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Consenso social
El 28 de septiembre se conmemoró el Día de Lucha por la Despenalización del Aborto. La psicóloga Silvia Scheider, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, dejó sus impresiones acerca de los avances en el tema.
Categoría: Derechos Humanos

El 28 de septiembre se conmemoró el Día de Lucha
por la Despenalización del Aborto. La psicóloga Silvia Scheider, integrante de
la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, dejó sus
impresiones acerca de los avances en el tema.

No es la primera vez que en
las páginas de EcoDias reflexionamos sobre el aborto y la necesidad de que
Argentina cuente con una ley que lo despenalice. El 28 de septiembre fue el Día
de Lucha por la Despenalización del Aborto lo cual, sumado a que todavía no se
cuenta con legislación al respecto, hace que sea necesario seguir “hablando de
eso” sobre los que muchos no quieren hablar.
Para ello EcoDias dialogó a la psicóloga Silvia Scheider quien integra la
agrupación Autoconvocatoria Mujeres y forma parte de la Campaña Nacional por el
Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Consultada sobre la situación en la que nos encontramos respecto a la lucha por
la despenalización del aborto, Scheider destacó que actualmente se cuenta con
mucho más consenso social y que el tema está totalmente instalado en la
sociedad. Scheider, hizo referencia al reciente proyecto de ley aprobado en
Uruguay: “Diputados ya sancionó el proyecto de ley que había arrancado en
Senadores, o sea que ahora vuelve a Senadores donde se descuenta que va a ser
aprobado también y si bien es una ley que no nos conforma del todo, si pensamos
que es mucho más avanzada que lo que tenemos en la Argentina que todavía
estamos, por ejemplo en la ciudad de Buenos Aires se sigue discutiendo y en
algunas provincias debatiendo sobre el aborto no punible…”.
Esa no conformidad con la legislación uruguaya se debe a algunas restricciones
que la misma contiene “ya que la mujer va a tener que concurrir a un Centro
Asistencial donde la va a tener que entrevistar un equipo y se le van a dar
cinco días para que reflexione, o sea es una ley bastante restrictiva y
bastante parecidas a las primeras leyes que hubo en Europa. Hace cuarenta años
en Italia también se proponía esto que hablara con la trabajadora social, que
se le explicara las alternativas y que después volviera…eran restrictivas y
después se fue liberalizando. Así y todo para la región es un enorme avance”.
Los avances hablan del derecho de las mujeres a decidir, básicamente, sobre su
propio proyecto de vida: “Por otra parte las mujeres decidimos igual, nada más
que en los países donde el aborto es ilegal lo hacemos en la ilegalidad,
corriendo riesgos, enfermándonos, incrementando la injusticia social de que las
ricas pueden acceder a servicios ilegales pero por lo menos seguros, y las más
pobres, como ya sabemos, no. Pero yo creo que en la sociedad hay instalado
muchísimo mayor consenso, mucha menos hipocresía. Lo que falta es que en
realidad nuestros gobernantes y nuestros legisladores se hagan eco de estos
reclamos”.
Sobre el papel de la clase política, Scheider habló del divorcio entre la
sociedad real y la sociedad política “que no es nuevo, no es algo novedoso,
esto es que las decisiones políticas vayan por un lado y la sociedad verdadera
vaya bastante más adelante”.

La culpa impuesta
Un papel importante en aquellos sectores que se muestran en contra de la
despenalización del aborto, es el de la Iglesia Católica. Sin embargo, Scheider
restó importancia a esta cuestión: “En definitiva cuando se desoye a la iglesia
no pasa nada; porque ya lo vivimos hace dos años y medio con el matrimonio
igualitario. Sacaron a los chicos de las escuelas a la calle para hacer
manifestaciones como que venía el Apocalipsis y qué pasó: nada.
Y la iglesia sigue estando donde está, la sociedad sigue estando donde está,
nada más que hay un nuevo derecho que algunas personas utilizan.
Esto es lo mismo que va a pasar el día que tengamos el aborto”.
Desde esos mismos sectores se utiliza mucho el sentimiento de la culpa hacia la
mujer que aborta o decide o quiere abortar como bandera en contra de este
derecho: “La culpa es un invento judeocristiano, la culpa no es universal, no
todos los pueblos tienen ni siquiera este criterio o esta cuestión de la culpa.
La culpa es algo inoculado” señaló Scheider y agregó que a diferencia de lo que
ocurre con la risa, la ira o el llanto, la culpa no se incluye dentro e las
emociones básicas de los humanos ya que, justamente, las personas no nacemos
con culpa: “La culpa es algo que nos enseñan y que nos van metiendo desde que
somos muy chiquitos en la cabeza. La culpa debe poder transmutarse en
responsabilidad, yo tengo un seguro de responsabilidad civil en el auto, no de
culpas. Porque la culpa nos paraliza, nos lleva a golpearnos el pecho, a pedir
perdón pero no nos induce a la acción. Las personas debemos aprender a ser
responsables”.
De todas estas razones, se sustentan los lemas y las banderas de todos aquellos
que luchan por la despenalización del aborto: “Por eso nosotros sostenemos Educación Sexual Para Decidir que es la
primera herramienta respecto a la responsabilidad; Anticonceptivos Para No Abortar y en último caso si no podemos
seguir adelante por el motivo que fuere con nuestra gestación, poder recurrir a
un aborto es un acto de responsabilidad, es un acto moral. Las mujeres tenemos
decisión moral sobre esto y estamos más que capacitadas para decidir moralmente
sobre nuestro propio proyecto de vida, sobre qué es lo que podemos brindar”.
Las mujeres saben muy bien de qué se trata un hijo, dice Scheider, y de ellos
pueden dar sobradas muestras las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: “Lo pueden
contar perfectamente, cómo nos responsabilizamos por nuestros propios hijos y
cuando esto no se puede es algo que lo sentimos en nuestro más profundo ser y
decidimos y obramos en consecuencia sin que nadie nos de permiso, lo hacemos
por nuestra cuenta. Esto tiene que ver con el deseo”.
Una frase que suele escucharse desde los opositores al aborto es que ninguna
mujer desea abortar. “No es así. Una vez que la mujer toma la decisión y sabe
que no puede seguir adelante, nada se desea tanto como abortar. Uno cuenta los
días a ver si me consiguen las pastillas, a ver si me consiguen el teléfono del
médico, a ver si consigo la plata…Cualquier mujer que haya pasado por esto lo
sabe. Es un deseo muy fuerte, es tan fuerte que arriesgamos la vida y la salud
con tal de lograrlo. Entonces cuando nos dicen y nos achacan ninguna mujer
quiere abortar, que también lo dicen desde sectores políticos, habría más bien
que preguntar a las mujeres si no desean abortar porque todas las que hemos
abortado hemos deseado muy fuertemente terminar con esa situación”.
En los países donde el aborto es legal, concluyó Scheider, las mujeres no
sienten culpa: “Sienten que pasaron por esto, que hubiera sido mejor no pasar
como quien tiene que pasa por una operación de vesícula y preferiría no pasar.
Pero la culpa tiene que ver con estas sociedades híper patriarcales dominantes.
La culpa es una herramienta de control social muy fuerte, que si sos culpable
tenés que ser castigada de alguna manera. La culpa tiene que ver más con el
miedo”.
Scheider se mostró convencida que tarde o temprano Argentina contará con una
ley que despenalice el aborto: “Yo siempre digo que nunca imaginé que en este
país iba a ver matrimonio igualitario y lo estoy viendo, nunca imaginé que
íbamos a tener ley de identidad de género sin tener que patologizar ni operar
ni mutilar ni cortarle nada a nadie, y lo estamos viendo”.
En ese sentido agregó: “Tenemos casi sesenta firmas de diputadas y diputados,
hacen falta muchas más. No sé si será en este gobierno, si será en el próximo,
no sé si lo veré yo, estoy segura que mi hija que tiene 22 años, en unos años
va a contar con una ley que se las vamos a dejar”.



Derribando hipocresías
En los primeros días de junio del corriente año, la licenciada Silvia
Scheider presentó un trabajo sobre el aborto en las I Jornadas
Interdisciplinarias de Ética y Biopolítica, desarrolladas en la localidad de
Mar del Plata. El mismo fue titulado “Una deuda de la democracia” y presentó
conceptos interesantes que sirvieron para romper con mitos e hipocresías que
suelen escucharse desde el lado de quienes se oponen al aborto legal.

En ese sentido, Scheider comienza hablando del
aborto voluntario el cual nos introduce en la dimensión de aquello que
desobedece el “orden natural”, impuesto sobre el cuerpo y deseos de las mujeres
desde los tiempos bíblicos: “El aborto inducido, elegido, voluntario, entonces
abre un interrogante acerca de la supuesta naturalidad gestante. Elegir, desear
un aborto ¿qué es? Y reclamar que además sea “legal, seguro y gratuito”, ¿en
qué lugar nos inscribe? Qué clase de mujeres “no naturales” seríamos quienes
dejamos vacía la silla de la maternidad cuando ésta nos es ajena (¿“nos
en-ajena”?) ¿Cómo romper con un dispositivo que nos nombra antes de tener
nombre, y que además nos animaliza al punto de dotarnos de un supuesto
“instinto” materno? ¿Cómo ser humanas las humanas sin ser madres?”.
Es en ese punto, continúa Schneider, que el aborto elegido y voluntario coloca
sin embargo a las mujeres en la dimensión más humana posible: “La posibilidad
de abortar nos sitúa precisamente en la dimensión del deseo. Nada menos. Nos
quita del lugar de la animalidad. Nos otorga estatus de humanas, de sujetos
femeninas (aún me incomoda referirme a nosotras en tanto colectivo social como
“sujetas”), hacedoras de nuestra propia historia. El aborto voluntario y su
deseo es una de las fuerzas disruptivas más potentes que circulan, silenciadas,
en nuestra sociedad. De eso no se habla porque hablar de eso contraviene 5000
años de cultura patriarcal. Del deseo de abortar no se habla porque hablar de
ello nos convierte en seres parlantes… o sea, en seres sociales, y ya sabemos,
a las mujeres nos corresponde el espacio de la animalidad, no el de la
cultura”.
Algo que siempre suele oírse desde quienes se oponen al aborto y los sectores
más conservadores de la sociedad, es que el aborto es el asesinato de un niño:
“representa una práctica discursiva sostenida por quienes buscan sólo sembrar
la culpa en las mujeres. Sobre éste punto, sólo dos reflexiones: si el embrión
/ feto fuera un “niño”, ¿por qué las religiones que más fuertemente
obstaculizan la practica abortiva (la religión católica en especial y las
evangélicas pentecostales) no practican bautismos intra útero? Si es lo mismo
nacido, viable, capaz de vivir fuera del cuerpo femenino, que embrionario,
¿cómo es que si ocurre un aborto espontáneo, ni siquiera se bautiza o se le rinden
exequias al embrión? ¿Cómo es que no se produce una anotación en el Registro
Civil?”.
Obviamente, dice, todo esto suena disparatado, el problema es que no suena de
la misma manera el hecho de sostener que abortando se”asesina a niños
inocentes”: “Para la medicina, se habla de aborto hasta las semanas 20/22 de
gestación, ya que en esos casos, los embriones / fetos no pueden sobrevivir
fuera del cuerpo de la mujer gestante. No pueden respirar. Este es un punto
central para la medicina y para la ley: determinar si hubo un nacimiento de un
feto vivo, y si respiró por sus propios medios.
Esto no puede ocurrir biológicamente, antes de las semana 20/22, como ya se
dijo. Inclusive en nuestro Código Civil, sólo tiene derechos hereditarios quien
nació vivo (respiró) y luego falleció”.

En deuda
Más adelante, se refirió, tal cual lo hizo en esta nota, a esa mentira que
suele decirse de que ninguna mujer desea abortar. Por otra parte, también
dedico un importante lugar a todo lo que tiene que ver con la lucha de la Campaña para que el aborto
sea legal, y la deuda que en ese sentido se mantiene en la Argentina: “Sostenemos
que su ilegalidad es aún una deuda de la democracia, dado que inclusive en
estos años, el acceso al Aborto No Punible, contemplado por el Código Penal en
su artículo 86, es muchas veces impedido por la corporación medica/judicial,
que desconociendo el derecho que nos asiste en los casos de violación y abuso
sexual infantil, nos niega la práctica”.
Esa deuda de la democracia también se ve reflejada por ser una cuestión
básicamente de salud pública y justicia social: “De salud pública por ser la
muerte por complicaciones post aborto inseguro, la principal causa de muerte
por gestación. Y de justicia social por la obvia razón de que sólo las mujeres
pobres enferman y mueren por abortar, ya que las de las clases más favorecidas,
lo suelen hacer de forma segura. La pregunta que inevitablemente nos surge es:
¿hasta cuándo? Con casi 30 años de democracia, ¿hasta cuándo tendremos que
esperar para que esta deuda se salde?”

El texto completo de la ponencia puede leerse en la página de la Campaña
Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. www.abortolegal.com.ar.

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2012-10-15 08:54:00
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