©Todos los derechos compartidos

Castigo y reparación
Aedo Héctor Juárez, víctima del Terrorismo de Estado, declaró en una de las audiencias y al lema de Memoria, Verdad y Justicia le agregó las consignas de castigo y reparación “sino, no hay justicia”. Las audiencias se retoman el lunes 29 de septiembre.
Categoría: Derechos Humanos

Aedo Héctor Juárez, víctima del Terrorismo de Estado,
declaró en una de las audiencias y al lema de Memoria, Verdad y Justicia le
agregó las consignas de castigo y reparación “sino, no hay justicia”. Las
audiencias se retoman el lunes 29 de septiembre.

Largas jornadas de
audiencia se vivieron entre los días martes 16 y miércoles 17 de septiembre de
2014 en el tercer juicio contra represores que se lleva a cabo en Bahía Blanca.
Trece testigos subieron al escenario del Aula Magna que la UNS tiene en Colón
80 mientras que detrás de ellos se encontraban algunos de los 25 acusados.
Otros seguían el proceso por videoconferencia al tiempo que hubo imputados
ausentes por cuestiones médicas.
Este juicio corresponde a la causa número 1103 conocida como “Armada Argentina”
y caratulada “Fracassi, Eduardo René y otros…”.
La causa comprende delitos de lesa humanidad cometidos durante la última
dictadura militar bajo el ámbito de la Armada Argentina, específicamente en la
Base Naval Puerto Belgrano.
Por esa razón, muchos de los testigos y las víctimas son oriundos o tienen
relación con la localidad de Punta Alta y por cierto respecto a esta ciudad en
muchas declaraciones se repite la complejidad de Punta Alta en lo referente a
su sociedad debido a la militarización del lugar. No son pocas las víctimas que
sufrieron un rechazo profundo de cierta parte de la comunidad puntaltense una
vez recuperada su libertad ya que quedaban como “marcadas” por la triste teoría
de “algo habrá hecho”.
Volviendo al juicio en sí y a la causa por la que se desarrolla, quienes están
siendo juzgados son: Víctor Aguirre, Luis Bustos, Felipe Ayala, Raúl Domínguez,
Víctor Fogelman, Francisco Martínez Loydi, Héctor Selaya, Carlos Stricker,
Alejandro Lawless, Leandro Maloberti, Domingo Negrete, Néstor Nogués, Tomás
Carrizo, Oscar Castro, Raúl Otero, Gerardo Pazos, Pedro Pila y José Luis Rippa.
A estos se les suman Guillermo González Chipont, Félix Cornelli, Enrique De
León, Eduardo Fracassi, Manuel García Tallada, Edmundo Núñez y Luis Pons.
En una de las audiencias ocurrió algo que resulta novedoso e interesante. Ya es
costumbre escuchar a militantes de derechos humanos, sean víctimas o no, pedir
por memoria, verdad y justicia. Pero sorprende gratamente escucharlo de personas
que quizás no están relacionadas a los organismos o que no están en el día a día
de estas cuestiones. Seguro que existen muchísimas de esas personas pero su
reclamo tal vez no suele ser el que más se hace oír.
Y en el juicio se escuchó de parte de una víctima que no está quizás metida en
la historia pública de esta lucha de años pero que no por eso no tiene derecho
a la justicia, no por eso es menos víctima y además de relatar lo que tuvo que
sufrir, reclamó no solo por memoria verdad y justicia sino también por castigo
y reparación. Agregó que el castigo los represores deben tenerlo en vida “si
no, no hay justicia”. Lo afirmó con sus 82 años el señor Aedo Héctor Juárez.

Los certificados de Massot
Aedo Héctor Juárez no escucha bien pero tiene una memoria envidiable. De
profesión martillero y con domicilio en bahía Blanca, lo primero que hizo al
sentarse frente al tribunal fue entregar una documentación donde constaba todo
lo que iba a contar.
Juárez fue llamado a testimoniar en la mañana del miércoles 17 de septiembre ya
que él mismo fue víctima del Terrorismo de Estado y su historia relacionada a
esto arrancó el propio 24 de marzo de 1976.
En aquella época Juárez era concejal en Punta Alta y asegura que ya sabía que
el Golpe se estaba gestando. Juárez también era secretario del Concejo
Deliberante en la localidad mencionada y ya en el 75 era citado junto al
presidente del cuerpo deliberativo a reuniones que se hacían en Puerto
Belgrano. Allí, los altos jefes convocaban a los representantes políticos,
hablaban de la necesidad de la Marina de contar con colaboradores para combatir
la “subversión”. Incluso, los jefes apuntaron a distintas personas y
presentaron informes al respecto.
Al mismo tiempo, al Concejo asistían asiduamente dos o tres personas que eran
“servicios”: “Estaban al día de todo
lo que pasaba”.
En un viaje a Capital Federal se denunciaron estas reuniones ante el Partido
Justicialista. Se avisó que en la Base Naval preparaban gente y que se
inculcaba el odio a la sociedad civil. Sin embargo, esa denuncia  no tuvo ningún eco.
El 24 de marzo se acercaba y Juárez conocía la existencia de listas de personas
a detener. El 23 a la noche la Marina intervino todas las instituciones
públicas y Juárez se llevó a su familia a Bahía Blanca como modo de protección.
Se ocultaron en la casa de una hija que vivía en nuestra ciudad y no tuvieron
que vivir una situación como la que ocurrió en la casa familiar de Punta Alta.
Al otro día, al comunicarse con amigos, Juárez se enteró que le habían roto
la vivienda, que le habían secuestrado el auto y que había sido allanada una
casa en construcción de Monte Hermoso, de su propiedad.
Juárez quería aclarar su situación y por eso se contactó con la sede de
Prefectura de Ingeniero White en donde le dijeron que lo iban a acompañar a la
Base Naval y le garantizaron seguridad. Su familia quedó en la vivienda
bahiense.
Ya en la Base, alguien le ordena al prefecto acompañante a que se retire. A
Juárez lo pasan a una sala y lo encapuchan: “Ahí empezó mi drama”.
Más tarde lo trasladan a la celda del buque 9 de Julio donde, señaló, estuvo
aislado totalmente y fue víctima de “un trato inhumano”.
Mientras corrían los días de cautiverio notó que había secuestrados que cuando
pedían ir al baño y pasaban por su calabozo tosían. De esa manera identificó a
los hermanos Giorno.
En su celda, Juárez pudo ver escrito en la pared “Heraldo” quien sería un
muchacho de Punta Alta desaparecido.
30 días permaneció en el buque hasta que un día lo trasladan junto a otras
víctimas en un camión, finalizando en un calabozo del V Cuerpo de Ejército
“custodiado por cuatro perros” destacó “A mí no me daban de comer, a los perros
si les daban de comer”.
Tiempo después lo pasaron a la cuadra donde encontró a conocidos como
Valemberg, Benamo, Carcedo, los Giorno, Canini, gente de Pigüe, de General
Roca, Viedma, Patagones, Tres Arroyos y personas afiliadas a la UOCRA
Estando allí, en una oportunidad Juárez pudo ver unos minutos a su pequeño hijo
de 2 años. Fue gracias a gestiones realizadas por su esposa que luego notó que
el chico había sido revisado y desnudado.
Fue su esposa la que un día logró reunirse con el general Vilas. En ese mismo
momento se producía un traslado de detenidos, la esposa de Juárez vio ese
traslado y allí se encontraba su marido.
Ese mismo traslado fue reflejado en fotografías publicadas al otro día por el
diario La Nueva Provincia. Juárez considera esa imagen como un diploma ya que “ahí
me gradué de delincuente”. También señaló que esa foto era un “certificado de defunción
social”.
“Me colocaron en un lugar donde la sociedad me castigaba” agregó más adelante
en su relato.

Lo que la dictadura no pudo borrar
Según Aedo Juárez, si bien en la cárcel fue “blanqueado” el trato era
inferior al que recibía un preso común.
Al tiempo sufrió otro traslado esta vez a la unidad 9 de La Plata: “El traslado
fue de película”. Junto a otras víctimas, viajó en avión, esposado,
encapuchado, todos hacinados y castigados de manera violenta.
El avión, comentó, volaba más alto de lo permitido “lo hacían a propósito”
mientras que los represores los amenazaban con arrojarlos al mar.
Ya en La Plata los golpes siguieron para todos pero esta vez en la propia
cárcel.
Durante el cautiverio, la familia de Juárez no podía salir a la calle y su casa
estaba vigilada por un Falcón en cada esquina
365 días secuestrado para que cuarenta años después pueda declarar ante un
tribunal rescatando la importancia de tal suceso para sus hijos y nietos.
 “La memoria la dictadura no me la pudo
borrar” aseguró: “La memoria le pudo a la dictadura”.
Para Juárez el lema Memoria, Verdad y Justicia debe ser completado con otros
dos reclamos: “Lo más importante para mi es el castigo y la reparación”.
El castigo tiene que ser en vida de los represores: “Si no, no hay justicia”. En
razón de ello es que pidió por más celeridad en los procesos judiciales.
La declaración de Juárez no terminó con estas reflexiones. Se le preguntó por
la mencionada reunión en la Base antes de su secuestro. Dijo que allí estaba
Massera y sus intenciones de presidir la Nación y que fue Carcedo quien le dijo
a Massera que querían defender el gobierno constitucional. Los genocidas
llegaron a ofrecerles plata para matar a un estudiante.
Juárez habló de otras reuniones desarrolladas entre el 75 y el 76 a las cuales
fueron Mendía, García Tallada y Núñez: “Ya se sabía que la Marina iba a dar el
Golpe de Estado, que todas las fuerzas iban a dar el Golpe de estado”.
Con sus 82 años, Juárez afirma que el drama aún continúa: “Nos cambió la vida,
perdimos todo lo que habíamos conquistado en el orden social”.
En Punta Alta muchos le negaban el saludo y varios la posibilidad de trabajar.
Juárez vendió su casa y se vino con la familia a Bahía en donde abrió una
oficina: “En Punta Alta no tenía ningún porvenir mucho menos por el orden
social”.

El resto de los testigos
Durante las audiencias de los días martes y miércoles declararon: Roberto
Aurelio Buscazo, Raúl Barbé, Lorenzo Jiménez, Arturo Ricardo Sendes, Ramón
Ernesto De Dios, Dina Elisa Cornago, Rubén Darío De Dios, Norman Oscar Ochoa, Stella
Maris Pazos de Aldekoa, Juan Antonio Fernández, Roberto Moro y Osvaldo
Néstor Montero.

facebook
Twitter
Follow
2014-09-22 08:16:00
Relacionados
ESTEMOS CONECTADOS
campañas
144 600x600px (1)
137 (1)
adhesiones
adhesion facundo 600x325px (1)
adhesion lopez 600x325px (1)
última Edición
Cooperativa Ecomedios
Nos apoyan
Nosotros
Ecodías es una publicación de distribución gratuita.
©Todos los derechos compartidos.
Registro de propiedad intelectual Nº5329002

Los artículos firmados no reflejan necesariamente la opinión de la editorial.
Agradecemos citar la fuente cuando reproduzcan este material y enviar una copia a la editorial.

> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt


es un producto de:

Matrícula INAES 40.246. 

Desarrollado por Puro Web Design.

RSS
Follow by Email
Telegram
WhatsApp