Uno de los
casos tratado en la última semana durante el juicio a 17 imputados por delitos
de lesa humanidad, fue el de Mónica Moran, docente, actriz y poeta, secuestrada
y asesinada por personal del Ejército en 1976
Además del carácter histórico por el hecho de juzgar a
algunos de los responsables del genocidio cometido a partir de 1976, el juicio
contra 17 represores que se está llevando a cabo en Bahía Blanca plantea otras
cuestiones interesantes como, por ejemplo, la oportunidad de conocer a las
víctimas.
Es decir, en cada audiencia se van tratando los casos por los cuales se acusan
a los militares imputados y a raíz de ello van pasando los testigos que cuentan
lo que saben de cada secuestro, desaparición o asesinato pero también van
narrando diferentes características de quienes, lamentablemente, fueron
asesinados o desaparecidos por los represores.
De esta manera, quien asiste al juicio puede saber qué hacían, qué pensaban,
cómo eran, con qué soñaban, cuál era su compromiso y por qué decidieron
involucrarse en un partido político, organización social, sindicato o grupo
armado, cada una de las personas que, militantes o no, deseaban una realidad
diferente, lo cual les costó su vida. Con todos estos datos, se puede ir
armando una suerte de rompecabezas de los desaparecidos y asesinados, que
también contiene carácter histórico ya que quedará en el registro de la ciudad,
y se le devuelve, en parte, la identidad a la persona.
En la mañana del martes 1 de noviembre de 2011, se juzgó el caso que tuvo como
víctima a Mónica Morán. Ella era artista, docente, actriz que formaba parte del
grupo de Teatro Alianza, poeta y también conductora de obras de títeres, entre
otros talentos que poseía. Pero Mónica además tenía un compromiso político,
militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y fue por ese
compromiso que fuerzas del Ejército la secuestraron y asesinaron.
En 1976, María Rosa Escudero trabajaba en teatro, fue cofundadora de Alianza y
en ese ámbito conoció a Mónica Morán. Ante el tribunal, María Rosa relató que
el 13 de junio de 1976 parte del grupo artístico, dos matrimonios y Mónica, se
encontraban en una casa chorizo de Rondeau al 200. Allí estaban, en la última
habitación, ensayando una obra para chicos, mientras Mónica permanecía en una
pieza adyacente realizando sus títeres ya que iba a salir por el país para
presentar obras.
Recordó Rosa que en un momento se abrió una puerta y apareció un hombre joven
con un arma corta y cuatro personas también armadas. Hicieron tirar a todos al
suelo y preguntaron por Mónica. Ésta apareció y dijo: “Yo soy Mónica Morán”.
Además, los secuestradores se llevaron abrigos, dinero, documentos y pelucas de
la obra infantil: “Siempre deduje que además de asesinos eran delincuentes
comunes”.
Dardo Aguirre estaba en el piso, levantó su cabeza preguntando qué pasaba y
enseguida fue golpeado. Así fue como los represores se llevaron a Mónica Morán
y huyeron, cree María Rosa, en dos autos.
Minutos después los compañeros de Mónica salieron a dar cuenta del hecho a
todas las comisarías, sin embargo ninguna, y tampoco el Comando Radioeléctrico,
quisieron tomar la denuncia argumentando que no se podían hacer cargo del
hecho.
Luego, se dio aviso a la familia de Mónica y, cuenta María Rosa, el papá de la
víctima dijo que no había que preocuparse debido a que el capellán del V Cuerpo
conocía al cura de la iglesia San Luis Gonzaga, que lindaba con la vivienda de
los Morán. Este capellán habría dicho que Mónica estaba bien y que iba a salir.
El 24 de junio de 1976, señaló la testigo, se informó por radio que había sido
abatida, junto a otras tres personas, la “subversiva Mónica Morán” en calle
Santiago Del Estero.
A sus compañeros de teatro no se les permitió acercarse al velatorio mientras
que el lugar donde fue enterrada permaneció vigilado durante mucho tiempo: “Era
una joven muy bella y muy frágil”, recordó María Rosa de Mónica de quien
también dijo que era “muy blanca con sus ojos negros y sus cabellos oscuros”.
María Rosa calificó a Mónica como “una gran poeta”.
En ese sentido, comentó que en 1987 realizaron en la misma Aula Magna donde hoy
se desarrollan los juicios, una teatralización de los poemas de Mónica.
También testimonió que según contó Ernesto Malisia, fallecido fundador de la
APDH de Bahía Blanca, cuando años después de lo ocurrido, se exhumó el cuerpo
“ella estaba intacta”. La habían acribillado, se había desangrado de tal
manera, destacó, que, según se dice, una persona que sufre eso mantiene su
cuerpo intacto. También agregó que sus manos estaban ubicadas como cubriéndose
la cara.
María Rosa desconocía si Mónica tenía militancia política pero apuntó que en
aquella época en el grupo había un tal Néstor Hernández que decía que era de la
SIDE y que trabajaba en Teléfonos del Estado.
Como sus dichos eran tan a boca de jarro y afirmaba que amaba el teatro al
punto de ayudar en diferentes tareas, nunca se les ocurrió pensar que Hernández
podía ser una especie de traidor. Después del hecho, Hernández nunca más fue al
grupo y a partir de ello siempre quedó la sospecha de que fue él quien entregó
a Mónica.
“Nunca entendimos por qué nos secuestraron a Mónica Morán”, destacó María Rosa
quien al final de su declaración agregó: “Espero que mi testimonio haya servido
y que Mónica Morán tenga la justicia que merece, es mi deseo profundo”.
Memoria de hermano
José Luis Morán es hermano de Mónica y declaró ante el tribunal que durante
todo aquel año Mónica estuvo en Bahía Blanca, mientras que anteriormente había
estado en Neuquén y Cutral-Có estudiando. Del secuestro de su hermana, se
enteró esa misma noche por los amigos de Mónica y explicó que se hicieron
gestiones para dar con su paradero a través de la iglesia y de su otro hermano,
Daniel, quien desarrollaba tareas en la Marina “pero tengo entendido que nadie
sabía nada”.
Recordó que Mónica estuvo aparentemente 15 días desaparecida hasta que se
enteró por LU2 que había sido muerta en un enfrentamiento en Santiago del
Estero y Nicaragua. José Luis no vio el cuerpo de Mónica pero sí lo hizo su
hermano y, según declaró, tenía 42 impactos de bala.
José Luis testimonió que Mónica sabía que en la Universidad del Comahue habían
desaparecidos amigos y que por eso tenía temor, pero que así y todo nunca quiso
irse del país pese a que tuvo ofrecimientos para hacerlo: “Ella quería seguir
con su idea, con sus ideales”.
La familia Morán fue otra a partir del 76. Sobre las torturas, sus padres se
enteraron tiempo después mientras que su hermano Daniel tuvo que abandonar la
Marina ya que se decía que “el hermano de un subversivo no podía estar en la
fuerza”.
Fue el repudiable abogado defensor Eduardo San Emeterio quién le preguntó a
José Luis por los ideales de su hermana: “Ayudar al prójimo, hacía muchas
donaciones, obras de teatro, colaborando… Le gustaba la clase pobre, tenía una
forma de ser… Ayudaba mucho a los que necesitaban… Yo la tengo en esa idea…”.
Compañera Mónica
Gladys Sepúlveda era militante del PRT y conoció a Mónica cuando ésta
trabajó como administrativa en la Universidad del Comahue y frecuentaba un
círculo de amistad en la propia universidad.
Gladys fue detenida en Cipolletti y después permaneció secuestrada en La
Escuelita de Bahía Blanca. Un día oyó la voz de una mujer que reclamaba por sus
lentes de contacto mientras después le tapan la voz y la insultan, se trataba
de Mónica Morán. Fue Mónica quien le dice a Gladys y otras detenidas que se
encontraban en Bahía Blanca, que escucharan la sirena de los barcos.
Tiempo después Gladys percibió que alguien forcejeaba presuntamente con Mónica.
“Fue horrible”, relató Gladys ya que Mónica no volvió: “Yo me quedé shockeada
de qué sería de ella”.
Cuando Gladys es trasladada al penal de Villa Floresta lee en el diario que
Mónica Morán había sido abatida en un enfrentamiento.
Daniel Maidana también militó en el PRT y fue compañero de Mónica Morán. Al
jurar decir la verdad frente a los jueces, Maidana lo hizo por sus creencias
personales y por la memoria de los 30 mil desaparecidos.
En 1976, Daniel vivía en Cutral-Có y estudiaba en una escuela técnica de
Plaza Huincul, ambas localidades de la provincia del Neuquén.
El 14 de junio del 76, en el marco de lo que se llamó operativo Cutral-Có fue
detenido en la escuela en la que estudiaba para luego ser interrogado y
torturado en una comisaría.
Luego de tres días en la cárcel de Neuquén, es llevado a La Escuelita de Bahía
Blanca en avión en donde queda secuestrado quince días hasta que lo derivan
nuevamente a su provincia.
Daniel recuerda a Santiago “Tío Cruciani” como su interrogador, quien un día le
trajo a “Ángela” diciéndole que seguramente la conocía, Daniel en ese momento
lo negó.
“Ángela” era una militante del PRT que había estado varios meses en la zona de Cutral-Có.
Con el tiempo, Daniel supo que “Ángela” era Mónica Morán de quien no se enteró
nada hasta muchos años después cuando se anoticia de su muerte por el supuesto
enfrentamiento “justo en esos días en los cuales estuvimos cautivos”.
“Indudablemente, ella, una militante revolucionaria, estuvo siendo interrogada,
torturada, maltratada y por su condición de militante y su compromiso con el
partido y con otros compañeros, tomaron la decisión de fraguar este
enfrentamiento y de ejecutarla sumariamente”, señaló Maidana.
En sus palabras finales, Daniel destacó la conducta revolucionaria, la conducta
de vida, el compromiso con sus ideales y el valor de su compañera Mónica, quien
nunca fue muerta en enfrentamiento y fue una víctima más de los torturadores y
asesinos de Bahía Blanca.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
2023– Copyleft. Todos los derechos compartidos / Propietario: Cooperativa de Trabajo EcoMedios Ltda. / Domicilio Legal: Gorriti 75. Oficina 3. Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires). Contacto. 2914486737 – ecomedios.adm@gmail.com / Directora/coordinadora: Valeria Villagra. Fecha de inicio: julio 2000. DNDA: En trámite
Desarrollado por Puro Web Design.