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Centros Clandestinos en Puerto Belgrano
Continúa el Juicio Armada II. Con solo cuatro de los imputados en la sala se llevaron adelante dos audiencias. En una de ellas un ex conscripto corroboró lo que ya se sabe sobre la Base Naval de Puerto Belgrano y en especial del buque ARA 9 de Julio: fue un Centro Clandestino de Detención y Tortura.
Categoría: Derechos Humanos

El día 28 de noviembre se llevó adelante en la sede del Tribunal Oral Federal de Chiclana y Lavalle la quinta audiencia en el Juicio Armada II que tiene 18 imputados, acusados de haber cometido crímenes de Lesa Humanidad.

Se hallaban presentes en la sala, los mismos acusados que en las anteriores audiencias: Quintana, Bilesio, Conti y Lacoste. El resto de los debía seguir el juicio por videoconferencia, pero nuevamente no se contaba con los medios tecnológicos para realizarlas, por los que los abogados defensores reemplazaron la presencia de sus clientes, los acusados.

El Tribunal comenzó a escuchar a los testigos programados para este juicio y declararon, siete testigos en total. Los dos primeros a pedido de la fiscalía y los cinco restantes a pedido de la defensa. En primer lugar declaró un ex sacerdote, Miguel Sarmiento, quien tuvo activa participación con muchos de los jóvenes desaparecidos, en actividades referidas a la misión pastoral. Su relato fue ilustrativo sobre el recorrido de los curas pertenecientes a la corriente tercermundista, de la Teoría de la Liberación y su inserción en la ciudad de Bahía Blanca.

En segundo lugar, declaro la hija de una víctima de esta causa, la hija del ya fallecido Hugo Giorno, quien fue secuestrado y permaneció desaparecido en el Buque 9 de Julio, luego lo llevaron al Batallón del V Cuerpo de Ejército y allí, ya blanqueado lo llevan a la Cárcel de Villa Floresta. Virginia relato los padecimientos sufridos por causa del Terrorismo de Estado y lo que ello significó para su padre y toda su familia.

Posteriormente declaró el hermano de una víctima desaparecida, Jorge Mario Tulli, quien fue secuestrado junto a su cuñada Graciela Sebeca, y refirió haber conocido la voz en el Centro Clandestino, de uno de los imputados que se halla presente en los juicios, quien era su tío: Luis Conti.

Luego de la oposición de la fiscalía, el tribunal autorizó a declarar al cuarto testigo, Oscar Cesar Guevara, quien fue miembro de la Armada, en contrainteligencia de infantería. Según sus dichos, no supo de nada de lo sucedido durante la dictadura en la Base Naval y Baterías y su tarea se reducía a la administración y al conflicto con Chile, pretexto ya conocido por todas las personas que presenciamos las declaraciones de los imputados.

Las últimas tres testigos convocadas por la defensa oficial, fueron tres mujeres que trabajaban en relación de dependencia bajo las órdenes de Alejandro Lorenzini, uno de los imputados, en un instituto de la localidad de Punta Alta, el “CINDI” Centro Integral del discapacitado. Laura Maulión, María Rosa Salmeri y Mariela Gómez, fueron convocadas por la defensa para que resalten las virtudes de supuesta buena persona que es Lorenzini, por el simple acto de estar al frente de dicho instituto. Las testigos repitieron las tres, que su relación con él era “Normal, de empleador a empleado”, sin más para aportar.


Jueves 6 de diciembre 2018

Iniciado diciembre se realizó la audiencia, esta vez en la sede de la universidad Nacional del Sur, Av. Colón 80.

Declaró un solo testigo, ex conscripto de la Base Naval Puerto Belgrano, ya que los otros dos testigos no se presentaron a declarar. También se escuchó la declaración indagatoria de dos de los acusados: Hernán Álvaro Hermello y Ricardo Cesar Araujo.

Programada para las 14 hs., la audiencia comenzó unos minutos más tarde, con todas las partes presentes y con los únicos cuatro imputados que asisten en persona en la sala, Conti, Bilesio, Quintana y Lacoste. Dos de ellos excarcelados y dos con prisión domiciliaria.

La jornada comenzó con la declaración del represor Hermelo, que había solicitado hacer su declaración y sin tener preparada ninguna alocución se sometió a las preguntas que las partes le formularon. En base a esas preguntas, respondió lo que acostumbran por esta zona a decir los imputados: que no tuvo ninguna participación en lo que ellos llaman “lucha contra la subversión”, que se encontraba abocado a la “lucha contra estados vecinos” en referencia a la Guerra con Chile, algo que es usado como excusa por casi todos los que están acusados de violar los Derechos Humanos. A pesar de estar destinado a Inteligencia en la brigada de infantería de Marina N°1, repitió que no estaba enterado de nada con respecto a los delitos que se lo acusa, ni que sus superiores nunca le refirieron nada tampoco. Solo se centraba en la posible guerra con Chile, algo que nunca ocurrió, y que a eso estaba abocado de manera exclusiva dentro de su tarea como miembro de la Armada. Se limitó a repetir ese relato, sin aportar ningún dato relevante: No sabía nada, estaba ocupado en tema guerra con Chile, se enteraba por la prensa, algo bastante inverosímil por la importancia de su cargo y el lugar que ocupaba. Recordemos que el conflicto de posible guerra surge en octubre de 1978, si bien antes, ambos países mantenían mediaciones diplomáticas, la posibilidad de guerra no se dio hasta bien entrado el año 1978.

Posteriormente fue el turno del único testigo de la jornada, por videoconferencia desde Villa María, Córdoba, declaró un ex conscripto de la Base Naval Puerto Belgrano, Carlos Deheza. El testigo estuvo destinado en la compañía Pitón, la sindicada como especializada en la “lucha contra la subversión”, incorporándose en abril del año 1976 y saliendo de baja en Julio de 1977. Declaró conocer a uno de los imputados, Mario José Bilesio, quien era teniente en ese tiempo y era, según el testigo “el capo máximo de la compañía nuestra”, que estaba integrada por 50 o 60 conscriptos, todos de afuera, con entrenamiento en la llamada “lucha contra la subversión”. El testigo narró que hacían operativos y controles “antiguerrilla” y que “nosotros teníamos a 10 tipos, 4 mujeres y 6 varones en el crucero ARA 9 de Julio”, para los cuales él debía hacer guardia en el buque cada 15 o 20 días, custodiando el buque. Los secuestrados se encontraban cada uno en un camarote, y el testigo contó que les llevaba la comida, los sacaba a bañar, etc. Relató que cuando entraban al camarote les hacían poner la capucha negra, para entregarle la comida o sacarlos. Tuvo contacto con uno de ellos, el cual le contó que era un imprentero de Mar del Plata, y también supo que había un matrimonio, pero que tenían prohibido hablar con los secuestrados “porque nos tenían sonando” y que los mandaban “al cepo, que era bravo eso”. Cuenta que cuando los sacaron del buque, los sacaron encapuchados y los fueron subiendo de a 3 o 4 a helicópteros de la Armada; en varios viajes, supuestamente para llevarlos a la Base Espora, ante la presencia de los conscriptos que hacían guardia y sus superiores, el teniente, el suboficial, el cabo, es decir de todos los responsables jerárquicos. El testigo cuenta los métodos de desorientación a que eran sometidas las víctimas, cuando había veces que les daban de comer 3 o 4 veces al día y después pasaban 2 o 3 días y no les daban de comer. Lo mismo para sacarlos al baño con el agregado de desorientarlos también en el espacio, llevándolos siempre por lugares diferentes “para que luego no conocieran el camino”. Esas prácticas, como método también de tortura psicológica, hacían que los secuestrados perdieran la noción real del tiempo transcurrido y del espacio donde estaban. El buque donde tenían a las víctimas “estaba en desuso, había cuatrocientos mil millones de ratones” relató el testigo y los elementos de cocina que se usaban, jarros, platos, etc., todos tenían el sello de la Armada Argentina y eran provistos por la Base.

Posteriormente fue el turno del acusado Ricardo Cesar Araujo, quien amplió su declaración indagatoria, leyendo un extenso escrito. Comenzó diciendo no comprender por qué está imputado, ya que no tuvo participación directa ni indirecta en las acusaciones, y continuó explicando sus supuestas actividades dentro de la Armada, de él y de la gente que tenía a su cargo, especialmente del Batallón de comunicaciones, los cuales, aseveró que no tuvo ninguna participación en la llamada “lucha contra la subversión”, y que se enteró de la misma por lo leído en diarios como la Nueva Provincia. Por último, luego de detallar diversas supuestas dolencias propias y de sus familiares, pidió al tribunal les conceda la excarcelación o al menos, permiso para caminar y para ir a misa una vez por semana, ya que el no concurrir a misa lo siente como “una ofensa muy grande”.

La próxima audiencia se realizará el día 20 de diciembre desde las 14 hs. en la sede del aula magna de la UNS.

Autor: Redacción Ecodías

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2018-12-18 00:00:00
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