Finalizada la etapa de alegatos, el tribunal
llamó a los imputados para que digan las últimas palabras antes del veredicto.
Como a lo largo de todo el juicio, sus discursos fueron aburridos y repudiables.
Resta que haga uso de la palabra, o el silencio, un imputado y se espera que para
el miércoles 12 de septiembre por la tarde, se conozca la sentencia y llegue la Justicia durante tantos
años postergada.
Escuchar a cada uno de los
17 represores es fuerte, tal vez sea porque no fue mucho lo que hablaron
durante el más de un año que se lleva de juicio o quizás sea por todo el mal
que representan pero la verdad es que la sensación es fuerte. Y es fuerte más
allá de que todos ellos, que están siendo juzgados por delitos de lesa
humanidad durante la última dictadura, digan siempre lo mismo. Esta vez, como
tantas otras, se trató de un momento histórico ya que fueron las últimas
palabras de los acusados antes de que se conozca la sentencia definitiva.
Es que la condena está, como quien dice, a la vuelta de la esquina. Quizás
cuando el lector esté leyendo estas páginas se esté desarrollando o bien se
esté a horas de ese hecho tan fundamental para la vida y la historia de Bahía
Blanca.
Antes de esas últimas palabras, por demás repudiables, hubo una etapa de
alegatos que llegó a su culminación. Los alegatos de las defensas se hicieron
bastante largos y tediosos, y tuvieron en las audiencias del martes 4 y del
miércoles 5 de septiembre, con su desenlace que obviamente concluyó con un
pedido de absolución para los imputados.
Densidades
Las audiencias se reanudaron en la mañana del martes 4, tuvieron un cuarto
intermedio durante el mediodía y se volvieron a poner en marcha pasadas las 16
hs. En esa tarde el juez Jorge Ferro dio la palabra al doctor Gustavo Rodríguez
quien hizo su alegato en representación del represor Jorge Enrique Mansueto
Swendsen. El abogado señaló que la acusación fue desdoblada en un pretendido
doble carácter de jefe del Batallón de Comunicaciones y jefe del Área de
Defensa 511. En su intervención, Rodríguez intento demostrar que Mansueto nunca
se desempeñó en el segundo cargo mencionado.
Al respecto destacó que la jefatura es un concepto artificiosamente instalado
en la causa que no tuvo apoyo en elementos comprobables que hayan sido
verificados ni en las actuaciones ni en el juicio oral.
Al respecto, hizo lugar a la testigo psicóloga Ana María Careaga, representante
de Espacio para la Memoria,
quien en su declaración indicó a Mansueto como jefe del área 511 pero, dijo el
abogado, no respondió preguntas de las defensas ni pudo dar sustento empírico o
científico respecto a que el acusado haya ocupado esa jefatura.
Además, señaló Rodríguez, ello no figura en el legajo de Mansueto al tiempo que
subrayó que quien sí cumplió funciones en ese rol fue Rafael Benjamín De Piano.
Más tarde, el defensor se refirió a las jerarquías militares y orgánicas del V
Cuerpo. En ese sentido afirmó que Mansueto estaba por debajo del Coronel De
piano y que no integraba el Estado Mayor ya que éste se encontraba constituido
por oficiales no inferiores a coroneles.
También dijo que durante el juicio no se habló del Batallón en la realización
de tareas de inteligencia y que ningún conscripto citó a Mansueto ni a personal
del Batallón en el destacamento.
La fiscalía, apuntó Rodríguez, no logró identificar una sola actividad entre
Mansueto y la llamada “lucha antisubversiva”.
Un día después, durante la mañana del miércoles 5 de septiembre, uno de los
defensores que tomó el micrófono fue Leonardo Brond quien se encargó del
alegato en favor del imputado Bayón.
Para esto describió brevemente algunos casos y quitó de responsabilidad a su
defendido. Por ejemplo, para el de Braulio Laurencena dijo que no se encuentra
acreditado que Bayón haya intervenido en la privación ilegal de la libertad ni
en los tormentos.
Para los de Gustavo López, Horacio López, Sergio Mengato, José María Petersen y
Vilma Rial, Brond alegó que Bayón no se encontraba en Bahía a la fecha de esos
hechos sino que estaba en su condición de director de la Escuela de Guerra lo cual,
dijo, surge de su legajo.
Para otros casos, como el de Mónica Morán, planteó la violación al principio de
incongruencia y la garantía de defensa en juicio por lo cual solicitó la
nulidad de la acusación.
La culpa es de los muertos
Una vez que finalizó el alegato de las defensas se dictó un cuarto
intermedio hasta esa misma tarde. Fue cerca de las 16.30 hs. que se reanudó la
audiencia y el tribunal dio la posibilidad a las partes de realizar réplicas a
los alegatos. Contrariamente a lo que se había anunciado ni la querella ni la
defensa hizo uso de esa opción. Por ese motivo, los jueces llamaron a cada uno
de los imputados para que digan, si así lo deseaban las últimas palabras antes
de que se conozca el veredicto final.
Y ahí más de lo mismo. Voz fuerte de algunos, enojo de otros, falsos intentos
de emoción en más de uno y palabras repudiables en todos. Varios coincidieron
en cargar responsabilidades en los que ya no están como los torturadores fallecidos
Cruciani y Corres. Nadie hizo nada desde su perspectiva.
El primero en hacer uso de la palabra fue Mansueto Swendsen quien se refirió a
los oficiales jóvenes que solo cumplieron órdenes: “Tenemos más responsabilidad
que los más jóvenes”, dijo.
“Soy inocente”, fueron las únicas dos palabras que pronunció Páez al tiempo que
Méndez tuvo un discurso muy parecido al de Mansueto haciendo hincapié en los
oficiales jóvenes que “simplemente” cumplían con las órdenes.
Por su parte, Masson, enojado y por momentos hablando a los gritos, dijo que no
cometió actos delictivos y que cumplió órdenes dentro del marco legal:
«Jamás he estado loco, no he delinquido, jamás delinquí», señaló, al
tiempo que agregó: «Soy inocente de los cargos que se me imputan».
“No tienen ustedes jurisdicción sobre
mi”, se quejó Tejada quien así, en su rol de víctima, señaló a los jueces que
“Ustedes son los dueños de mi destino”.
En un largo y tedioso monólogo, Tejada mencionó dos veces y con énfasis el
concepto “terroristas subversivos”.
Cuando le tocó el turno a Fantoni, éste recitó un texto de José Manuel Estrada.
A su vez, Delmé se consideró inocente, reconoció que seguramente perderá su
libertad pero que nunca le van a poder quitar ni va a perder el honor y la
dignidad de ser un soldado que nunca recibió órdenes inmorales de sus
superiores y, por lo tanto, nunca ejecutó ninguna orden inmoral.
Condal dijo no tener absolutamente nada con lo que se le imputa mientras que
Taffarel afirmó: “Siempre actué con las manos limpias”. Lo que no dijo Taffarel
es si ahora las mantiene limpias.
Bayón no agregó nada a lo hecho por su defensa, Forchetti se declaro inocente y
Abelleira destacó que jamás como colaborador y asistente de la Justicia tuvo ningún
contratiempo.
“Soy inocente, confío en ustedes”, le dijo Goncálvez al tribunal mientras que
para Contreras la política no existía en aquella época donde se desaparecía a
personas.
Selaya alegó que los detenidos estaban legalmente detenidos “o por lo menos así
lo entendí yo en ese momento”.
Además agregó: “Procedí dentro de la ley…no tenia otro margen, era la ley
vigente en ese momento, nos puede gustar o no nos puede gustar”.
Finalmente, Miraglia declaró que le molestaba que desde la fiscalía se haya
dicho que el establecimiento bajo jefatura de Miraglia era una prolongación de
La Escuelita.
Faltó uno solo, Granada, quien faltó a la audiencia y por él hay que esperar
hasta el miércoles 12 para que diga lo suyo si es que así lo quiere.
Esa tarde, esperamos y anhelamos, es posible que se conozca la sentencia
definitiva y, por fin, la justicia durante tantos años postergada.
Recusación rechazada
En su momento el abogado Eduardo San Emeterio, defensor de Osvaldo Sierra,
presentó ante el Juzgado Federal nº 1 un pedido de recusación contra el fiscal
Abel Córdoba invocando que éste tiene un interés en el proceso demostrativo de
su falta de objetividad, e indicó que ello produce nulidades de orden general y
absoluto que hacen a su intervención por violación a las garantías
constitucionales, debido proceso y defensa en juicio.
El juez federal subrogante dictó una resolución sobre el caso en la cual señaló
que no se advierte afectada la legalidad en el marco de actuación del fiscal
interviniente. Por esa razón no hizo lugar a la recusación articulada por el doctor
Eduardo Sinforiano San Emeterio.
Seis a juicio
Unas de las informaciones que surgió en la última semana respecto a
crímenes de lesa humanidad tiene que ver con el Juzgado Federal nº 1 a cargo del doctor Santiago
Martínez quien dispuso la clausura de la instrucción y elevación a juicio de
seis oficiales y suboficiales retirados del Ejercito Argentino. Para todos
ellos, se había requerido la elevación a juicio por parte de querellas y de la Unidad Fiscal que
encabeza el doctor Abel Córdoba.
Los imputados son Miguel Ángel Chiesa, Carlos Alberto Ferreyra, Jorge Horacio
Rojas, Julio Manuel Santamarina, Pedro Ángel Cáceres y Miguel Ángel Nilos,
todos ellos están acusados de delitos de lesa humanidad durante la última
dictadura militar.
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