijo, más insidiosa “desde el punto de vista político, político le quiero decir como antiperonista”.
“La influencia de Massot yo creo que es anecdótica…” comentó el testigo quien incluso afirmó que esa “fantasía” surgió porque “Verbitsky no podía ver a los Massot”. Al respecto habló de “celos periodísticos” por parte de Verbitsky.
Las reuniones que Scilingo mantuvo con Federico Massot eran, explicó, porque al propio Massot le interesaba obtener información.
Así y todo resaltó que con Massot la relación era “de amistad total” y que incluso recibía regalos de éste tras viajes en el exterior.
Algunas consultas del tribunal, un tenso ida y vuelta de preguntas y respuestas con la querella y un par de largas declaraciones más, prosiguieron en lo que fue una extensa y como ya se dijo, por momentos muy confuso testimonio de un ex militar bahiense, supuestamente arrepentido y condenado a más de mil años en España por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la época del Terrorismo de Estado en nuestro país.
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